Joseba Ezkurdia escapa de la espiral en el Cuatro y Medio de San Fermín

Venía Joseba Ezkurdia a por el segundo capítulo de una trilogía de partidos, todos seguidos, uno detrás de otro, después de que Iñaki Artola causara baja de última hora en Muskiz por una sobrecarga en el sóleo. Jugó el sábado. Jugó este domingo en Eibar. Juega este lunes en el frontón Baratze de Segura. Llegaba el de Arbizu al Astelena con la responsabilidad de enfrentarse al Cuatro y Medio de San Fermín, una modalidad que domina; no en vano, en 2022 se proclamó campeón de la especialidad y en 2018, 2019 y 2022 conquistó en su versión oficial e invernal.

Y metió a Javier Zabala en la espiral, en la vorágine, en el ritmo endiablado de un pelotari potente, de pelotazo violento y expeditivo. Dinamita en las manos. El rock and roll de Ezkurdia transformó la eliminatoria de octavos de final en un camino vedado para el prometedor riojano, con graves problemas para contrarrestar la velocidad del veterano de Sakana. El logroñés falló más de la cuenta debido a la cadencia asfixiante.

Ezkurdia sumó su cuarta victoria consecutiva desde que volvió de las vacaciones, tres de ellas dentro de la jaula –dos del Torneo Bizkaia por equipos, donde ya tomó buena cuenta del propio Zabala, y la de este domingo–. Está rodado. Si bien durante los meses anteriores el de Arbizu había pasado un bache de juego, está sacando la cabeza. La pelota le sale de otro modo de la mano: más veloz, más brutal, más potente; sus movimientos son precisos, expeditivos, descarnados. Hambre lobuna. Apetito. La ambición es un crujido permanente en el deportista, un dolor de estómago que no cesa, un millón de hormigas Atta mordisqueando el pellejo. A Ezkurdia tal vez le había abandonado ese fulgor, pero no la capacidad de trabajo. Y parece que está regresando por sus fueros. Escapa del pozo. La inspiración llega en el tajo. Está peligroso. Vuelve a sonreír. Da gusto verle así. Otra vez Joseba. Otra vez Ezkurdia. Cuidado.

Ocurre que se encontró Zabala con un adversario rampante y orgulloso que no le dejó apenas un segundo de respiro. Se contabilizaron 199 pelotazos a buena en apenas 39:09 minutos de juego para poner un 22-11 en el marcador de un partido en el que apenas hubo pimienta. Ezkurdia se impulsó en la facilidad para mover la pelota, se atornilló en el centro de la cancha y se reafirmó con la firme intención de dar siempre un paso hacia delante.

Ligera emoción

Los encuentros contra Zabala, asimismo, cuentan con el morbo añadido de los roles empresariales; pues el riojano se ha convertido en los últimos meses en la gran apuesta de Aspe y el resto de delanteros elitistas –quitando a Altuna III, en el Olimpo del campeón del Manomanista– desea conservar su espacio. Ezkurdia lo afrontó con solidez, mas también con ideas claras. Abrió con un voleón por la pared y una versión beligerante que mantuvo durante todo el partido; de hecho, quitando un par de errores al recoger la pelota con la derecha en la contracancha del Astelena, apenas regaló, cuestión primordial para sus aspiraciones. 

Hasta el 6-5 hubo cierta emoción. Rompió Joseba con una tacada de cuatro tantos a lomos de un huracanado pelotazo. Los dos yerros con la diestra del de Sakana abrieron la espita a Zabala, que se encontró además con un saque-remate (10-8). Ezkurdia paró el partido. Y Javier se acordará de su error: falta de saque. Bomba de oxígeno. Bomba de relojería Ezkurdia. No perdonó. Físicamente superior, apretó con cortadas a los pies, voleas que sacaron de sitio a Javier y remates potentes. De un plumazo: del 10-8 al 19-9 y el defintivo 22-11. 

Joseba Ezkurdia. Oskar González