A Jesús Ezkurdia, mánager del Euskaltel-Euskadi, se le nota la emoción en la voz en la antesala del regreso del "equipo de casa" a la Vuelta que arranca mañana
donostia Le gusta a Jesús Ezkurdia, mánager del Euskaltel-Euskadi, hablar de ciclismo desde la mirada de los aficionados. En realidad, dice, nunca ha dejado de ser aquel chaval que descubrió los Alpes siguiendo a la formación naranja en el Talbot Solara de su padre. A Ezkurdia le entusiasma el ciclismo de cuneta, de amigos y familia reunidos a la espera de que asomen los corredores. El destino quiso situarle en el centro del escenario en el regreso de Euskaltel-Euskadi a la Vuelta a España ocho años después de la última aparición. Ezkurdia celebra el reencuentro, que enmarca como un acontecimiento que trasciende lo deportivo.
¿Qué siente ante el regreso del Euskaltel-Euskadi a la Vuelta?
—Lo enfoco como un aficionado y siento una emoción y una ilusión terrible, la verdad. Para mí, el ámbito deportivo es secundario. Tal vez suene fuerte pero lo vivo desde la emoción y estoy nervioso antes del estreno porque este proyecto va más allá de lo deportivo, que por otra parte es una faceta que compete a Jorge Azanza, el director. A mí lo que me llena es ver la ilusión de la gente, de los socios que han creído siempre en este proyecto. Hay mucha gente que ha seguido siendo socia en los años más complicados de la Fundación, desde 2013. Esa fue su última gran vuelta para ellos y a pesar de eso han seguido creyendo en el proyecto. Para mí la responsabilidad viene de la ilusión que genera el equipo al competir de nuevo en una gran vuelta. Eso es lo que me llena de ilusión y también de nervios. Es lo que me pone.
Usted suele decir que vive el ciclismo con los ojos de aficionado. ¿Qué supone el retorno del equipo naranja a la primera línea?
—Igual suena muy pretencioso, pero para mí representa la presencia de un pueblo en una competición. Evidentemente, desde un nivel más bajo y más humilde del que fue, pero se trata del retorno de un pueblo a una gran competición. Así lo siento, al menos.
¿Qué espera del Euskaltel-Euskadi en lo deportivo en esta Vuelta?
—Que nuestros socios y aficionados se sientan orgullosos de nosotros. Tenemos que darlo todo en la carretera. Eso significa ser batalladores y aspirar a ganar alguna etapa. Iturria venció una etapa en 2019 (en las filas del Euskadi- Murias). Mikel Bizkarra creo que está muy cerquita de poder hacerlo. Está cerca de los mejores. Igual no gana, pero creo que puede estar en la pelea. Mi objetivo es que la gente que ha estado durante ocho años tragando saliva y empujando pueda ahora sentirse orgulloso de lo que le da el equipo ahora que estamos en una mejor situación.
¿Cómo ve a los corredores antes del estreno en la mejor carrera a la que el Euskaltel-Euskadi puede acceder en este momento?
—Ellos están excitados e ilusionados, pero no solo los jóvenes. Azparren, que debuta, que es un chaval en el que confiamos mucho y por eso le llevamos, está superilusionado. Pero gente más experimentada como Iturria, que sabe lo que es ganar una etapa de la Vuelta, o Mikel Bizkarra, que son más fríos, comparten esa ilusión. Lo mismo pasa entre los auxiliares. Lo cierto es que todo el equipo está encantado. La gente está como si todos tuviéramos 20 años y nos enfrentáramos a nuestra primera vez. La gente está emocionada. Salvo los cuatro chavales que debutan, en la estructura todo el mundo ha estado en una gran vuelta de un modo u otro, pero la ilusión que despierta en ellos esta vuelta es impresionante. Es muy especial para todos.
El camino hasta llegar a este punto ha sido duro.
—Sí. Este es un equipo de una afición y de un corredor que solo está pensado para la afición y para los corredores. Es difícil gestionar eso. Si quieres gestionar el equipo desde un punto de vista empresarial, tienes que tomar decisiones diferentes, pero este equipo es difícil de gestionar. Pensamos siempre en lo que hay detrás de los ciclistas y que no es otra cosa que la afición y los socios. Es una gestión que responde a parámetros más emocionales que profesionales.
