El palmarés de Joseba Ezkurdia (Arbizu, 1991) habla por sí solo: dos txapelas del Campeonato de Parejas de Primera (2018 y 2020) y tres del Cuatro y Medio (2018, 2019 y 2022). Es una figura. Su unión con Beñat Rezusta está funcionando, pese a que muchos dudaban de ellos. Este domingo se miden a Artola-Mariezkurrena II en busca de un cetro deseado en el frontón Navarra Arena de Iruñea, a partir de las 17.00 horas.
¿Supone esta final del Parejas una reivindicación de su estatus?
—Estoy contento de haber llegado a esta final. Desde el principio tomé con muchas ganas el campeonato, porque me hacía mucha ilusión jugar con Rezusta. Lo que he pasado este último año y medio me hace valorar más lo conseguido. Tenía ganas de sacar la cabeza y dar la vuelta a todo lo que he escuchado, quería demostrar que no estaba acabado o para la retirada.
Cumple 34 años en abril.
—Me veo bien tanto en el plano físico como en el mental. Me siento con fuerza. Cuando las cosas no salen como tú piensas, sabes que las críticas van a aparecer, que te van a querer retirar. Estoy trabajando a diario para mantenerme el mayor tiempo posible arriba. Me centro en lo mío. Trato de entrenar bien y cuidarme.

Joseba Ezkurdia y Beñat Rezusta, finalistas del Parejas tras derrotar a Laso-Iztueta en el Atano III de Donostia.
Desde que ganó el Cuatro y Medio de 2022 no había conseguido darle la vuelta a una mala racha de resultados y juego. ¿Cuánto trabajo ha habido para salir de ese bache?
—Mucho. En el último año y medio no he rendido como yo hubiera querido. En los entrenamientos me veía bien en todos los aspectos, pero luego me bloqueaba a la hora de salir a la cancha. No sé por qué no sacaba todo lo que tenía dentro. Estoy trabajando y voy asiduamente al psicólogo. Es algo que me hace bien. Me siento mucho mejor. Es un instrumento más y me viene muy bien.
¿Ha sido un proceso gradual?
—Ya le digo que no me veía mal tanto entrenando como a nivel físico. En el último mano a mano sí que me di cuenta de que no gestioné bien ni la presión ni los nervios. Ahí empecé a ir más en serio al psicólogo. Desde julio de 2024 estoy yendo regularmente. Lo noto.
¿Llegó a experimentar cierta ansiedad por ganar?
—Por momentos sí. Al final, sientes que tienes que demostrar. En este Parejas, en cambio, no lo he experimentado. Quiero seguir así. Es bonito estar en una final y es un día maravilloso para disfrutarlo. Es muy difícil llegar a las finales, cada vez más, y hay que valorarlo.
El fin del bloqueo
Hablaba del bloqueo que sentía en algunos momentos y, sin embargo, en el último partido de la liguilla de semifinales del Parejas, en el que necesitaban 16 tantos, el Ezkurdia que saltó a la cancha fue un Ezkurdia ambicioso, agresivo. No le temblaron las piernas.
—Salí decidido. Tengo que reconocer que estaba nervioso, pero a la hora de jugar, en el plano táctico, tenía las ideas muy claras. La pelota me salió rápida de la mano, tanto de volea como de gancho.
Forman una combinación muy trabajada tácticamente. Salen a la cancha con el plan bien establecido de antemano.
—Sí. Tanto Beñat como yo sabemos cuál es nuestro punto fuerte, lo que tenemos que hacer en todos los partidos y tratamos de hacerlo lo mejor posible. Intentamos fallar poco, ser sólidos y llevar la batuta. Es muy importante sumar y ayudarnos el uno al otro. Beñat me ayuda muchísimo y me da una confianza tremenda. Esto se trata de funcionar como pareja y lo estamos consiguiendo hasta ahora. Esperamos que siga así en la final.
Lanza muchas flores a Rezusta. ¿Cree que se trata del mejor pelotari del campeonato?
—Diría que sí. Está siendo el más regular de todo el Parejas, eso seguro. Quitando un partido, el de Azkoitia –perdieron 6-22 ante Laso-Iztueta–, está dándole mucho a la pelota y pierde muy poco. Está a un nivel enorme.
Su fusión con Rezusta
Los resultados ayudan, pero se les ve contentos juntos.
—Somos parecidos. Es fácil entenderse con él. Ayuda y transmite tranquilidad. Estamos compitiendo bien.
Ya les toca trabajar también en cada partido...
—Somos currelas. No tenemos ningún miedo a que los partidos se alarguen y sufrir. Eso es importante.
Uno cuando llega a estas alturas es ambicioso, pero eso no quita que, pase lo que pase en la final del Navarra Arena, hayan cuajado un Parejas de sobresaliente, ¿no?
—Estamos contentísimos. Fíjese, hemos planteado el campeonato con pequeñas metas que hemos ido superando. Al principio, nuestro objetivo era entrar en el play-off y hacer las cosas bien. Después, cuando vimos que estábamos arriba, nos centramos en entrar directos en las semifinales, quedando entre los dos primeros de la liguilla regular –fueron primeros–. Más tarde, pensamos en la final. Y así hemos ido: poniéndonos objetivos pequeños. Nos ha funcionado.
Tiene dos txapelas del Parejas –con Zabaleta en 2018 y con Martija en 2020–.
—Intentaré ganar la tercera. Estamos bien. Llegamos en un momento bueno de juego y tenemos nuestras opciones. He preparado la final con mucho mimo.
El Navarra Arena
Y algunos les daban por muertos antes del primer partido...
—Algunos nos querían enterrar (risas). Estamos felices, la verdad. Aprovechamos el momento. Nosotros teníamos claro que juntos sumábamos y que íbamos a dar guerra.