Antes de probarlo puede parecer uno más de los muchos SUV compactos actuales, pero una vez lo conduces tienes la impresión de encontrarte ante uno de esos coches que te sientan como un guante y te hacen sentir en perfecta armonía.
A los buenos automóviles les ocurre como a los mejores vinos, que el tiempo sólo les permite afianzarse en sus virtudes y elevar el listón del placer que reportan. Cuando la base es acertada y la mejora constante, lo bueno acaba siendo excelente. Es el caso del Kia Stonic, un producto que nació fruto de la efervescencia insaciable de los compradores por hacerse con un SUV asfáltico de tamaño compacto y que se ha consolidado merced a su buen hacer desde el principio, una continua progresión a todos los niveles y un gusto por el detalle y el diseño más que evidente.
Vaya por delante que no soy un fan de los SUV ni de los crossover los SUV más asfálticos todavía-, pero hay que reconocer que cuando un automóvil está concebido y desarrollado con criterio el resultado sólo puede ser brillante. Y el Stonic lo es. Sus compactas dimensiones (4,140 metros de largura, por 1,760 de anchura, 1,500 de altura y 2,580 de distancia entre ejes) configuran un habitáculo excelentemente aprovechado y un maletero más que convincente con sus 352 litros de capacidad. Sobre la habitabilidad, baste apuntar el detalle de que un servidor, con más de 1,80 de altura y más de 100 kilos de peso, encuentra perfecto acomodo en las plazas delanteras y en las traseras. Buenos asientos, excelentes mandos, con información más que satisfactoria y una organización del habitáculo que encaja como un guante: todo a mano y bien resuelto. Es evidente que no tiene la terminación de un Sportage de alta gama, pero la solidez, distribución y buena ejecución del interior nos dan toda la confianza necesaria.
Una vez en marcha, la única pega que uno encuentra se halla en la merma de visibilidad que implica el sensor de lluvia mientras rodamos por ciudad y buscamos el semáforo de turno en nuestro camino. El otro punto criticable es que la batería de su sistema de hibridación exige renunciar al espacio destinado a la rueda de repuesto, por lo que tendremos que conformarnos con el kit reparapinchazos, lo habitual hoy en día en la mayoría de los casos. Por lo demás, el manejo en ciudad sólo recibe elogios, lo mismo que en carretera y autopista. La finura de funcionamiento, la baja sonoridad mecánica, el correcto trabajo de dirección, frenos, suspensiones y neumáticos, lo que mismo que la estabilidad en recta y curva y su más que notable agilidad, hacen del Stonic uno de esos coches en los que los kilómetros se acumulan sin sensación de cansancio y disfrutando plenamente.
El Motor
El apartado mecánico, la verdadera novedad y motivo de esta prueba, confirma las buenas sensaciones ya apuntadas. Este propulsor de gasolina de un litro y tres cilindros, con turbocompresor y baja hibridación, aporta un rendimiento sencillamente ejemplar. La exquisita suavidad de su embrague y cambio de marchas de seis velocidades se combina con unos desarrollos largos, pero perfectamente aprovechables. Ya sea en sexta a 90 km/h por carretera y a 2.000 rpm, como en autopista a 120 km/h y 2.700 vueltas (a 3.000 giros nos vamos a unos fotografiables 135 km/h de marcador), el Stonic demuestra en todo momento un rendimiento más que convincente y hasta sorprendente para un grupo motriz pequeño. Sus 100 CV de 4.500 a 6.000 rpm y un par máximo de 172 Nm de 1.500 a 4.000 vueltas son otros valores que refrendan su sólido empuje, lo mismo que sus 183 km/h de velocidad punta y un paso de 0 a 100 km/h en 10,7 segundos. Asimismo, el consumo medio homologado de 5,4 a 5,7 litros a los 100 kilómetros deja constancia de su más que notable eficiencia, con emisiones medias de CO₂ entre 121 y 128 gramos por kilómetro.
Con una gama cuyos precios parten de 12.250 euros (motor 1.2 atmosférico de 84 CV), la versión probada, disponible desde 16.900 euros ya matriculada, es la opción preferida por los compradores, muchos de los cuales no necesitan recurrir a la mecánica 1.0 MHEV de 120 CV, ésta disponible con cambio manual y automático de doble embrague de siete marchas y unas prestaciones todavía mejores. Además, el equipamiento del acabado Drive se antoja más que notable en seguridad, confort y conectividad, sumado a sus siete años de garantía global o 150.000 kilómetros y a la actualización durante seis años de los mapas de su sistema de navegación. Ya ven que en la opción intermedia suele residir la virtud, la de encontrarse en perfecta armonía.
- El Kia Stonic encuentra en su motor 1.0 de 100 CV y baja hibridación el aliado perfecto para brillar en todos los escenarios y usos
- Su tamaño compacto, la lograda habitabilidad y el notable rendimiento mecánico se alían con un completo equipamiento