Está siendo una legislatura complicada en lo personal y en lo social por una pandemia que ha trastocado todo. Pero llegamos al ecuador con buena nota de la ciudadanía. ¿Cómo se siente?
—Está siendo un mandato muy raro y muy complicado en muchos aspectos. Llevamos más de 15 meses gestionando una pandemia con una gran incertidumbre, sin el conocimiento necesario, sobre todo al principio, de qué había que hacer y cómo, y qué consecuencias tenía. En este momento podemos decir que tenemos el aval de la ciudadanía que ha calificado la gestión de la pandemia como buena. Eso es gratificante porque los momentos han sido complicados y la gente ha sufrido y está sufriendo mucho. A la vez puedo decir que el Ayuntamiento de Bilbao no ha parado. Tenemos obras adjudicadas en todos y cada uno de los distritos. No ha habido ni un proyecto que se haya caído. Es verdad que la pandemia ha ralentizado algunas cosas, pero hemos conseguido poner en marcha Artxanda, María Díaz de Haro, Iparragirre, la Campa de Basarrate, la plaza San Pedro... Estamos en un momento ilusionante para la ciudad a pesar de lo difícil de la situación. Y esto, en un momento también complicado en lo personal. En noviembre una operación de cadera que se complicó más de lo necesario y luego la operación de este tercer tumor que me ha tenido otro mes y medio fuera de la gestión municipal. Gracias al apoyo de la familia, amigos y equipo del Ayuntamiento he superado esta situación desde el punto de vista anímico y físico. Me encuentro con mucha ilusión, casi como si fuera el primer día.
En los últimos años de gobierno con el PSE solo recuerdo dos momentos altisonantes: el peaje a la entrada de Bilbao y el TAV. ¿Ha hablado con Alfonso Gil estos días sobre el soterramiento?
—El tema del peaje fue una cuestión de diferencia de opinión en un momento determinado entre Alfonso Gil y yo. Luego, cuando se trabaja un Plan de Movilidad se establece esa posibilidad en base a unos criterios. De hecho, han pasado unos cuantos años y no se ha puesto peaje. Lo que no entiendo bien es que se interprete la cuestión del Tren de Alta Velocidad como un enfrentamiento entre Alfonso y yo. Creo que opinamos exactamente lo mismo. El planteamiento del equipo de Gobierno ha sido el mismo desde 2015: el tren tiene que entrar en Bilbao en alta velocidad y soterrado. Ese ha sido nuestro planteamiento en todo momento. Es más, el tema de la entrada en superficie en un tercer hilo se planteó en la primera reunión que yo tuve con la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, y dijimos que no era nuestro planteamiento. Es un proyecto ferroviario, de comunicación, pero también urbanístico, porque nos permite desarrollar una parte importante de la ciudad y es un proyecto social. Va a unir el centro y uno de los barrios periféricos como es Bilbao La Vieja. Por lo tanto, no hay enfrentamiento ni con Alfonso ni con el consejero Arriola. Hay compromisos con Bilbao y entendemos que es el momento de cumplirlos. Es necesario una calendarización, compromisos de financiación y seguir adelante con el proyecto. Llevamos más de 30 años esperando el TAV y necesitamos sí o sí que venga a Bilbao y que el proyecto avance, y los últimos años no lo está haciendo al ritmo que queremos. Es el momento de dar un impulso y hacerlo todos juntos.
¿Por qué este cruce de declaraciones? La ciudadanía debe estar despistada sobre el plan A y el plan B, a veces parecen posturas contundentes y otras, no tanto.
