Cuando el 24 de junio de 2011 se produjo el largamente trabajado desembarco de José Antonio Querejeta en el Deportivo Alavés –al principio acompañado de socios inversores, de un tiempo a esta parte en solitario–, el club encontraba la solución inmediata a todos los problemas económicos que en ese momento ponían en riesgo incluso su supervivencia. No en vano, el presidente del Baskonia llegaba a Mendizorroza con el aval de sus años de gestión en el baloncesto y el respaldo de unas instituciones, como en otras épocas, que querían una persona de garantías en el Paseo de Cervantes.
La luz que entonces ni se contemplaba al final del túnel en el que la entidad se encontraba desde que Dmitry Piterman dejase sus arcas arrasadas refulge esplendorosa hoy, casi una década después. No en vano, El Glorioso vive uno de los mejores momentos de su historia en el plano deportivo –la próxima será la sexta temporada consecutiva en Primera División, récord del club–, cuenta con un respaldo social sin apenas parangón previamente y en el plano económico vive tiempos de bonanza con el millonario riego de euros que supone estar en la máxima categoría. La deseada estabilidad, en definitiva, para un Deportivo Alavés tristemente acostumbrado a los vaivenes que le han llevado a velocidad de vértigo de una categoría a otra y cuya historia presenta varios capítulos en los que ha estado cercano al deceso.
Afortunadamente, la historia que ha podido escribir el Deportivo Alavés en su centenario hoy es diametralmente opuesta. Hace diez años, Josean Querejeta adquirió el club albiazul cuando nadie más quiso hacerlo y trasladó el modelo de gestión frente al Baskonia, que ha resultado exitoso. Así, el Deportivo Alavés en su cien cumpleaños puede hablar de cuentas saneadas y de ser un club profesionalizado .
Una recuperación que ha caminado paralela en el terreno de juego. De la mano de Natxo González se regresó al fútbol profesional en 2013; un año después, con Alberto López en el banquillo, se firmó la milagrosa salvación de Jaén que refrendó el ascenso anterior; y llegaría en 2016 el retorno a Primera División, del todo inesperado y obra del bloque granítico que conformó José Bordalás. Desde entonces, cinco temporadas consecutivas en la máxima categoría –con la sexta en el horizonte– aderezado en 2017 con la presencia en la final de la Copa del Rey por primera vez en la historia que hizo recordar a la ciudad y al territorio que las grandes gestas son siempre posibles cuando se trabaja por ello. Un proyecto, en definitiva, en constante remodelación –con apuestas palalelas como la creación del equipo femenino o la ampliación de la ciudad deportiva de Ibaia– que vive una etapa de inusitada estabilidad de la mano de Josean Querejeta.