Jokin Etxaniz (Bergara, 1970) sonríe cuando le explican que algunos manistas le califican como un “padre” en el frontón. Juan Martínez de Irujo se retiró de la pelota y le dedicó unas palabras especiales. “El que más sabe de pelota del mundo”, dijo el supercampeón de Ibero. En su camino, el guipuzcoano ha asfaltado de oro páginas de la historia reciente de la pelota a mano. Es el director deportivo de Aspe, un pilar para sus manistas y un entrenador concienzudo y que destila buen rollo. Los resultados están ahí: desde 2017 la firma de Eibar solamente ha dejado pasar una txapela de Primera, la del Manomanista de la presente campaña, que ganó Laso ante Ezkurdia. El de Arbizu y Altuna III, sus pupilos, se juegan el domingo el cetro del Cuatro y Medio de Primera en Bilbao.
Aspe ha copado las finales del Cuatro y Medio tanto de Primera (Ezkurdia y Altuna III) como de Promoción (Egiguren V y Salaberria). A ese dato hay que sumar que todos los semifinalistas de Primera fueron de su empresa, así como tres de cuatro de Promoción. ¿Cómo lo valora?
—La valoración es muy positiva. No puede ser de otra manera. Es muy complicado conseguir eso. Recuerdo que en el Manomanista de 2020 metimos a Erik Jaka, Jokin Altuna, Darío Gómez y Danel Elezkano. No es fácil, porque en la otra empresa hay grandes pelotaris. Al final, en el Cuatro y Medio partes siempre con la misma cantidad de manistas. El problema lo tendremos el año que viene. Al papelón de los seis de Primera hay que sumar a Salaberria, campeón de Segunda. Hay que cribar seis de esos siete.
De hecho, los seis de Aspe llegaron a cuartos de final vivos. En total, seis de ocho contendientes.
—Eso es. Altuna III, Peio Etxeberria y Ezkurdia eran cabezas de serie, pero los tres de octavos, Darío, Elordi y Elezkano II, lograron pasar de ronda. Ha sido un campeonato redondo desde el principio. Reconozco que algunos partidos han sido apretados pero los hemos ganado. Estoy contentísimo por ello.
¿Cómo se trabaja con una plantilla de 21 pelotaris en la que cada uno está en un punto de juego distinto y con diferentes necesidades, tanto geográficas como personales?
—Hay kilómetros y hay muchas horas. A todos los sitios es complicado llegar. En este caso no está solo Jokin Etxaniz, nombraría también el esfuerzo de la empresa para que los pelotaris dispongan de material o frontones. La gente de la oficina hace un gran trabajo. Después, si en algún momento yo no puedo llegar a algún compromiso, está Jon Apezetxea para hacer los entrenamientos.
Prosiga.
—Es una rutina. Llevo ya tiempo en esto. Intentas analizar con cada pelotari qué es lo que necesita mejorar y lo vas trabajando. Hay algunos que lo captan antes o más rápido; otros, en cambio, necesitan más tiempo. Eso necesita su proceso. En ocasiones haces ese cambio y no llegan los resultados. Estoy encantado con los pelotaris, porque tienen disposición de mejorar y de trabajar.
“ He aprendido con los propios pelotaris a trabajar desde que empecé. Ese ha sido mi proceso ”
Ellos se deshacen en elogios con usted. Son conscientes de que sus consejos suelen ser siempre los más acertados por mucho que en un principio les pueda chirriar. Analizar y transmitir no es sencillo. ¿De dónde viene ese olfato?
—Vamos a ser claros: cuando empecé no tenía ni idea. Estaba jugando y veía que como pelotari no contaban conmigo, me dieron la posibilidad de entrenar a unos manistas que acababan de debutar. Era algo puntual con unos pocos. Hubo malos resultados en la empresa y al tiempo me dijeron a ver si me podía hacer cargo de toda la empresa. Sería sobre 2005. Los riojanos tenían un grupo estupendo, pero me tocó estar con el resto. Al principio me entró un poco de pánico. No sabía si iba a ser capaz. Al terminar la pelota, al fin y al cabo, estaba pendiente de si ir a una fábrica a trabajar o a lo que saliera. Me vino esta posibilidad y empecé a probar cosas y a fijarme bien. No me quedaba solamente con el resultado. He aprendido con los propios pelotaris. Ese ha sido mi proceso.
Ojo y humildad.
—Eso último sobre todo. Ahora me he soltado un poco, pero antes me costaba mucho estar con los chavales, con los padres, ir a los partidos… Eso sí, siempre con un punto de vergüenza. Vas probando los entrenamientos y ajustas. Por su puesto, siempre hablando tranquilamente con el pelotari sobre qué le parecen los ejercicios. Incluso ellos mismos me dicen qué quieren mejorar. Una de las cosas importantes es que ellos se den cuenta en los entrenamientos que van subiendo de nivel. Después, el partido es otra historia, porque no tienes tiempo para pensar. Que vean que entrenando se consigue esa mejoría da ese punto de confianza a nuestra relación. Se crea una conexión.
Tres años de la última final entre Ezkurdia y Altuna III
Efemérides – Joseba Ezkurdia y Jokin Altuna disputan este domingo su tercera final del Cuatro y Medio. Las dos anteriores, disputadas ambas en el frontón Navarra Arena, cayeron del lado del pelotari navarro. Hoy precisamente se cumplen tres años desde que el pelotari de Sakana alzara su último título en la jaula. En aquella ocasión, Ezkurdia superó al campeón de Amezketa por 22-16.
Quizás sea esa la palabra más utilizada por los componentes de su empresa. Hablan de conectar con usted no solo en lo deportivo sino también en lo personal.