¿Pensó que conseguirían estar en la Vuelta?
—Yo no pensé que llegaríamos tan lejos, sinceramente. Esto surge porque Mikel (Landa), en un momento concreto, siente que tiene la responsabilidad moral de rescatar a la Fundación. No podía dejar morir su casa. En ese mandato que me dio Mikel yo solo he tratado de poner cierto orden. Pero el primer impulso de Mikel fue muy visceral. No pensaba que seríamos capaces de estar en la Vuelta cuatro años después de involucrarnos en el proyecto.
Usted dijo que el equipo necesita estar en la Vuelta. ¿Por qué?
—Nuestra afición y nuestra masa social necesita tener a su equipo en las mejores carreras. Acabamos de correr la Artic Race y, en fin, esas son cuestiones deportivas, y este equipo no es solo un proyecto deportivo. Nosotros necesitamos el calor de los aficionados, si no, no tiene sentido. Eso se nota en las carreras. Tenemos orgullo de pertenencia. Para nosotros la Vuelta lo es todo porque es el vehículo para devolver el cariño a nuestros aficionados.
No solo vuelve el equipo. El retorno a la Vuelta supone el regreso de la marea naranja a lo grande.
—Aquí la pena es la pandemia. Nos ha tocado el regreso en una época en la que es más complicado manifestar ese cariño, debido al riesgo, a las limitaciones y a esa sensación de precaución que a todos nos invade ante las masificaciones. Nosotros tenemos más de 4.000 camisetas para repartir, pero no podemos hacerlo para evitar aglomeraciones. No podemos sacar el potencial que tiene la marea naranja y a mí, personalmente, me duele.
¿Cuál fue su primer recuerdo con el Euskaltel-Euskadi?
—Yo siempre cuento lo mismo: conocí los Alpes gracias al equipo. En mi época no había GPS. Recuerdo que mi padre me dejó un Talbot Solara y me fui con unos amigos a los Alpes. Creo que fue el primer año del Euskaltel-Euskadi en el Tour. Recuerdo que Joseba Beloki y Aitor Kintana me comentaron que iban a pasar al equipo, creo recordar que fue en el Mundial de Donostia cuando me lo dijeron y los nervios que sentían por dar el salto al profesionalismo. En aquellas todavía era el equipo Euskadi. Recuerdo el nacimiento del equipo porque amigos míos pasaron al profesionalismo gracias al equipo de casa. Eso siempre lo he tenido muy presente. Para mí tiene un componente emocional muy grande. Muchos de los que pasaron eran amigos míos, que corrían conmigo. Ellos eran buenos, pero si no hubiera existido ese equipo no serían ciclistas profesionales. Imposible. Luego muchos demostraron que eran muy buenos, pero sin aquel equipo no hubieran tenido la oportunidad para demostrar su valía.
¿Entiende que este es un proyecto vertebrador de país?
—Ese es el principio de este proyecto. En una sociedad tan heterogénea como en la que vivimos, tú necesitas un proyecto cohesionador e identitario. Todo el mundo se ha sentido a gusto con este proyecto porque no es excluyente. No se ha discutido este proyecto. Nadie tenía dudas con él. Todo el mundo lo apoyaba. En ese aspecto ha sido la casa de todos.
Hay quién considera que el Euskaltel-Euskadi solo debería estar formado por corredores vascos o en su defecto formados en Euskadi.
—Es el objetivo, pero tenemos que tener paciencia para conseguirlo. Lo que está claro es que corredores vascos de nivel los hay muy buenos a nivel mundial. No hay dudas en ese aspecto. El problema es que se necesita un aporte económico mayor para conseguirlo, porque los corredores en los que todos pensamos están muy cotizados. La Fundación tiene que aspirar a contar con corredores así; ahora, para retener a corredores de ese nivel se necesita más dinero. Hay que tener claro de dónde venimos. Ha sido una travesía por el desierto. Por ejemplo, un corredor como Alex Aranburu. Aspiramos a que en dos o tres años podamos contar con ciclistas de ese tipo y poder mantenerlos, pero aspirar a eso ahora mismo es ridículo. Evidentemente no renunciamos a la idea de contar con una plantilla de corredores vascos de nivel, pero primero tenemos que llegar a la orilla y luego comer la paella. Ahora estamos en una época de transición. Ojalá pudiéramos tener la capacidad económica para tener a los corredores vascos del Astana, o a Pello Bilbao o a Mikel Landa. A día de hoy no lo tenemos. Vamos a intentar crecer para retener a corredores vascos de nivel, pero no puedes renunciar al proyecto porque ahora no dispones del músculo económico para contar con esos corredores. O crecemos o la gente se va ir. En ese aspecto nuestra aspiración es que el equipo crezca con los corredores. Es lo que hizo el Euskaltel-Euskadi en su momento.
