EL representante republicano Kevin McCarthy finalmente pudo convencer a los miembros de la extrema derecha republicana para que votaran por él después de una difícil semana de concesiones. Tras quince dolorosas votaciones en cuatro días, finalmente fue elegido presidente de la Cámara de Representantes el sábado de madrugada. Era su momento pero, contrariamente a lo que estamos acostumbrados, no fue el instante en el que dio el martillazo con su mazo lo que atrapó la atención de los medios, sino el discurso de su contrincante político, el líder de la minoría Hakeem Jeffries. Un golpe más a su orgullo.
Jeffries ha demostrado ser un líder enérgico. Después de servir entre 2006 y 2012 en la asamblea del estado de New York, en noviembre fue nombrado líder del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes. En sus propias palabras, su carrera es un indicativo de que la república es en efecto una tierra de oportunidades. “El hecho de que yo pueda estar de pie frente a todos vosotros hoy aquí es un capítulo más de esa narrativa”.
Nacido en el seno de una familia pobre de Brooklyn y criado en Crown Heights, sobrevivió a la pobreza y a las epidemias de crack y, veinte años más tarde, se ha convertido en el demócrata de más alto rango de la Cámara de Representantes, el primer afroamericano en detentar ese cargo.
Si Estados Unidos es verdaderamente una tierra de oportunidades –concluyó–, el Congreso debe comprometerse a acercar este sueño a todas y cada una de las personas del país.
Comenzó su discurso citando a los Gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien porque, si no flaqueamos, llegará el día en que podamos segar”. Durante los últimos dos años de esta legislatura, los demócratas de la Cámara, en asociación con la Casa Blanca y el caucus demócrata del Senado, han trabajado para aprobar el Plan de Rescate, salvando a la economía de una profunda recesión, para aprobar la Ley de Inversión en Infraestructura que está generando millones de empleos bien remunerados y, para aprobar la primera legislación sobre control de armas en tres décadas.
Además, se ha aprobado la Ley de Ciencias para fomentar la fabricación de productos en el país y garantizar que la fuerza laboral sobreviva a la economía del siglo XXI, la Ley de Reducción de la Inflación para contrarrestar la crisis climática y, la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio para reducir los costos de la atención médica y reducir el precio de los medicamentos.
La dirección del avance social
Según Jeffries esa es la dirección del avance social, y añadió, “durante los próximos dos años, sigamos luchando por costos de salud más bajos, sigamos luchando en este Congreso por empleos mejor pagados, sigamos luchando en este Congreso por comunidades más seguras, sigamos luchando en este Congreso para defender la democracia, sigamos luchando en este Congreso para proteger los intereses públicos, sigamos luchando en este Congreso por iguales oportunidades económicas en cada código postal y, sigamos luchando en este Congreso por la libertad reproductiva porque, como demócratas, creemos en un país para todos, un país que atiende a los pobres, trabaja para las familias trabajadoras, tiene sentido para la clase media, defiende a las personas mayores, innova en el centro de la ciudad, fortalece comunidades suburbanas y, ayuda y revitaliza la América rural”.
Y señaló que la agenda demócrata debe ser un alegato en pro de la diversidad: “Creemos que nuestra diversidad es una fortaleza, no una debilidad. Es una fortaleza económica, una fortaleza competitiva y una fortaleza cultural. Somos un magnífico mosaico de personas de todo el mundo. Como John Lewis nos recordaba en este suelo: Puede que hayamos venido en diferentes barcos, pero ahora todos estamos en el mismo barco. Somos blancos, somos negros, somos latinos, somos asiáticos, somos nativos americanos, somos cristianos, somos judíos, somos musulmanes, somos hindúes, somos religiosos, somos seculares, somos homosexuales, somos heterosexuales, somos jóvenes, somos ancianos, somos mujeres, somos hombres, somos ciudadanos y somos idealistas. De muchos somos uno. Eso es lo que hace de los Estados Unidos un gran país… Comprometámonos en este primer día de la nueva legislatura a levantar el sueño americano para cada una de las personas en esta nación”.
Reconoció que la república vive ahora un momento de transición en su paso de una legislatura a la siguiente, de una mayoría a otra y, “de un año de logros a un año de ambigüedad”. Y, en este momento de transición, preguntó al hemiciclo: ¿Qué dirección elegimos? Respondiendo a la pregunta ofreció a los republicanos el compromiso sincero y seguro de trabajar conjuntamente, pero sin comprometer los principios del partido ni los de la república, y enunció el epítome del credo demócrata de la A a la Z.
“Los demócratas de la Cámara siempre antepondrán las aspiraciones del país a la autocracia, la benevolencia a la barbarie, la constitución al culto, la democracia a la demagogia, la economía de oportunidades iguales al extremismo, la facultad de la ley a la ley del fascismo, el gobierno a la gresca, el homenaje de la esperanza a la homilía del odio, la inclusión al incomunicación, la justicia a la judicialización y los tribunales especiales, la libertad a la limitación, la madurez a Mar-a-Lago, la normalidad a la negatividad, las oportunidades al obstruccionismo, las personas a la política, la Q de calidad de vida a la Q de QAnon, la razón al racismo, la sinceridad a la simulación, el triunfo a la tiranía, la unidad a la usurpación, el derecho al voto a la supresión de los votantes, las familias trabajadoras a los bien conectados terratenientes, la xenofilia a la xenofobia, el yugo de “sí, todos podemos” al yunque de “tú no puedes hacerlo” y, un zafarrancho entusiasta a la zalagarda de suma cero. Siempre haremos lo correcto por el pueblo, y no nos cansemos de hacer el bien, porque solo si no nos damos por vencidos obtendrá la ciudadanía el beneficio de la cosecha”.
La voluntad de un caucus
Y el hemiciclo estalló en una larga ovación. Ningún republicano aplaudió, sorprendidos tal vez al observar que no era el discurso de un partido derrotado, ni del líder de la minoría, sino la expresión de la voluntad de un caucus por seguir avanzando en la dirección que marca la ciudadanía. De ahí su éxito.
Los medios apenas prestaron atención al discurso de Kevin McCarthy, que tendrá que liderar la Cámara con un margen extremadamente estrecho, porque un puñado de republicanos puede inmovilizar cualquier proyecto de ley. El nuevo portavoz se enfrenta a una legislatura difícil, con miembros de su partido cuestionando el acuerdo que cerró con la extrema derecha y un Partido Demócrata fuerte. Se espera que su mandato dure dos años, pero una de las concesiones que negoció para asegurar su cargo es que cualquier miembro del Congreso puede elevar un voto de censura, por lo que reemplazarlo es administrativamente fácil.
El profundo sentimiento de división que se manifiesta entre los republicanos ha dañado la imagen del caucus conservador e incluso ha reforzado la imagen de la Cámara de Representantes como una institución consumida por los conflictos internos y por el ego de sus representantes. “Nuestra principal preocupación es que la disfunción histórica que vimos la semana pasada no haya terminado y que esto sea solo el principio”, terminó afirmando Jeffries.