Jokin Altuna abre los brazos en el frontón Astelena de Eibar. Darío Gómez se lamenta con una media sonrisa. Dos estados de ánimo. Dos gladiadores. Un espíritu. La Catedral les despide en pie por el esfuerzo, llenando de aliento sus pulmones vacíos. Ungidos por la catársis del mano a mano. El amezketarra suspira, lívido, ante el resultado. Pura supervivencia. 22-19 frente a un rival mandón con la derecha, el mayor ariete del riojano, una fuerza de la naturaleza. “El último día le das con todo”, explicaba. Lo hizo. Un cañón.
Altuna III conquistó este domingo el billete a las semifinales del Manomanista sin nada en su interior, en un encuentro épico, en el que ambos pelotaris se exprimieron, explorando sus propios límites. Dos esqueletos. Todo piel y hueso. 328 pelotazos a buena en el mejor partido del presente mano a mano, el más duro, el más tenso, un dechado de virtudes que engancha al respetable a la modalidad más severa y más bonita.
El de Amezketa estuvo contra las cuerdas, pero sacó a relucir la mandíbula de cemento. Se vio beneficiado de un inicio rápido y sin apenas intercambio, en el que se anotó un 7-1 en el que sumó con una falta de saque de Darío, tres saques y un saque-remate. Conclusión: cinco tantos en apenas seis pelotazos.
Altuna III 22
Darío 19
Duración: 68:15 minutos de juego.
Saques: 4 de Altuna III (tantos 4, 5, 6 y 10) y 3 de Darío (tantos 5, 11 y 15).
Faltas de saque: 1 de Altuna III.
Pelotazos: 328 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 12 de Altuna III y 13 de Darío.
Errores: 2 de Altuna III y 6 de Darío.
Marcador: 0-1, 1-1, 7-1, 7-5, 8-5, 8-6, 12-6, 12-9, 13-9, 13-11, 17-11, 17-12, 18-12, 18-18, 19-18, 19-19 y 22-19.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Gorka Altuna (con su primo Jokin) y Asier Gómez (con su hermano Darío).
Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada de la liguilla de cuartos del Grupo B del Manomanista disputado en el Astelena de Eibar. 902 espectadores.
El dos paredes
El otro momento clave de la cita residió en el 18 iguales, cuando el riojano venía de abajo con las ideas claras –castigar con la diestra y cruzar el pelotazo por la pared–, se encontró con la posibilidad de un saque-remate y se pasó de frenada con un dos paredes que murió en las tablas de contracancha. El de Ezcaray bailaba en el filo de la navaja desde el 18-12 y remó y remó y remó hasta compactar el resultado. Se acordará de ese instante, fruto de la pasión, de la velocidad, del ritmo. El error dio oxígeno a Altuna III, que se benefició con una vida extra. No perdonó.
Ese dos paredes, no obstante, no opaca el buen trabajo de Darío durante los casi 70 minutos de debate, en los que derrochó potencia y quizás le faltó algo de precisión ante un rival con pulso de cirujano en los momentos clave. De hecho, regaló un derechazo al rebote brutal, el 17-12. Metió cintura, el alma. Tenía los pies en el cuadro tres. Mandó el cuero al ocho y medio y murió sobre el rebote. Espectacular. Histórico. Eso no se lo quita nadie.
La gestión de los errores
La última llave estuvo en la gestión de los errores. Jokin apenas cometió dos; su rival, en cambio, seis y una falta. A un ritmo infernal, los pequeños detalles pesan.
Sufrió Altuna III pese a las distancias que manejó. Estuvo 7-1, 12-6 y 18-12. Buscó la zurda de su rival, dio altura con la derecha y cruzó cerca del frontis. La brecha, un abismo en otras circunstancias, no achicó a Darío. Una vez que el partido se endureció, la velocidad de las pelotas bajó. La diestra demoledora del riojano, que adoleció de remate de aire con la zurda en algunos instantes de atasco, marcó el epílogo.