A Joseba Ibarrola siempre le ha gustado escribir, pero nunca se había planteado publicar nada hasta la muerte de su hijo Mikel en marzo de 2016, víctima de bullying en el colegio y en su equipo de fútbol. En 2019 publicó su primer poemario Si pudiera detener el tiempo y ahora sale a la luz su segundo libro de poemas, Los besos que nos robaron, continuación del anterior. “Mis poemarios son un homenaje a mi hijo Mikel y lo que pretenden es aportar mi granito de arena para concienciar a otros padres para que estén alerta ante situaciones de acoso que pudieran sufrir sus hijos e hijas y evitar lo peor”, asegura.
‘Los besos que nos robaron’ es el segundo poemario que escribe tras la muerte de su hijo Mikel. ¿Escribir es parte de la terapia?
–Escribir es una catarsis, un paso más en el proceso de duelo por la ausencia de mi hijo Mikel y un alegato visceral en contra del acoso escolar y en favor de la vida. Estas letras están escritas en su recuerdo y en homenaje a él y a su sonrisa. Son una especie de cartas dirigidas a Mikel, poemas cortos escritos con la pluma del dolor resultado de la traducción a versos de conversaciones que parten desde dentro del alma. Mi libro es también un beso desde la distancia a todos los padres y madres que han pasado por la misma situación que nosotros y que, a pesar de todo, siguen adelante.
Del primer poemario vendió cerca de 400 ejemplares y todo apunta a que con el segundo va a superar estas cifras. ¿Sorprendido con la respuesta recibida?
–Más que sorprendido muy agradecido por la respuesta. El primer poemario lo autoedité con una editorial pequeña y sin apenas difusión por lo que su distribución fue muy modesta limitándose a mis círculos más cercanos. Con Los besos que nos robaron he cambiado de editorial y he optado por darlo a conocer a través de listas de difusión de whatsapp, lo que está posibilitando una mayor difusión. Mi objetivo no es tanto la venta sino tratar de que se difunda lo máximo posible para combatir esta lacra. Solo pretendo remover conciencias, aportar mi granito de arena para promover le educación emocional entre los jóvenes y evitar que lleguen a situaciones límite sin vuelta atrás.
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¿Nos preocupamos demasiado de la parte académica y poco de la emocional?
–Sin duda. La educación emocional debería tener más protagonismo de lo que actualmente tiene tanto en el ámbito escolar como en la sociedad en general. Nuestros hijos se ven abocados a afrontar cada día situaciones para las que, en muchos casos, no están emocionalmente preparados. Mis poemas son una llamada de atención a la sociedad en su conjunto y a los padres y madres en particular para que estemos lo más atentos posible a lo que están viviendo nuestros hijos y a lo que les pueda suceder. Y más si cabe en nuestros días con las nuevas tecnologías y redes sociales de todo tipo, me refiero sobre todo al peligro que representa el ciberbullying, que los convierten en seres muy vulnerables. Mi mensaje es claro: pido a quienes sean testigos de situaciones de acoso que no se callen y las denuncien para visibilizar el problema y tener la oportunidad de salvar vidas. El acoso puede llegar a matar y los casos, aunque no suelen aparecer en los medios, son incontables. Con Mikel, ni con tantos otros chicos y chicas acosados, por desgracia ya no podemos llegar a tiempo pero sí que podemos ayudar a muchos otros que sufren bullying en entornos escolares y deportivos y no saben cómo reaccionar y mucho menos afrontar.
Usted pone el foco en el entorno, en las personas que no son ni acosadores ni acosadas, pero sí testigos de una situación de bullying.
–Nunca podremos solucionar este problema incidiendo únicamente en el acosador o en el acosado. Es más, los acosadores saben lo que están haciendo pero la mayoría no es consciente de las consecuencias fatales que sus actos pueden tener. La solución está en el entorno, sobre todo en los amigos que siempre son testigos. La clave es visibilizar la situación de acoso para poder erradicarlo y salvar vidas. Hablamos de situaciones que incluso pueden terminan en suicidio.
¿Cree que se está avanzando en la visibilización del acoso escolar o aún queda mucho por hacer?
–Queda mucho por hacer. Es cierto que hoy se está más alerta que hace unos años, sobre todo debido a la presión social y a las campañas de sensibilización pero todos los esfuerzos son insuficientes, ahí están las cifras. Las estadísticas ofrecen un porcentaje elevadísimo de menores que sufren bullying. Es imprescindible mantener y ampliar las campañas para concienciar y formar a la sociedad, en especial a niños y adolescentes.
¿Se ha planteado contactar con Educación para que difunda el poemario en colegios e institutos?
–La verdad es que no, aunque no niego que me sentiría muy orgulloso ya que se conseguiría el objetivo último de la publicación de mis libros. Mis poemarios pueden llegar a ser una herramienta de trabajo para luchar contra el acoso escolar por la experiencia que transmiten sus letras; de hecho, profesores de centros educativos de Girona, Lleida, Barcelona o Valencia me han contado que los han utilizado en las clases con sus alumnos para hablar sobre el acoso escolar. También me han contactado de varios centros educativos para contar mi experiencia pero creo que, de momento, no estoy emocionalmente preparado.
Han pasado ya 6 años desde la marcha de Mikel pero imagino que cada caso que conocéis os hacer revivir el sufrimiento padecido.
–Sí, así es. Conoces casos de padres y madres que han pasado por lo mismo que pasamos nosotros y a veces, gracias a las redes sociales, interactuamos. A mí me ayuda mucho escribir como una vía para desahogarme y tratar de ayudar al menos mínimamente en la labor de concienciación sobre el bullying. Otras personas son más activistas y optan por vías directas de denuncia y reivindicación, exigiendo a las administraciones planes de actuación. Cada cual afronta la ausencia como puede y mejor le parece, todas las opciones son respetables y necesarias. Nosotros no pudimos ayudar a Mikel porque desconocíamos el acoso que estaba padeciendo y que le llevó a tomar la decisión que tomó. En muchos casos, los menores acosados creen que no hay salida cuando sí la hay; la hay siempre. Visibilizar el acoso es entrar en el túnel en el que están metidos y poner una luz que les ilumine y les permita escapar. Hay que trabajar para ayudar al entorno a reconocer las situaciones de bullying para hacer saltar la señal de alarma y salvar vidas.
AUTOR
Joseba Ibarrola estudió Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Su hijo pequeño Mikel sufrió acoso escolar en el colegio y en el club de fútbol y “se marchó” en 2016. Tenía 16 años. En 2019, Ibarrola publicó su primer poemario Si pudiera detener el tiempo y acaba de publicar el segundo Los besos que nos robaron. El libro está a la venta en la Librería de la Estafeta, en Insula, Miriam y Katakrak (Iruña) ; Folder (Tafalla) y en Amazon. Precio: 13 euros