La astrología ha servido a José Millán (Barakaldo, 1958) para dar forma a su libro Astrología para el nuevo orden mundial, en el que asegura que nos adentramos en una nueva era, un nuevo orden mundial en el que “los mapas que teníamos ya no sirven”.
¿Su vida siempre ha estado ligada a la astrología? ¿Cuál fue el detonante?
Desde los 17 años. El detonante fue un profesor de Física cuando yo estudiaba COU, que fue el que me introdujo en el veneno de la Física y de la astrología. Yo comencé el estudio de ambas cosas al mismo tiempo.
Ciencia combinada con astrología, aunque usted suele decir que la astrología es más un arte.
Efectivamente. Es un arte, pero como todas las artes, tienen un fundamento científico. Picasso se abandonaba al trance de pintar pero tenía miles de horas de práctica detrás, y estudio. Es un arte porque no comparte el carácter experimental de la ciencia, no es determinista, no puede predecir con la exactitud con la que lo hace la ciencia, pero al mismo tiempo comparte mucho con la ciencia moderna, con la física cuántica...
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Además, a la palabra astrólogo usted le añade el apellido a contracorriente. ¿Qué supone ser un astrólogo a contracorriente?
De algún modo, es una diferenciación que es necesaria, porque la astrología ha sido arrinconada en los últimos dos-tres siglos a este papel de astrología espectáculo, de lo que yo llamo astrología ansiolítica, para de algún modo calmar nuestras ansiedades. Para mí es anatema, es un fraude. Tú no puedes decirle a nadie lo que tiene que hacer, no puedes contarle a nadie su futuro porque no sabes el futuro de esa persona. Sí que puedes trazarle un relato simbólico, si quieres metafórico, que le ayude a irse aceptando, conociendo y proyectándose en el futuro. Por eso yo me llamo a contracorriente, porque la gente cuando hablas de astrología piensa un poco en el friki que sale en los programas de los socialités y te dice “Fulano se va a casar, Mengano se va a divorciar...”. Eso no es astrología, es show.
Y sin embargo en redes sociales cada vez lo vemos más. Gente que guía sus vidas y decisiones en función del signo del zodiaco.
Bueno, sí. La gente está perdida, yo lo entiendo. La gente sufre ansiedad y es normal en el mundo en que vivimos. Es un mundo loco, que genera inseguridad, ansiedad, devaluación de uno mismo... Pero la astrología no es un ansiolítico. No sirve para eso. Lo que pasa es que en el momento en el que hay una demanda surge la oferta. Y la oferta astrológica está ahí. De algún modo, la gente que no es capaz de plantearse realidades más complejas o trabajos más ambiciosos, le basta con que le digan que está Mercurio retrógrado y por eso pierdes las llaves, no se firman los contratos, o tu novio es Aries y por eso os lleváis mal. Ese tipo de soluciones rápidas a la gente le gustan porque justifican su incapacidad para resolver sus propios problemas.
¿De dónde nace ahora Astrología para el nuevo orden mundial?
Fundamentalmente es un libro didáctico, porque este terreno de la astrología mundial -que no es la personal- se aplica a la humanidad como colectivo, a ciertos países. Yo lo que hago es explicar lo que los astrólogos llevamos miles de años haciendo, que es encontrar los paralelos, los patrones de cambio social, político, económico, climático... en las configuraciones de los planetas. Las sincronías entre lo que hay arriba y abajo. Como es un tema bastante estudiado, yo en el libro les explico cómo hemos llegado a la situación que vivimos ahora mismo, y les comento qué es lo que viene -el espacio o los espacios en los que podemos encontrarnos a partir de ahora-. Muchos de estos espacios son espacios en los que ya hemos entrado o estamos entrando, como este cambio brutal tecnológico. Hemos puesto el pie, todavía no hemos entrado del todo, y otros son más sociales, como por ejemplo el colapso de las sociedades piramidales, patriarcales, jerárquicas, verticales, capitalistas..., que progresivamente van a ir colapsando para dar lugar a sociedades mucho más horizontales, igualitarias, donde lo que cuente no sea la acumulación, la explotación, la extracción, el abuso, sino que sea la distribución, la comunicación, la creación de relaciones igualitarias... Y lógicamente esto tiene implicaciones sociales a nivel de nuestra vida afectiva, sexual...
Aquí vamos a encontrar, como bien dice, pasado, presente y futuro. Entre los escenarios encontramos desempleo, inversión en nuevas infraestructuras, fin de la privacidad, fin de la televisión... Nos da una de cal y otra de arena.
De hecho, en el desempleo el potencial ya se está viendo. Bill Gates comentaba que podía llegar a un 40%. Yo no lo creo porque lo que va a cambiar es la idea de empleo-desempleo. En el futuro el mismo concepto del trabajo como algo que uno hace practicando una semiesclavitud -porque el trabajo se ha convertido en una neoesclavitud-, todo esto va a dejar de ser. Vamos a pasar a otro tipo de relaciones laborales, a otro tipo de contrato social, y dejaremos de hablar de desempleo porque probablemente haya mecanismos de absorción de todas estas personas que vayan siendo sustituidas por tal o cual tecnología. Y estas personas van a pasar a trabajar en otras cosas y van a tener subsidios que les permitan sobrevivir. Todo esto nos va a llevar a disfrutar más de nuestro tiempo, a que la gente no ligue su actividad con el beneficio económico, que hagas una buena parte de cosas porque quieres hacerlas y te gusta hacerlas.