Hace unas semanas les recibió el lehendakari Urkullu. ¿Qué les transmitió?
—Nosotros queríamos que conociera el proyecto de primera mano y normalizar la relación en ese aspecto. Nosotros no contamos con ayudas públicas. Creemos que es otro el camino y aquella época en la que se contaba con la ayuda institucional se ha acabado. Compartimos sintonía entre un proyecto aglutinador de país con la principal institución del mismo. Nos transmitió que se sentía satisfecho y orgulloso con la imagen que el equipo estaba transmitiendo.
Recientemente han ampliado el acuerdo con uno de sus principales patrocinadores. ¿Les da tranquilidad?
—Cuando empezamos con este proyecto había cuatro fuentes de financiación: los socios de la Fundación, Mikel Landa, Etxeondo y Orbea. En la actualidad contamos con el apoyo de 30 empresas. Eso significa que hay ganas de empujar el proyecto. Unas empresas pueden dar más dinero que otras, pero todas suman. Para nosotros es un orgullo contar con 30 empresas apoyándonos. Gracias a todo ello estamos moviendo a una cantidad enorme de corredores entre profesionales, el filial del Laboral Kutxa, el equipo de chicas y otros convenidos de la Fundación. Como no tenemos el dinero para tener esos corredores vascos de los que hemos hablado, nuestra misión es fabricarlos. Tenemos que empezar desde abajo. Es un camino largo. No va a venir un inversor con 20 millones de euros, así que toca hacer otro enfoque y trabajar desde la base.
Másmóvil se ha hecho con Euskaltel. ¿Saben si siguen interesados en impulsar el equipo?
—A nosotros lo que se nos ha transmitido es que tienen un arraigo con la marca, en este caso Euskaltel, y que están encantados por la imagen y los valores que transmite el equipo. Nos han hecho llegar que vamos a estar juntos. Ellos, en ningún caso prevén ningún cambio a peor, si acaso, a mejor.
¿Cuál es la próxima estación del Euskaltel-Euskadi?
—A partir de ahora nuestros corredores van a crecer muchísimo porque se ha recuperado el camino lógico para recorrer el tránsito hacia el profesionalismo, como sucedió antes. La Fundación fue el trampolín de muchísimos ciclistas y la idea es que lo siga siendo. De la cantidad nacerán las estrellas venideras. En ese aspecto tenemos que crecer con ellos. Tenemos que acompasarnos a su crecimiento. Si no, habremos fracasado.
El Tour de 2023 partirá desde Bilbao. ¿Sueña con que el equipo esté en la salida?
—No lo pienso. La verdad es que cada vez que he pensado algo, esa expectativa se ha visto superada. Ahora me dejo llevar. En septiembre de 2017 éramos un equipo de aficionados. En diciembre de ese año éramos un equipo profesional. Continental, sí, pero profesional. A los dos años nos convertimos en Pro Team. A partir de ahí todo ha ido creciendo; las infraestructuras, contar con un equipo sub'23, con el de féminas... Cada cosa que he pensado se ha visto ampliamente superada. Mis expectativas siempre son más bajas que la realidad. Prefiero no decir nada y equivocarme otra vez.
"No pensaba que seríamos capaces de estar en la Vuelta cuatro años después de involucrarnos en el proyecto"
"La gente está encantada, como si todos tuviéramos 20 años y nos enfrentáramos a nuestra primera vez"
"Para nosotros la Vuelta lo es todo porque es el vehículo para devolver el cariño a nuestros aficionados"
"Todo el mundo se ha sentido a gusto con este proyecto porque no es excluyente, es vertebrador"
"No renunciamos a la idea de contar con una plantilla de corredores vascos de nivel, pero hay que ir paso a paso"
"El lehendakari nos transmitió que se sentía satisfecho y orgulloso con la imagen que el equipo estaba dando"