Maite Sanz nació en un pueblo de Soria el 1 de octubre de 1960, aunque lleva residiendo desde el año 1964 en el pueblo vizcaino de Amorebieta. Actualmente, trabaja como auxiliar sanitaria en un hospital psiquiátrico y disfruta del tiempo libre que le queda creando joyas. Hace un año, comenzó a publicarlas en sus cuentas de Facebook e Instagram bajo el nombre de @krabelin_creaciones.
Comenzó a participar en este mundo hace 15 años, cuando fue parte de la creación de una ONG de ayuda humanitaria, y vio que la realización de abalorios podía ser una manera de autofinanciarse y conseguir dinero para los proyectos que tenían.
Poco a poco fue descubriendo que le gustaba muchísimo crear cosas bonitas y utilizar el dinero que recaudaba para poder ayudar a los demás. “Así lo llevo haciendo desde entonces. El 100% del beneficio obtenido es para causas humanitarias. Normalmente para la Asociación Vasca de San Filippo, aunque si me llaman para otra necesidad allá que voy”, sonríe.
Un proceso de aprendizaje
Maite cuenta que ha aprendido a base de “ensayo y error”, ya que si algo no se vendía dejaba de hacerlo. Por aquel entonces no existían las redes sociales, o por lo menos ella no las utilizaba, por lo que vendían fundamentalmente en mercadillos y a través del boca a boca.
Sin embargo, enfatiza que ahora con las redes sociales es totalmente distinto porque tiene tutoriales, información específica de cada tema, y nunca deja de aprender: ”Me encanta seguir explorando y experimentando”.
Además, nos cuenta que es “imposible saber los tiempos concretos de cada creación”, pero que los pasos que hay que seguir para hacer unos pendientes son: pensar el diseño, elegir los colores, mezclarlos, acondicionar la arcilla, hacer el diseño, hornearlos y cuando estén fríos, lijarlos, pulirlos y montarlos.
“Nunca es menos de una hora y media”, resume. No obstante, nos explica que el tema de adquirir los materiales es “complicadísimo”, pues ella compraba casi todo en dos tiendas físicas que había en Bilbao y en Málaga, pero las dos han cerrado.
Ahora solo tienen página web y le es mucho más difícil acertar. “ Me gustaba ver in situ los materiales y tamaños, hablar con las dependientas y consultar dudas, pero está claro que ahora todo eso ha cambiado y hay que comprar online. Para mí es mucho más complicado”, sintetiza sobre dicha situación.
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Como consejo para aquellas personas que quieran empezar en este mundillo, Maite recomienda que no se haga por dinero, ya que es complicado y un camino largo y duro. “Si le apasiona lo que hace que siga, que innove, que no pierda la esperanza, y sobre todo, que disfrute con lo que hace”, puntualiza.
Y es que precisamente eso es lo que le hubiese gustado saber cuando comenzó en su andadura, que el tema monetario no era el fin, sino la consecuencia de hacer lo que te gusta.
Para ella, “la felicidad no es hacer lo que quieres, sino querer lo que haces”, ese es su resumen para ejemplificar a lo que se dedica. Respecto al futuro, quiere seguir creando y destaca que gracias al curso de marketing que está estudiando para perder sus temores, se encuentra en la fase de abrir una página web para vender online.
Nos adelanta que se llamará Amabitxi Joyeria, donde dará rienda suelta a su creatividad en diferentes joyas que lleva haciendo desde hace 15 años y que hasta el momento no se había atrevido a publicar.
Creaciones solidarias que son el mejor premio
Esta solidaria creadora de joyas no cree que haya hecho nada especialmente peculiar, pues adora cada cosa que hace: “Me relaja, disfruto creándolo y el premio es ver a alguien luciendo orgullosa una creación mía”. Le encantaría decir que hay algún o alguna influencer, o algún personaje conocido que lleva puesto algo suyo, pero no es así.
De momento no ha conseguido ninguna venta online, aunque ella está muy orgullosa de poder hacer una donación a una buena causa con los beneficios de lo que vende.
Pese a que considera una gran anécdota aparecer en la sección de DIY de nuestra revista, se acuerda de la vez en la que en un viaje vio a una chica con una creación suya. Cuando se lo comentó, la chica le respondió que estaba confundida porque se lo había regalado una amiga suya que vivía en Andalucía. Hablando y hablando, ambas se dieron cuenta de que tenían una amiga en común, y que efectivamente era una creación suya. “Ahora es una seguidora”, concluye.
Aunque las redes sociales le ayudan a visibilizar sus joyas, estas no lo son todo
Esta emprendedora visibiliza sus productos de bisutería artesanal en sus perfiles
En su opinión, las redes sociales dan visibilidad a su producto fuera de su ámbito local. De hecho, se encuentra haciendo un curso de marketing digital para sacar más provecho de las redes. De esta forma, su trabajo lo pueden ver en todos los rincones del planeta, aunque para ello tenga que trabajar mucho, tener un buen producto, tener unas buenas técnicas de marketing y “mucha suerte”.
Pese a esto, declara que si hoy por hoy no existieran las redes sociales ella estaría encantada, ya que le sigue gustando mucho coger la caja con sus creaciones y llevarla al trabajo para ver como sus compañeras se las prueban, comentan y las compran.
Otra de las situaciones que más le gustan es establecer un mercadillo con sus creaciones donde interactuar con el cliente potencial es más fácil y más cercano. “Puedo asesorar, orientar e incluso, en un momento determinado, decirle que algo no le queda bien”, explica.