Anónimo García. Podría ser el nombre del personaje de una historia de ficción pero es el protagonista de una historia real, reciente, que acaba de ocurrir antes de ayer en un país en el que la ironía y el sentido del humor que en otros tiempos marcó incluso las revoluciones, ahora mismo no está bien visto.
En un momento en que todo debe ser políticamente correcto, hay quien pretende con ironía desmontar supuestas verdades o quitar más de una careta. El escritor Juan Soto Ivars ha recogido en su libro "Nadie se va a reír. La increíble historia de un juicio a la ironía", la historia de Anónimo García y el grupo de bohemios que intenta y ha intentado ponernos ante el espejo porque "se sienten incómodos en esta pesadilla de la literalidad que vivimos".
"Este grupo coloca en una situación que parece normal un elemento que genere una reacción y esa demuestre lo absurdo de la situación", explica. Muchas veces lo han conseguido pero en una de esas veces, Anónimo lo pagó muy caro.
“ Utilizar la ironía y el humor no para hacer reír sino para hacer pensar ”
Juan Soto Ivars, escritor
Un invento que acabó con condena
Volvamos atrás, al caso de La Manada, esa terrible violación de una joven en Iruña. Además de despertar a la sociedad hasta cambiar incluso la ley, aquel caso se convirtió en un circo mediático en más de un medio de comunicación que utilizó el sensacionalismo para hablar de ello.
Y es ahí donde Anónimo entra en escena. Se inventó el 'tour de La Manada' que implicaba conocer los lugares relacionados con el caso y muchos picamos y creímos que era real, que ese tour existía pero en su libro Juan Soto Ivars demuestra que no fue así, no era real. Anónimo García intentó explicarlo durante el juicio que se celebró en su contra cuando la víctima de La Manada le denunció pero nadie le creyó.
"El condenado intenta explicar qué es la ironía a los jueces. Hace 'el tour de la manada' pero en realidad no hay un producto real, la web no es real. Hay medios que fueron muy sensacionalistas con este caso y Anónimo y su grupo, ante esa construcción de este producto falso quieren ver si los medios se escandalizan. Y pasa. Dicen que es intolerable y entonces sustituyen la web por un desmentido que dice os hemos pillado", explica el escritor.
"El problema es que los medios no acostumbramos a envainárnosla. Y el relato que sigue mediáticamente es que un empresario iba a hacer un tour turístico por Pamplona. Eso le llega a la víctima y esa chica se siente lógicamente dolida y denuncia", explica.
Juan Soto Ivars recuerda que en ese momento el abogado le dice a Anónimo que esté tranquilo pero acaba siendo "devorado", señala el escritor. "Ha hecho daño a la víctima. Es incuestionable. Y la víctima de la manada le ha destruido la vida pero ella no es la mala. Ha sido el sistema judicial. Ella denuncia a un tipo que cree que ha hecho algo. El problema es judicial y mediático", insiste.
"Los jueces ven la tele. Si los medios hubiéramos contado la verdad, a la juez que le condenó y a la víctima le hubiera llegado. Nadie le cree cuando cuenta la verdad", lamenta.
¿Quién es Anónimo García?
En el libro "Nadie se va a reír", Juan Soto Ivars no cuenta quién es Anónimo García. "Anónimo es de izquierdas, feminista, ha estado en el 15M y es entonces cuando detecta que no hay sentido del humor. Sin sentido del humor no hay revolución. Y monta ese colectivo para llevar el humor subversivo" explica.
Uno de los ejemplos que podemos leer en su libro es cuando él y una compañera se colaron en un congreso de Podemos disfrazado de cura y de monja. Y algunos medios lo dieron como noticia. Es una forma de usar la ironía para denunciar, para hacer pensar.
Juan Soto Ivars nos cuenta que Anónimo García trabajaba en Greenpeace, en campañas por la libertad de expresión. Cuando es condenado Greenpeace le echa a la calle. "Se queda sin curro, sin amigos y toda la gente que habla de la libertad de expresión nadie le hace caso. Se queda sin modo de que se cuente su historia. Los periodistas le cierran la puerta. Es devorado por la literalidad y la pereza", señala.
Fue entonces cuando Soto Ivars decide contar su historia y empezó nada más y nada menos que en Pamplona, en una jornada a la que fue invitado para hablar del tabú. Aprovechó para contar la historia. "La reacción fue de absoluta comprensión", afirma. "Lo que no sabía la gente es que Anónimo estaba entre el público. Cuando aplaudieron y Anónimo vio la comprensión de la gente se emocionó muchísimo. Entonces dije vamos a hacer un libro. Si esto ha funcionado en Pamplona, vamos a hacer un libro", recuerda.
"Ahora está mucho mejor. Viene conmigo a algunas presentaciones. Ha vuelto a ver que la gente lo entiende. Sin villanos", subraya.