Koldo Berasaluze (Gernika, 17 de mayo de 1992) es una referencia en el Gernika. Es del pueblo y acumula ocho campañas en el primer equipo de su pueblo, además de haberlo hecho antes en su juvenil y en su filial, por entonces el Errigoiti. Una campaña en el Bermeo, en Tercera División, y dos en el Leioa, en la antigua Segunda División B, completan la carrera futbolística de este central, que “quizá sí sea de la vieja usanza” como él mismo reconoce, pero que también ejerce como profesor de Educación Infantil y Primaria en un centro de Bilbao. Profesión que no extrapola al vestuario del conjunto foral, tercer clasificado del grupo II de Segunda RFEF, en zona de play-off de ascenso y que encadena, tras la firmada el pasado domingo sobre el Tudelano, siete victorias consecutivas en Urbieta, una racha que le aporta la mitad del total de sus puntos a día de hoy y a falta de diez jornadas para el cierre de la liga regular. “La verdad es que nos sentimos más liberados en Urbieta, cuando al principio era al revés y sacábamos más puntos fuera. No creo que sea por sus dimensiones o por su superficie, que son habituales en esta categoría. Es difícil ganar en Urbieta y el último que lo hizo fue el Utebo (en noviembre de 2022). Estamos en una dinámica positiva sin hacer demasiado ruido y los rivales ya nos miran con otros ojos, nos tienen más respeto”, reflexiona Berasaluze, que sí reconoce que consumar el objetivo del play-off “pasa por sumar de tres en tres en los cuatro partidos que nos restan en Urbieta y arañar puntos fuera”.
Berasaluze echa una mirada al retrovisor y recuerda que el Gernika asomaba como vicecolista al cierre de la décima jornada. “Las sensaciones eran malas, aunque no porque no hiciéramos un buen fútbol. Nos penalizaba cualquier error, no llegaban los resultados, teníamos muchos nuevos en la plantilla… Era muy raro estar ahí abajo. El míster, entonces, decidió cambiar el estilo de juego. Ahora jugamos más directos al espacio, las transiciones son más rápidas y así nos funciona muy bien. Defendemos mejor y no sentimos más protegidos”, valora este experimentado defensa, quien, pese a su bagaje en el fútbol de bronce y su condición de segundo capitán de su equipo, no se considera líder ni dentro del verde ni en el vestuario: “Tanto Jon Altamira –portero y capitán del equipo– como yo llevamos varios años y da la casualidad de que tenemos minutos. Dentro del campo toca dar lo máximo y dentro del vestuario transmitimos lo que es el Gernika, sus valores, la cercanía que tiene con su gente… No se trata de ser un líder, aunque es cierto que la veteranía ayuda”, subraya.
Una destreza que le ha caracterizado al gernikarra en su crecimiento como futbolista, aunque le toca compartir con compañeros más jóvenes. Berasaluze se define como un defensa que “juega concentrado durante los 90 minutos, que es fuerte en las disputas tanto aéreas como por debajo”, consciente también de que el fútbol moderno reclama “centrales con buena salida de balón”. “No me he tenido que reinventarme necesariamente. Como se entrena se juega. Intento dar salida de balón y me encuentro cómodo, porque tampoco he cambiado tanto mi forma de jugar”, explica el segundo capitán del Gernika, que rememora parte de su pasado. Salió del Errigoiti para recalar en el Bermeo, recién ascendido a Tercera División, donde “me hice futbolista, cuando se lesionó el lateral derecho, me tocó jugar en esa posición, en la que nunca había jugado, y lo hice en treinta partidos”, para en su segunda salida posterior de la villa foral para ejercer dos campañas en el Leioa, en Segunda B, “donde conocí un descenso, viví en primera persona la pandemia con todo lo que conllevó…”.