Las ventanas de fichajes en el fútbol profesional acostumbran a convertirse en un juego del gato y el ratón en el que ambas partes llevan la paciencia al límite y tratan de exhibir nervios de acero para tratar de que las operaciones que acometen sean lo más beneficiosas posibles. Son semanas en las que la estrategia en los despachos alcanza rango de arte y en las que, como en el amor y la guerra, casi todo está permitido.
De esta manera, resulta más que habitual que se produzcan sucesivos acercamientos y rupturas en negociaciones aparentemente interminables que tan pronto parecen a punto de llegar a buen puerto como encalladas de manera definitiva. Son los archiconocidos culebrones veraniegos que, como no podía ser de otra manera, también salpican periódicamente al Alavés.
En esta ocasión como un nombre propio como gran protagonista. El club albiazul nunca ha ocultado su necesidad de vender para equilibrar sus cuentas y en estos momentos Joselu es sin duda la pieza más valiosa de su particular escaparate. El gallego ha completados temporadas notables en Vitoria y con solo un año más de contrato en Mendizorroza, se presenta como una pieza de lo más interesante para sus no pocos pretendientes. Entre ellos, el más interesado desde la apertura del mercado fue el Sevilla.
El cuadro de Lopetegui busca un recambio para De Jong y el perfil del nueve albiazul encajaba como un guante en sus necesidades. Sin embargo, los primeros acercamientos hispalenses se toparon con la respuesta habitual en la entidad gasteiztarra, que no es otra que remitirse a la cláusula de rescisión. Un desembolso que la secretaría técnica encabezada por Monchi no está dispuesta a aceptar, al menos por el momento. Y como respuesta ha ofrecido la reacción más típica en estos tiras y aflojas.
De esta manera, el Sevilla parece haber paralizado su interés por Joselu y, además, no tiene reparos en que se airee que ha puesto su objetivo en otros delanteros (el checo Schick, por ejemplo). Una medida con la que por un lado se cubre las espaldas en el caso de finalmente Joselu se convierta en un objeto de deseo imposible pero, sobre todo, con la que pretende presionar a la entidad del Paseo de Cervantes.
Jugando al despiste para que su aparente retirada de la puja por el delantero gallego lleve al Alavés a rebajar sus pretensiones económicas y negociar en unos parámetros que sí sean aceptables para el cuadro hispalense. Un juego de medias verdades en definitiva