AFICIONADO al ciclismo, Rubén Vadillo rueda camino de la meta de una etapa de tres años esperando para meterse en la piel de Jesús. El coronavirus se ha interpuesto los últimos dos como obstáculo digno de uno de los colosos montañosos del Tour de Francia, pero ya atisba "la luz" y, "como cara visible" del arraigo de la Semana Santa de Balmaseda, "la emoción de representar ese sentimiento mío y del resto de la gente que no encuentro palabras para expresar". La emoción se palpó ayer en el ensayo de las escenas de la Última Cena y la oración en el Huerto de los Olivos, previo a la comida que sentó a la mesa a 31 nazarenos.
Firmaría para "seguir siendo el Jesucristo más largo", lo que significaría que el futuro no reserva otras pruebas a la Pasión Viviente decana de Bizkaia. Y es que los Jesuses "tenemos un apartado muy físico" al cargar por el casco histórico una cruz de alrededor de ochenta kilos. Sin embargo, el peso emocional lo sobrepasa porque "al interpretar a una persona te metes dentro de ella e intentas que afloren tus sentimientos de una manera muy personal". Esa "carga emocional" en su caso se ha multiplicado por los tres años a la expectativa con una pandemia de por medio. Ya le conmovía la idea de salir el primer año y mucho más "que yo encarne esa imagen de vuelta a la normalidad", asegura. En la mochila "transporto esa tensión" que siempre permanece, "no solo por mi persona, sino también por los demás: te paran por la calle y gente que participaba de la Semana Santa ha fallecido en este tiempo".
Muy arropado
"Conscientes de lo que se avecinaba", la Asociación del Vía Crucis Viviente y el Ayuntamiento de Balmaseda adelantaron su decisión de suspender la Pasión Viviente de 2020 al anuncio gubernamental del estado de alarma. La ausencia les enfrentó a "la magnitud de ese virus que venía de tan lejos, así que debíamos ser cabales con la situación". Desde esa mañana que pasó "colgado al teléfono" Rubén se ha sentido "muy arropado". Ascen Ezkerra, que dio vida a la Virgen María en 2011, recuerda que aquel Viernes Santo vivido en balcones y ventanas puso "canciones de la coral Kolitza en un altavoz y los vecinos lloraban conmovidos". Esa misma fecha en 2021, catorce antiguos Jesuses se enfundaron la túnica y el capirote de penitentes. También formaba parte del cortejo Gonzalo Menéndez, el último Jesucristo, el de 2019. Hace tres años "nos hubiera parecido impensable" todo lo que sobrevino". En Balmaseda se asume el papel una vez en la vida, por lo que aconseja a Rubén procesar la experiencia "siendo él mismo".
En su caso, no olvidará la representación ni "la previa: el juntarnos en comidas, reuniones... Mantengo el contacto con amigos que he conocido gracias a la Pasión Viviente". José Ignacio Torre, Cristo en 2009, pensaba que la pandemia se prolongaría "unos meses", pero ni en lo peor del confinamiento dudó de que la Pasión Viviente regresaría.
"En otro lugar, quizás hubiera estado más en el aire; en Balmaseda, no", asentía Idoia Asensio, que se transformará en la Virgen María. El próximo fin de semana se ha organizado la primera comida de vecinas que han salido como madres del crucificado y se reeditará la de las Magdalenas.
El bajón de las dos ediciones fallidas "no nos lo quitó nadie", confesó José Ángel Vadillo, que dará "ánimo" a su hijo en el rol del apóstol Mateo. El tiempo del 14 y el 15 de abril lo tomarán como "una lotería", secundaria ya que la travesía del desierto del Vía Crucis toca a su fin.
"Me emociona, por mí y por todos los demás, encarnar esa imagen de la vuelta a la normalidad"
Rubén Vadillo
Jesucristo en 2022
"Cuando yo salí hace tres años nos hubiera parecido impensable todo lo que sobrevino"
Gonzalo Menedédez
Jesucristo en 2019