Jon Bañales: "El Alderdi Eguna es el mejor día del año"

“Tengo la suerte de haber podido ir a todas”. El bilbaino Jon Bañales no se ha perdido ni una sola edición del Alderdi Eguna desde que este se empezó a celebrar hace ahora 43 años. “Toco madera”, sonríe a las puertas de una nueva cita, este domingo, en las campas de Foronda.

Comenzó a acudir a la gran fiesta de la militancia jeltzale con apenas ocho años, de la mano de los Gaztetxos, cuando la cita tenía carácter rotativo por los distintos territorios; la primera fue en las campas de San Miguel de Aralar, en Nafarroa, en 1977, antes de que los terrenos de Salburua tomaran el relevo durante los siguientes veinte años en 1984. “Recuerdo las colas que se organizaban en Aralar con los autobuses”, echa la vista atrás. También se le ha quedado grabada la edición de Getxo, en 1983, aquel fatídico año de las inundaciones que asolaron Bizkaia y que obligaron a retrasar su celebración. “Había partido del Athletic, creo que contra Osasuna, y fuimos seguido a la acampada, por la noche. En ese momento no caía pero cuando nos levantamos… Llovió muchísimo aquel año y volvimos a Bilbao hundidos en el autobús, con las tiendas de campaña y todo”, relata. Y es que, como todo joven, Jon también ha vivido esas acampadas que se prolongan todo el fin de semana. “Íbamos todos los del Casco Viejo y Begoña; en las acampadas de EGI hemos llegado a estar más de 5.000 jóvenes”, se enorgullece el que fuera también miembro de la Ejecutiva de los jóvenes del PNV. “Me ha tocado organizar varios años no el Alderdi pero sí la acampada. Poníamos tres txosnas. Las que se hacían en Salburua eran una pasada, con muchísima gente. El sábado organizábamos una charla y luego una manifestación hasta el centro de Gasteiz. Así que el domingo, después de dos días de juerga, los jóvenes no teníamos ya mucha correa… Era tremendo”, bromea.

UN DÍA DE FIESTA

Y es que el Alderdi Eguna va más allá de lo meramente político; es un día de fiesta, una emotiva celebración y también el momento de los reencuentros. “Mi cuadrilla montamos el sábado una carpa grande y al día siguiente nos juntamos unos treinta amigos para comer, algunos de ellos que no ves habitualmente. Lo pasamos muy bien; si llueve, que no ha sido el caso, nos protege, y si hace sol, también”, afirma.

Su plan para esos últimos domingos de septiembre arranca a primera hora de la mañana. “Quedamos a las 10 para tomar un talo, seguimos el acto político y luego toda la cuadrilla vamos de txosna en txosna. Es un poco complicado, porque igual queremos ir a una que está al otro lado y como te reencuentras con tanta gente, primero se para uno a hablar, luego otro… Pero es un ambiente bonito, nos encanta; para mí es el mejor día del año”, asegura rotundo. Es una jornada siempre marcada a rojo en su calendario; no hay vacaciones ni otro plan que se interponga. “Vamos desde el sábado y ya tenemos organizado quién lleva la carpa, cuántos vamos a ir a montarla, cómo organizamos la comida… De esto último se encargan todos los Urtasun, la familia de mi mujer”, enumera. “Nos quedamos hasta tarde; no vamos en autobús, que salen de vuelta sobre las cinco, para poder aprovechar todo el día: hay música, buen ambiente…”.

DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN

Una tradición que, en su casa, se mantiene de generación en generación. “Nuestro hijo nació en junio de 1998 y el 15 de septiembre le tuvieron que operar; hablamos con el doctor para ver si podíamos ir y ese día también acudimos al Alderdi con él. No faltamos ni siquiera aquel año”. Ahora es aquel pequeño bebé el que se apunta, junto a sus primos y amigos, a las acampadas juveniles, siguiendo así la estela de sus padres. “Van una buena cuadrilla; ya tenían tiendas pero han comprado más. Este año coincide con el Athletic-Alavés, que se juega el viernes; van al partido y seguido a la acampada”.

La pandemia supuso la cancelación de las citas de 2020 y 2021, las únicas veces que ha faltado a la cita, “aunque sí que se hizo un pequeño acto, que vi por streaming. Lo pasamos mal; estuvimos la familia viéndolo en la tele y hasta se nos escaparon algunas lágrimas”, se le ensombrece el rostro. La precaución y la previsión de lluvia provocó que la afluencia tampoco se recuperara al 100% el año pasado; para este domingo, por el contrario, se espera un llenazo absoluto en Foronda. “Parece que no va a llover”, confía. Y es que, afirma, el tiempo que haga ese día también influye. Aunque algunos, adelanta, “vamos a ir sí o sí”.