Kim Kardashian es especialista en captar la atención. La influencer ha aparecido en el desfile de Balenciaga de la Semana de la Moda de París vestida íntegramente con cinta de embalaje amarilla sobre un mono negro. Y es literal. Lo que pasa es que no es cinta de la que se puede comprar en un almacén de bricolaje, sino toda una propuesta de la marca para lanzar un importante mensaje al mundo.
La cinta adhesiva, que ocupaba todo el cuerpo de Kim (botas y bolso incluidos), salvo la cabeza, en la que llevaba gafas de sol y la melena mojada, y las manos, llevaba en todas sus piezas escrito en negro el nombre de la marca y con ello su director creativo, Demna Gvasalia, que es georgiano, pretendía concienciar sobre el drama de los refugiados de Ucrania con el simbolismo de las cintas de embalar. Además, Gvasalia dejó en los asientos antes del desfile camisetas con la bandera ucraniana para que los asistentes se las pusieran y dedicarles el evento.
"Este show no necesita explicación. Va dedicado a la valentía, a la resistencia y a la victoria del amor y de la paz", escribió el georgiano, que aseguraba que pensó en cancelar el desfile porque en estos momentos le parecía "una absurdez. Pero luego me di cuenta de que cancelarlo significaría ceder, rendirme al mal que ya me ha herido tanto durante casi 30 años. Decidí que ya no puedo sacrificar partes de mí a esa guerra del ego sin sentido y sin corazón", escribió en su cuenta de Instagram.
Kardashian, una de las musas de Gvasalia, ha compartido en sus redes el making of de su vestido, que ha conseguido, una vez más, el objetivo de atraer todas las miradas, aunque ella misma admitía entre risas que con tanta cinta adhesiva no le iba a ser fácil sentarse en la primera fila desde la que siguió el desfile.