This is Athletic. Como si se emulara el acceso a Anfield, el orgullo del Liverpool, que no de la ciudad de los Beatles. El fútbol es sentimiento, que se acentúa en el caso del Liverpool y del Athletic. Van de la mano, con sus evidentes diferencias, por mucho que el Athletic beba del fútbol inglés y el Liverpool sirva de referencia de semejante simbología. El Athletic es el Athletic. Y las elecciones a la presidencia de la entidad bibaina ofrecen su punto único. Y las del Liverpool. Salvando distancias, la masa social athleticzale presume de su autonomía, dice que no le influye nadie. O quizá sí. Lo cierto es que el mundo Athletic va a contracorriente. Guste o no. Es el socio del Athletic el que ha dictado sentencia. Tenía tres opciones, como ocurrió en 2007. Cada una con su marca. Para lo bueno o para lo malo. 40 días después de una campaña que se hace muy larga. Demasiado. Esta, incluso, mucho más. Jon Uriarte, visto lo visto, ha sabido leer la letra pequeña del escenario actual. Ni siquiera le ha penalizado el extraño caso Carlos Aviña. Ha llegado a la fibra del socio son su mensaje de aire fresco, pese a los grises que podria ofrecer en los últimos días de la campaña. Para sorpresa de algunos, para los que no le han votado, y no tanto para otros, para los que le han votado. Uriarte, así las cosas, ha acabado con la tradición. Será desde este viernes el presidente de los nuevos tiempos hasta 2026. El presidente del Instagram, del Tik Tok, de las RRSS. Y con él irá de la mano Ernesto Valverde, al que también quería Ricardo Barkala. El ying y el yang. Ahí asoma la contradición. Ha podido más la sensación, lo intangible, que lo tangible. Que se lo digan a Valverde, que había pedido consenso. O que se lo digan a Marcelo Bielsa, el otro gran perdedor. O a Iñaki Arechabaleta, al que no le ha valido ni siquiera su fuerte y decidida apuesta por el rosarino, que para su gente parecía intocable. El mesías para ganar unas elecciones. Las ha ganado otro mesías, el de la década de los años veinte del siglo XXI.
Uriarte ha roto todos los pronósticos. Ha arrasado. El affaire Carlos Aviña, el director deportivo del que Uriarte tuvo que renegar a pocas horas de la cita con las urnas por sus tuits del pasado en los que mostró su perfil homófobo y racista, no le ha pasado, entre otros detalles, factura, ni su atípica política de comunicación, ni... Le ha premiado su mensaje. El soplo de aire fresco del que ha presumido ha pasado por encima del pragmatismo. Han votado 23.506 socios, el 58,41% del total. Casi otros 20.000, un poco menos de la mitad de los que tenía derecho a voto, se han quedado en casa o ha preferido no pronunciarse. De esos más de 23.500 sufragios emitidos, 10.979, la segunda mejor marca solo por debajo de la conseguida por Josu Urrutia en 2011 (12.057) han sido para Uriarte, el 46,71%, rozando la mayoría absoluta, del total; 7.927, el 33,72%, se los ha llevado Arechabaleta; y 4.262, el 18,13 %, han apoyado a Barkala, el gran perdedor. 213 votos han sido en blanco y otros 125, nulos. Un triunfo contundente del que debe tomar nota un club que alardea de su peculiaridad. La indeferencia, se quiera o no, ha superado a los pronósticos más halagüeños. Una alta abstención que merece una reflexión. Como la que tienen que hacer también Arechabaleta, el segundo más votado y que había puesto toda la carne en el asador con la apuesta por Bielsa y un plan ambicioso; y Barkala, el que menos respaldo ha obtenido y cuyo fracaso ha sido sonado pese a ser el que más datos de su proyecto ha proporcionado. Una realidad que merece una especie de tesis doctoral.
Uriarte, así las cosas, cogerá las riendas del club durante los cuatro próximos años. Así lo han decidido los socios, la voz soberana, unos resultados que hablan por sí solos. El emprendedor bilbaino, con un discurso que ha calado en el socio, ha ganado en las 24 mesas habilitadas. Desde la de mayor edad a la más joven. La alta participación, diez puntos más que en 2018 pero también diez puntos menos que en los comicios de 2011 que ganó Josu Urrutia , ha aportado su granito de arena para decantar una victoria rotunda de un candidato que ha necesitado menos de lo que dicen los cánones para convertirse en el sucesor de Aitor Elizegi, que también dejó en mal lugar a las quinielas en las anteriores elecciones, y gestionar un nuevo tiempo consciente de que el reto es mayúsculo ante el mandato de la masa social.
El que será nuevo presidente del Athletic asume la exigencia. Dijo el mismo día en que presentó su candidatura en un acto a pie de calle debajo del puente de La Salve que se veía ganador. Así ha sido. Su mensaje rompedor, un equipo que encarna un perfil radicalmente diferente al clásico en todas las elecciones y una comunión con el sentir del socio más inconformista le han dado un triunfo mas holgado de lo previsto. Valverde, además, sabe que le tocará coger su parte de responsabilidad como entrenador en su tercera etapa al frente del equipo rojiblanco. Aceptó la propuesta de Uriarte y la de Barkala, como un compromiso con el Athletic más allá de las reglas electorales. Uriarte le ha permitido su regreso al mando de los leones. Ahí tenía una posibilidad de éxito doble respecto a Bielsa, solo avalado por Arechabaleta. Las miles de horas que el argentino dice haber empleado para intentar convencer al socio del Athletic se ha quedado en papel mojado. Su lección apoyada en un estudio minucioso de la plantilla y de su plan no ha seducido al athleticzale. Valverde, en cambio, sí lo ha conseguido. Con menos ruído. Uriarte, sin embargo, es consciente de que lo más duro le llega desde hoy mismo, cuando tome su primer contacto con Ibaigane y con la realidad de este Athletic. Son tiempos nuevos.