Arrasate homenajeará el día 15 a Jesusi Etxebarria, que durante 50 años enseñó música a centenares de alumnos
Por sus venas corre música. Desde muy pequeña mostró un talento especial por esta disciplina que convirtió en su profesión. En su compañera de vida. Jesusi Etxebarria es toda una pionera en Arrasate: con 20 años abrió la primera academia de música en el municipio que mantuvo activa durante medio siglo. 50 años divulgando su conocimiento musical entre numerosas generaciones de alumnos de todas las edades. Dentro de cinco días, el 15 de julio, será homenajeada en la apertura del III Festival Arrasate Blues.
Fue su padre, Juan Etxebarria, el que le inculcó el amor por la música. "Me enseñó solfeo cuando tenía cuatro-cinco años y después, a partir de los siete, tuve como primer profesor a Justo Munárriz, entonces director de la banda municipal de Mondragón con el que aprendí muchísimo", recuerda esta arrasatearra, mientras ojea uno de los cuadernos donde tiene perfectamente anotados cada uno de los capítulos que dan contenido a su dilatada carrera musical.
A los doce años, y por mediación de su tía monja Sor Benita que se encontraba en Zaragoza, viajó hasta la capital maña, y "en dos días me examiné de cuatro años de solfeo y otros tantos de piano", cuenta con entusiasmo Jesusi, que fue pupila de reconocidas figuras como el músico y director arrasatearra Juanito Arzamendi, con quien terminó la carrera de piano, el bergarés Miguel González Bastida, y el maestro Francisco Escudero.
En su salto a la docencia tuvo mucho que ver José María Arizmendiarrieta. No en vano, el alma del movimiento cooperativo vasco le animó y empujó a impartir clases. Un sobrino del sacerdote de Markina fue su primer alumno. "Ahí empezó el lío", rememora sonriente. El 6 de febrero de 1962 iniciaba su andadura la academia de Jesusi Etxebarria, durante los cinco primeros años en su casa familiar, y hasta 2012 en el número 32 de la calle Iturriotz. Arrancó con solfeo y piano, y la oferta se fue diversificando gracias al empeño de esta incansable profesora por ampliar su formación y adaptarse a los tiempos. De la mano de Demetrio Iriarte se adentró en el mundo del txistu, aprendió el manejo de la guitarra clásica, y lo llevó a la práctica en su academia donde tuvo igualmente su espacio el canto coral (también dio clases durante un año en Arrasate Musikal).
guitarra eléctrica a los 50 años Cuando tenía 50 años, y para responder a la demanda del alumnado, se aventuró con la guitarra eléctrica. "Vi un anunció en la prensa y llamé. Hasta Donostia me desplazaba para asistir a las clases de Jorge Fernández una vez por semana. Así estuve tres años. Con el mismo profesor empecé a tocar el bajo. Al principio cogía el coche, pero era tan complicado aparcar que opté por el autobús. Allí iba yo, ¡con lo que pesaba el instrumento! ", narra en un tono anecdótico y convencida de que "hay que ponerse al día".
Por su academia pasaron cientos de alumnos y alumnas. Desde los cuatro años, los más txikis, "hasta los 80 de un fraile de Santa Águeda que vino a aprender guitarra", explica. Infinidad de recuerdos en una trayectoria dedicada a infundir amor por la música, con la "enorme satisfacción" de ver que años más tarde algunos de sus discípulos siguen cultivando la disciplina. "Mis alumnos eran de Arrasate, Aretxabaleta, Oñati, Eskoriatza, Bergara y Gasteiz. Muchos chavales venían con ganas de formar grupos", expone Jesusi, que durante un tiempo tuvo a su lado como profesoras de canto y armonía a la directora de Izaskun Murgia Elkarte Lirikoa, Tere González, y Miriam Basoco, respectivamente.
Con 70 primaveras se jubiló. Hace nueve años. Pero sigue deslizando sus dedos por el piano y las cuerdas de su guitarra. El próximo jueves recibirá un reconocimiento a su gran labor musical y docente. La cita será en la Herriko plaza (19.00 horas) y contará con la participación de la que hasta los trece años fuera su pupila, Itziar Yagüe –levantará con su banda el telón del festival de blues arrasatearra–, además de alumnos de Arrasate Musikal y las voces de Goikobalu abesbatza. Está especialmente contenta y agradecida. "Es un detalle precioso", apunta Jesusi, a la vez que afirma que la música es "lo más maravilloso". "Si no existiera la música la vida sería completamente distinta", sentencia. Sin duda, es su verdadera pasión.