El Gobierno vasco calcula que en Euskadi existen unos 5.000 pisos turísticos, el 30% de ellos ilegales. Su proliferación en los últimos años al calor del incremento del turismo, principalmente en Donostia y Bilbao, genera controversia. Y es que Europa, y la CAV no escapa de esta problemática, enfrenta una grave crisis de vivienda precisamente por la escasez de hogares para residir. Ante esta realidad y la contestación social surgida en los últimos meses, los propietarios de viviendas turísticas se sienten señalados y en el ojo del huracán. “La vivienda turística se ha convertido en el enemigo y creo que es el mal menor”, se justifica José Ignacio, que cuenta con tres pisos turísticos.
“Para mí es un negocio y hay gente que necesita una casa, así que entiendo el malestar. A mí me parece justo que alguien pueda acceder a una casa, pero para mí el problema no viene de la vivienda turística, viene de que somos cada vez más pobres, de la pérdida de poder adquisitivo, de que viene a vivir gente de otras ciudades y países porque Bilbao es hoy en día una ciudad atractiva, que antes vivíamos cuatro en una casa y ahora hay muchas viviendas con una sola persona. Se están dando cambios y no se hacen casas. ¿Dónde metemos a todo el mundo?”, asegura.
“Estoy de acuerdo en que el alquiler turístico hay que regularlo, pero se pone el foco en él desde la política y las administraciones para no responsabilizarse de la situación”, critica. José Ignacio compró la primera vivienda como inversión en 2018 y ahora cuenta con un total de seis. En algún momento se llegó a plantear poner una de ellas en alquiler habitual, “pero como empresa me obligaban a hacer siete años de contrato y eso ya no me gusta, porque tengo conocidos que han tenido inquilinos que no han pagado y han tenido muchos problemas”, explica.
Reconoce que con las viviendas turísticas puede llegar a ganar el triple en algunos meses. “Pero, para mí, la rentabilidad no es tan importante como la seguridad. Con el alquiler habitual tienes cero seguridad. Si metes a una familia con críos y no te quieren pagar, no te van a pagar, y como familia vulnerable no les puedes echar”, añade. En cambio, para Daniel, con ocho viviendas turísticas, la razón es principalmente la rentabilidad. Y apunta: “Con la vivienda turística te aseguras de que te paguen, porque va a través de Booking o Airbnb. Y, luego, también me lo gestiona una empresa. Es otro perfil de alquiler”, explica.
Ambos se han tenido que enfrentar a la oposición de las comunidades de vecinos, reacias a tener un piso turístico en su inmueble.
“La vivienda turística no es ningún problema, pagamos algo más de cuota en la comunidad y es una posible vivienda por cada portal y un primero”, se queja Daniel, que coincide con José Ignacio en el diagnóstico: “Me hace gracia que achaquen al tema de los alquileres turísticos el problema de la vivienda, cuando el problema de la vivienda es que se han inflado los pisos de tal manera que uno en Elorrieta cuesta 1.100 euros cuando el salario de la persona que quiere alquilar es de 1.200 euros. Cada propietario lo va poniendo un poco más caro cada vez y se infla el precio. Pero la vivienda turística no es el problema, estamos hablando de que están en zonas turísticas, una por portal y en un primero. Antes los primeros eran pisos que no quería nadie y ahora hay una burbuja, son más caros, pero esa burbuja la pago yo. A la hora de comprar la gente siempre tira de pisos altos”, subraya.
José Ignacio reconoce que hay mucha vivienda turística sin licencia y muchas habitaciones turísticas ilegales. “No hay inspecciones y hay mucho pirata. Eso hay que regularlo y controlarlo mejor”, pide. Ambos defienden el negocio y subrayan: “Con la vivienda siempre se ha hecho negocio. Bilbao es ahora una ciudad turística y a los turistas hay que ofrecerles servicios”.
El dato
500
En Euskadi hay 500 particulares y empresas que cuenta con cinco o más viviendas como propiedad. Son los grandes tenedores, según la Ley de Vivienda. Antes, hacían falta diez inmuebles en posesión para ser considerado como tal. La mayoría son personas físicas (se identifican 297 particulares), mientras que otros 223 están identificados como empresas privadas. Es el caso de José Ignacio y Daniel.