Una familia de Sevilla, encabezada por Francisco Javier S.M., está siendo juzgada desde el lunes en la Audiencia Provincial de la capital andaluza donde la Fiscalía pide al principal acusado 24 años de prisión por delitos de abusos sexuales y contra la integridad moral después de haberse hecho pasar por la reencarnación de un santo, y no de uno cualquiera, sino del patrón de Navarra, San Francisco Javier, y aprovechándose de la vulnerabilidad emocional de otro matrimonio de Sevilla llegar a instalarse en su casa, manejarles la economía familiar y pegar a sus dos hijos menores de edad, incluso abusando de la niña en lo que decía que era un ritual de 'limpieza'.
A la mujer e hija del procesado les piden 9 años de prisión por entender el Ministerio Público que colaboraron activamente en vejar a los menores y condicionarles los tres años de convivencia hasta el punto de limitarles sus amistades. Los padres de los menores también se sientan en el banquillo del tribunal por abandono de familia aunque se les contempla en la acusación una eximente parcial de anomalía psíquica.
Vulnerabilidad emocional
Este retorcido asunto se originó después de que la mujer del principal acusado, el falso Santo, conociera a la pareja en su trabajo en unos grandes almacenes. Por entonces, según el escrito de acusación, el matrimonio "atravesaba una situación de vulnerabilidad emocional". Ella tenía una grave depresión y se encontraban inmersos en una severa crisis conyugal. Ahí fue cuando la familia procesada del falso Santo se presentó para con la excusa de ayudarles a superar las dificultades, ganarse su confianza e influir hasta tal punto en ellos en un proceso que denomina la Fiscalía de "persuasión coercitiva", es decir, que a través de estrategias abusivas de forma planificada y engañosa consiguieron ejercer una influencia mayúscula sobre el núcleo familiar y los hijos, de 14 y 11 años.
Perdieron cualquier capacidad crítica y de raciocinio hasta anularles la voluntad, llegaron a instalarse en su domicilio, los hijos pasaron a dormir en el suelo, no tenían control de los gastos diarios y les sometían incluso a rituales o purgas que consistían en poner las manos sobre velas en los que incluso sufrían quemaduras. A su vez, los menores sufrían golpes y castigos y, tras cortales el suministro de agua por no pagar, les mandaban a realizar numerosos viajes cargados con garrafas de cinco litros de agua. Si se quejaban, les humillaban vaciándolas delante de ellos para que tuvieran que ir de nuevo a llenarlas.
Dentro de la vivienda, realizaba una serie de sesiones de tintes supuestamente religiosos, en los que además de las purgas, el supuesto Santo entraba en trance y, a través de él, hacía creer que hablaba San Francisco Javier. También les engañaban diciendo que recibía correos del más allá, de personas fallecidas, y hacían rezar a los menores delante de la televisión convenciéndoles de que se producían fenómenos sobrenaturales.
Los abusos, en un viaje a Navarra
El episodio más atroz, según la acusación, ocurrió en 2016 cuando las dos familias realizaron un viaje a Navarra con la excusa de conocer la cuna y los lugares emblemáticos vinculados a San Francisco Javier, el santo en el que decía haberse reencarnado. Así, con la excusa de que tenía que proceder a una 'limpieza' de la adolescente, la sometió a diversos tocamientos calificados ahora por la Fiscalía como abusos sexuales. El acusado le dijo a la menor que guardara silencio y que ese hecho quedaba entre ella "y el de arriba". En febrero de 2017, con el mismo fin, inició otro ritual en el que la agredió sexualmente.
El maquiavélico caso se empezó a conocer después de que en 2018 la menor víctima dejara de estudiar y se pusiera a trabajar como asistenta en una casa de Marbella, donde al contar lo sucedido a la familia que la empleaba terminaron denunciando los hechos.
El juicio se inició ayer a puerta cerrada en la Audiencia de Sevilla y el principal acusado negó los hechos y afirmó que nunca había abusado de la niña, sino que solo le pedía que le diera masajes por sus dolencias, según informa El Diario de Sevilla.