El día de Navidad falleció aquel cuyo lema de día a día era “colaboremos para que los más débiles e indefensos existan y vivan”. El autor de este discurso era Josetxu Canibe Berganza, sacerdote, misionero, escritor con libros publicados y periodista de DEIA o Radio Popular, entre otros medios.
Era natural de un pueblito alavés llamado Retes de Llanteno y nacido el 4 de febrero de 1934. Con 25 años se ordenó sacerdote y desde entonces, su vida ha sido todo menos sedentaria y de entrega generosa continua a la sociedad. Por todo ello, en 2008, el Ayuntamiento de Bilbao le reconoció con el premio Norte Sur, reconocedor del compromiso ético, moral y social “para la construcción de un mundo justo”. El alcalde del botxo entonces, Iñaki Azkuna, fue el encargado de otorgar al religioso vasco la primera entrega de este reconocimiento público.
Su biografía es prolífica como pocas. Josetxu pareció vivir más de una vida en sus 88 años. Fue cura de pueblo en Pagoeta, Baroja y Moraza; misionero en Ecuador y Venezuela; en el arranque de los años 70 del siglo pasado acude a Bilbao, a Arabella, y también a Txurdinaga; en Portugalete se vuelca con el movimiento eskaut; de La Inmaculada –en Bilbao– le destinan a Trapagaran... Mientras tanto, como periodista colabora en Radio Popular, en DEIA –escribía un artículo semanal que era referente para otros religiosos– y le nombran director de la famosa revista misionera Los Ríos, cargo que asumió durante dos décadas.
El alavés viajó a aquellos países de los que quería conocer su situación, caso de Ruanda, Congo, o los de la Amazonía, incluso ya afectado por el mal de parkinson. En 1984, fue capellán de algunos obreros que vivieron el conflicto de Euskalduna, como también medió en el barrio de Txurdinaga por problemas sociales.
Canibe también será recordado como fundador e impulsor de la ONG Yan Lur (Tierra Madre) dedicada a la ayuda a los pueblos indígenas. Uno de aquellos proyectos fue el mantenimiento del barco Siloe, que sirve de ayuda sanitaria y educativa a las tribus indígenas de las riveras internas del río Amazonas.
A muy grandes y resumidos rasgos, esa fue la impronta en la sociedad y sociedades de Josetxu, quien cuando recibió el premio Norte Sur, amplificó las siguientes palabras a Azkuna y el resto de personas presentes en la gala. “Imagino que el premio Bilbao Norte Sur pretende crear conciencia para ir achicando el muro que separa a los ricos de los pobres. Por ello, felicito al Ayuntamiento de Bilbao por esta iniciativa. Es posible que más de uno la juzgue tibia, demasiado suave, poco comprometida y que lo importante es un cambio radical, imponer, parir otro sistema socioeconómico. Pero no sé si estamos en época de revoluciones. Tal vez sea más eficaz una evolución continuada. Ya sé que esto no sugiere titulares explosivos, pero ‘la acción más pequeña vale más que la intención más grande”, acentuó.
Canibe, como él mismo argumentaba, “posiblemente, sin llegar a la conclusión de que todo el mundo es bueno, las personas van sembrando, desgranando constantemente acciones cargadas de bondad incluso inconscientemente, rutinariamente, aunque, después, suele suceder que vemos o nos fijamos más en lo malo”, lamentaba.
Por ello, este alavés universal estimaba que hay una estrategia al alcance de cada persona de esta sociedad global: “Además de exigir a los mandatarios de acuerdo a su poder; muchas cosas pequeñas, hechas en muchos lugares pequeños, por mucha gente pequeña, pueden transformar el mundo. Toda revolución exige mucho tiempo y mucho esfuerzo silencioso. Lo cual es más verdad para mí desde que cuento con la compañía permanente de un señor, por cierto, bastante incómodo, llamado Parkinson”.
Siempre con los pobres
Canibe se mostraba al mundo con aquella famosa máxima del teólogo brasileño Leonardo Boff: “No soy pobre, pero estoy con los pobres”. Lo demostró siempre. Entrando en harina diremos que comenzó impulsando un centro cívico en la montaña alavesa en la que no había un centro de reunión para los moradores de la zona. Allí, colaboró “para la agrupación de tierras para trabajarlas conjuntamente”, detallan amistades que lo conocieron bien.
Estos narran que, como misionero, en Ecuador siempre participó en la comunidad inspirado en la ayuda a la gente sin tierra y más necesitados. Así, refundó la Cooperativa de Ahorro y Crédito, para cuyo arranque vendió su primera máquina de escribir regalo de su primera misa. Fue profesor sin sueldo en colegios de Babahoyo con el objetivo, además de educar, despertar a la gente para concienciarles de donde vivían y lo necesario de colaborar y organizarse, para lo que impartirían cursos de fontanería o electricidad.
Asimismo, participó con la realidad y conocimiento en las misiones de Venezuela. En 1971, recaló en Bilbao en Arabella y Txurdinaga. Los cuatro años posteriores en Portugalete participó como consiliario en grupos de tiempo libre eskaut. De 1992 a 1999 prosiguió su labor pastoral en la parroquia de La Inmaculada en Bilbao, de donde pasó a Trapagaran. Los tres primeros años de este siglo fue auxiliar en la Parroquia de El Carmen.
Licenciado en Periodismo, participó en informativos de Radio Popular, acercando a Euskadi la realidad del denominado tercer mundo. Fue director de la revista Los Ríos y referente en su artículo semanal en DEIA. Al mismo tiempo, publicaba libros y viajaba a países africanos y americanos.
En 1984 en el conflicto laboral de Euskalduna “cuando sus trabajadores estaban encerrados estuvo de capellán con ellos. Y cuya Navidad –justamente en la fecha de su fallecimiento ahora–, la convivieron juntos”, agregan sus amistades, quienes le recuerdan como alma máter de la ONG de apoyo a los pueblos indígenas Yan Lur.
Fue en 2008 cuando el Consistorio bilbaino instauró el premio Norte Sur, que “reconoce el compromiso ético, moral y social para la construcción de un mundo justo”. Aquellos que tanto le han querido y quieren concluyen con el siguiente pensamiento: “Es por todo, esta vida tan intensa y fructífera, por lo que Canibe tiene más que merecido ese deseo de descanso en paz. Goian bego, Josetxu”.