—Muchas veces me ayuda no tener que tomar decisiones deportivas: quién ficho, quién renuevo, quién pongo… Eso me descarga mucho. Es más fácil. Tomar decisiones es complicado. De todos modos, yo no voy buscando llevarme bien con ellos, es algo que sale natural. Pasamos mucho tiempo juntos y me gusta que estemos a gusto, con ese punto de confianza. Sale así. Es algo que a mí me gusta, que te puedas decir lo que sea. Me tienen para lo que sea. Yo también he sido pelotari y les comprendo.
Hace una década Aspe tenía figurones como Irujo, Xala, Titín III, Laskurain, Zubieta o Barriola. En poco tiempo se retiraron todos. ¿Cómo vivió ese terremoto?
—Por eso mismo digo que lo de Aspe tiene un mérito terrible. Hay un gran trabajo detrás. Llevas años con una plantilla y de repente todos los capos desaparecen. Puede ser que se retire uno y lo vayas supliendo poco a poco, pero en poco tiempo nos quedamos sin un montón de figuras. No fue algo puntual. Tuvimos que meter a muchos con calzador, por necesidad. Debemos valorar cómo respondieron. Se habla de suerte, pero no lo sé. Fíjese, con Altuna III e Irribarria llevábamos trabajando tiempo, desde que tenían 16 años. Después, estaban Zabaleta o Ezkurdia.
“ A veces escucho: A Altuna se le veía y no hay que enseñarle nada. Pues bueno, eso dicen algunos, pero es de los que más horas mete. Él sabrá si ha evolucionado o no, pero no es el mismo que el que debutó" ”
La suerte es para los audaces.
—Fernando Vidarte en ese caso tuvo mucho valor. Arriesgó por necesidad, sí; pero salió bien. Se hizo esa transición y los resultados de estos últimos años han sido increíbles.
Catorce de las últimas quince txapelas son suyas. ¿Cuál es la receta?
—La pelota no tiene muchos secretos. Aun así, ganemos o perdamos siempre trabajo en la misma línea. No he cambiado. Por haber ganado no pensamos en que esto ya está hecho. Fíjese, Ezkurdia perdió el Manomanista de este año, pero creo que se hizo un buen campeonato. Intento valorarlo igual habiendo ganado o perdido. Tenemos un cuadro compensado. Siempre salen los que ganan, pero el resto tienen un valor tremendo. Hay que dar las gracias a los pelotaris aficionados que nos ayudan. La plantilla es un poco reducida y necesitas gente para entrenar. Echas mano de aficionados y muchas veces parece que les hacemos el favor, pero es al revés, nos lo hacen ellos. Tanto a ellos como a los clubes hay que darles las gracias. Tenemos que continuar en esa línea. Nuestros pelotaris están ganando, pero quieren seguir arriba. Eso es esencial. ¿Que la moneda ha caído cara siempre? Por algo será.
Y os surgen benditos problemas. Ahí están Elordi, Darío, Peio…
—No es fácil conseguir una plantilla de Primera. La pelota es lo que es. Da la sensación de que cada vez va a costar más por la situación que pasan los clubes. Sí valoro, aparte de quienes ganan, que haya evolución. Mi trabajo es que haya evolución, tanto en los pelotaris que ganan la txapela como en los que van creciendo. Para mí tienen el mismo valor. Luego, la repercusión es mayor con los títulos, desde luego.
Pero se tiene que abstraer de eso.
—Si no sacamos la txapela y nuestros pelotaris han sido competitivos, solo podemos felicitar al contrario porque ha sido superior.
Es el caso de Joseba Ezkurdia en el mano a mano.
—En la final no estuvo fino, pero hizo un grandísimo campeonato. Debemos valorar eso. Muchas veces solo importa ganar y mi punto de vista es que, aunque no hayas ganado, has dado un paso adelante. Por ejemplo, Peio lleva ya dos semifinales del Cuatro y Medio. Ha dado un paso. ¿Que todavía hay cosas que trabajar? Por supuesto, y no nos podemos dormir, pero va camino de mejorar. En los últimos años ha habido sorpresas y han salido nombres nuevos. Le doy mucho valor. Por ejemplo, Darío lleva cursos años en las semifinales del mano a mano, Elordi ha dado un paso, Jaka quedó campeón con nosotros… En Aspe hay muchos nombres y el nivel que dan es muy alto.
“ No tengo la sensación de que Ezkurdia fuera torpe. Aun así, es una barbaridad lo que ha conseguido con trabajo ”
¿Cómo está el campo aficionado?
—No te puedes dormir, porque hay otra empresa. Tienes que ir captando y trabajando. No hay recetas mágicas. Mucha gente dice: “Viene un fenómeno”, pero si le dejas suelto no sale. Es mi política. A veces escucho: “A Altuna se le veía y no hay que enseñarle nada”. Pues bueno, eso dicen algunos, pero es de los que más horas mete. Él sabrá si ha evolucionado o no, pero no es el mismo que el que debutó. No solo en el aspecto físico. Hay evolución y hay gente que no lo consigue.
Ezkurdia se desarrolló desde muy pronto. Cuando era un chaval ya pasaba el 1,90. ¿Pensaba que iba a conseguir moverse tan rápido?
—No tengo la sensación de que fuera torpe. De todos modos, es una barbaridad lo que ha conseguido. Hay condiciones, pero hay que trabajar mucho. Hay mucho entrenamiento físico por detrás. Hay pelotaris que tienen cosas innatas, habilidad, fuerza o visión, pero el resto hay que seguir trabajándolo.