—Voy a ser muy claro para intentar que la ciudadanía lo entienda. Solo tenemos un plan: entrada soterrada del TAV a Bilbao. Es verdad que he dicho que pudiera ser viable una entrada provisional en superficie y en ese momento licitar la estación soterrada; se puede hablar. Pero el plan del Ayuntamiento es el que tenemos pactado con el Ministerio de Fomento y esto es volver hacia atrás. Por eso, entiendo que el Partido Socialista en el Ayuntamiento está de acuerdo y a Alfonso no le he oído decir nada sobre mis declaraciones. Estamos hablando de un proyecto muy serio en el que la ciudadanía puede empezar a no confiar por las frustraciones que hemos generado. No podemos generar más frustración, tenemos que impulsar un proyecto que vaya adelante. A mí no me importa tanto el cuándo llegue el tren sino el cómo y para que llegue cuanto antes tenemos que dar los pasos necesarios.
Lo que sí ha criticado Alfonso Gil es que la Diputación no se implique en el proyecto. ¿Qué opina?
—Yo siempre he dicho que para mí este no es un proyecto de Bilbao. Aporta de manera decidida a la conectividad de Bizkaia y de Euskadi. En ese sentido es un proyecto de ciudad, territorio y país. Tengo las cosas claras independientemente de cuál sea el partido que esté gobernando cada institución, diría que incluso aunque sea el mío. No digo que la Diputación tenga que financiarlo porque eso lo tiene que decidir cada uno, pero es un proyecto mucho más amplio que Bilbao, sin ninguna duda.
¿Estamos en vía muerta?
—En la última comisión interinstitucional quedamos en que antes de verano se realizaría una nueva comisión y estamos pendientes de que las diferentes administraciones aporten al grupo de trabajo los planteamientos. A partir de la semana que viene habrá una convocatoria para reunirnos el Gobierno vasco, el Ayuntamiento de Bilbao y el Ministerio de Fomento.
No es el único soterramiento pendiente. Los vecinos de Zorrotza siguen esperando.
—Ayer (por el miércoles) le escribí a Pedro Saura, secretario de Estado de Infraestructuras, y le expresé la importancia de poner fecha para la firma del convenio. La respuesta fue que lo miraba y me diría fechas. Firmamos el protocolo en enero de 2019, estamos en 2021. Estamos en deuda con Zorrotza y me incluyo. El Ayuntamiento de Bilbao ha hecho todo lo posible para que esto se hiciera antes y el PNV en el Congreso también ha llegado a acuerdos para incluir esta cuestión. Seguimos sin convenio, pero hemos dado los pasos para que en breve podamos firmarlo. Es un proyecto sin retorno en el que nos hemos comprometido; hemos reservado 35 millones de euros porque teníamos el convencimiento de que sino no se haría. El compromiso del Ayuntamiento está fuera de toda duda. Lo hemos trasladado ya a los vecinos.
La ubicación en Urduliz del proyecto Nagusi Intelligence Center generó frustración en el equipo de Gobierno municipal. ¿Son buenas las relaciones con la Diputación de Bizkaia?
—Tengo buena relación con el diputado general y no quiero que en ese sentido haya ninguna duda. Vi con muy buenos ojos cuando Unai me plantea, antes de iniciarse la legislatura, tres proyectos en los que podemos colaborar juntos: el Nagusi Intelligence Center, el centro de emprendimiento y el proyecto de Invest in Bilbao Bizkaia. Me parece extraordinario porque siempre he creído que la colaboración interinstitucional aporta mucho y mantengo que lo que es bueno para Bilbao es bueno para Bizkaia y al revés. Además, Bilbao tiene en estos momentos un componente tractor que hay que aprovechar con sinergias de carácter colaborativo. Me hizo una gran ilusión que nos presentara esos tres proyectos. Por eso, vi con mucha preocupación que por parte de la Diputación se diera ese paso de llevar una primera fase a Urduliz, porque no era lo que habíamos hablado. Sencillamente por eso. Dicho esto, lo importante no es lo que ha ocurrido sino lo que vaya a ocurrir y estoy convencido, porque Unai y yo llevamos tiempo hablando de esto, y la próxima semana tenemos prevista una nueva reunión para hablar de diferentes temas, que trabajaremos juntos en el Nagusi Intelligence Center y en otros proyectos.