Cultura

Katixa Agirre: “La tecnología y la realidad virtual ayudan a la revolución que pone en duda los géneros”

La editorial Tránsito publica la versión en castellano de ‘Berriz ere zentauro’, de Katixa Agirre, una ficción especulativa que avanza varios años en el futuro
Katixa Agirre

Con el título De nuevo centauro, la editorial Tránsito publica en castellano la nueva novela de Katixa Agirre. Se trata una ficción distópica sobre un futuro cercano en el que la realidad virtual y el metaverso se han desarrollado hasta límites insospechados. En este futuro, los seres humanos pueden enfundarse trajes hápticos que les permiten introducirse en mundos virtuales e incluso experimentar con cuerpos que no son los suyos. La protagonista de De nuevo centauro es Paula Pagaldai, una diseñadora de módulos educativos que viaja a París para tomar ideas y poder construir un mundo virtual relacionado con la vida de Mary Wollstonecraft, referente del feminismo del siglo XVIII que murió en el parto de su segunda hija, Mary Shelley, conocida por ser la autora de Frankenstein o el moderno Prometeo.

No es la primera vez que Katixa Agirre aborda la ficción especulativa.

Hace unos años la trabajé en un cuento ambientado en el futuro, que no partió de mí porque fue un encargo del proyecto Zirriborroak eta gero/Borradores del futuro. Debía tomar una iniciativa utópica y la desarrollaba hasta el punto del éxito. Escribí el cuento sobre el barrio okupado de Errekaleor. Para mí fue un gran descubrimiento tener que pensar, tener que proyectar en el futuro, algo que no había hecho hasta entonces. Se me reveló como una fuente muy rica de historias y de imaginación.

La ficción especulativa que avanza unos pocos años en el futuro es habitual en la literatura de nuestro entorno, no así en la vasca.

No se ha trabajado mucho aunque existen algunos precedentes. Eneko Berberena publicó en 2019 Afrikanerrak, que se adentraba unos 30 años en el futuro. He tenido algunos referentes cercanos, aunque no demasiados.

Al leer ‘De nuevo centauro’ es difícil no pensar en las novelas ‘Ready player one’ y en su secuela ‘Ready player two’, dos éxitos superventas de Ernest Cline. ¿Qué referentes de la ficción ha trabajado a la hora de escribir?

Más que en la literatura, me he fijado en el cine. Quería inspirarme con detalles visuales. De Ready player one tengo vista la adaptación a película que hizo Steven Spielberg y me he basado en cosas sobre cómo funciona el traje háptico y demás. Hay una serie en Amazon Prime que se llama Upload, que habla de que tu conciencia digital se descarga en la nube cuando falleces. Diría que estas dos ficciones son las que más me han podido influir.

Aún estando ambientada en el futuro, también resuena con el presente. No en vano, imagina una sociedad con escasez energética en la que viajar es algo muy limitado.

Ahora la escasez está acentuada por la guerra, pero es algo que se viene diciendo desde hace mucho tiempo y es de cajón: si el petróleo es el que es, no es renovable y se acaba, obviamente, va a llegar un momento en el que esa fuente de energía tan primordial va a ser sustituida. Los acontecimientos van dando la razón a esa realidad. Cuando tuve la idea para esta novela fue antes de la pandemia y después, cuando llegó, todo se convirtió en virtual, sin llegar a ser en el metaverso, pero todo se hacía por Zoom o por Skype. Llegué a pensar que no iba a escribir sobre esto porque ya había llegado, aunque concluí que lo ocurrido en el confinamiento solo era un paso más hacia ese futuro más virtual y menos físico.

¿Le ha costado imaginarlo?

No, me he divertido mucho. Es una de las virtudes de la ficción especulativa: tienes la libertad que quieras para inventarte cosas que pueden resultar absurdas pero que pueden llegar a ocurrir, como unos hombres que compran un bebé a través de un vientre de alquiler y que utilizan la realidad virtual para sentir que ellos han sido las gestantes biológicas y verse con el vientre hinchado. Me ha permitido ser un poco malvada, también.

Usted que ha imaginado esta distopía, ¿es optimista o pesimista con respecto al futuro?

De natural soy optimista, pero creo que hay cosas que van a ir a peor. No soy de las que piensa que no tenemos remedio y que vamos a acabar con el mundo; tenemos remedio pero todavía no lo hemos encontrado, lo haremos.

Su novela refleja un sociedad más interesada en lo virtual que en la realidad.

Lo virtual puede completar la realidad. Yo creo que eso que llamamos realidad es una gran mezcla de una realidad material, pero también de mucha imaginación. Vivimos la vida también a través de nuestra imaginación. Si le quitamos a la realidad esa parte de imaginación, de mitos, la vida se queda en nada, en una sucesión de días en los que te levantas y eres esclavo de tus necesidades fisiológicas. En cambio, al imaginar cosas, al proyectarlas, al tener fantasías y sueños, vivimos la vida de una manera mucho más rica.

En el futuro que imagina el género se diluye gracias a la tecnología.

La tecnología ayuda a esta revolución que estamos viviendo hoy en día, en la que ponemos en duda esos compartimentos estancos que dan los géneros. En el caso de la realidad virtual es evidente, en el metaverso dejas tu cuerpo físico atrás: si no tienes cuerpo físico, ¿sobre qué se construye el género? Al fin y al cabo, el género se construye sobre un cuerpo, que se considera una cosa u otra. En el momento en el que en el metaverso solo somos pixeles e información digital, ahí también se abre un campo de libertad.

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14/11/2022