EL origen del conjunto flauta-tamboril se remonta a la antigüedad. No en vano, hay fe de la existencia de tamborileros en toda Europa desde el siglo XII, con especial esplendor en el periodo gótico. En el País Vasco aparecen abundantes testimonios documentales ya desde esa época. Hasta el siglo XVII este binomio fue muy utilizado en todo el continente: no había baile ni fiesta en la que no estuviese presente. No en vano se trataba de un instrumento muy económico, ya que un solo músico reemplazaba a varios. La precisión rítmica del tamboril lo convertía, por otra parte, en el instrumento ideal para interpretar las danzas que estaban entonces de moda como gallardas, pavanas y branles.
¿Y qué decirles del circo? Algunas artes circenses se practicaban desde hace tres mil años en China, Grecia, India y Egipto. Sin embargo los historiadores dicen que la idea de circo como tal empezó a desarrollarse en la Edad Media, con los saltimbanquis, que andaban de pueblo en pueblo mostrando sus habilidades en los saltos y las acrobacias. A partir de ahí empezaron a surgir en toda Europa compañías de artistas que recorrían las ciudades con sus espectáculos. Hasta que en 1768 nació en Londres, Inglaterra, el primer circo moderno, sobre un escenario circular al aire libre y rodeado de tribunas de madera. Se llamaba Circus Hippodrome, y en él se llevaban a cabo carreras de caballos, obras de teatro y actos de acrobacia y equilibrismo. Ya están en escena ambos mundos.
Les he puesto el recuerdo de sus orígenes al alcance, habida cuenta que ayer la Banda Municipal de Txistularis de Bilbao y la compañía bilbaina Zirkozaurre presentaron Sua piztuz, un espectáculo único de música, circo y raíces vascas en el Palacio Euskalduna. Con tanta edad como gastan ambos universos resultaba curioso la expectación desatada en los exteriores de palacio, donde la gente se arremolinaba y aguardaba con interés. El espectáculo llevaba por título Sua piztuz e incluía algunas de las piezas del repertorio habitual de la Banda interpretadas con precisión bajo la batuta de Garikoitz Mendizabal, intercaladas, en momentos escogidos, por las intervenciones de los artistas de Zirkozaurre que aportaron a la armonía su magia con sutiles pinceladas circenses. El espectáculo contó con malabares coreografiados y sincronizados y delicadas y sutiles acrobacias aéreas. Vistas ambas interpretaciones en comunión, el retablo quedó maravilloso: la fuerza del músculo –atléticos unos y a pleno pulmón los otros...– y las sensibilidades en su uso.
Hubo gente. Mucha. Entre ellos se encontraban artistas del circo como Gorka Pereira, Imanol Suso, Pablo Cáceres e Iker Villagrá, entre otros, combinándose, en una suerte de elegante cóctel neoyorquino, con el son y el compás de Idoia Kareaga, Gorka Zabaleta, Sabin Bikandi y Asier García, músicos de alta escuela. Y atentos a todo ello Javier Uribe, Nagore Redondo, Jaime Cabello, José Luis Bilbao, Antton Alaña, Nerea Gereño, Amaia Urresti, José Orbe, Jon Landa Bidea, Arantza Gorostiaga, Andoni Etxebarria, Miren Pastor, Ainara Elizondo, Javier García, Izaskun Olabarria, Olga Ariztondo, María García, Elen García, Floren Serrano, María Luisa Lozano, muy cercana a la productora Serrano; Alazne Argote, Aitor Salazar, Ander García, Juan Carlos Guerra, María Luisa Moya, María Orbe, Itziar Bengoa, Pilar Pujana, Amaia Agirre Kortazar y Ainoa Agirre Kortazar acompañando a las pequeñas Alazne Blanco Agirre e Izaro Muxika Agirre; Jon Mendibelzua, Maite y Nekane Azkarate, Gorka Mendiguren, Pablo Arias, Maitane Bilbao, María Jesús Idigoras y una mezcla intergeneracional entre los amantes de la cultura, las dantzas y el folklore vasco y los niños que aún conservan en su mirada la magia del circo. Fue, abriéndose la semana, un fabuloso aperitivo.
La Banda Municipal de Txistularis de Bilbao y la compañía Zirkozaurre presentan 'Sua piztuz' en el Palacio Euskalduna
Se trata de un espectáculo único de música, circo y raíces vascas que cautivó a quienes ayer se acercaron a ver el singular mestizaje