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Ana Fernández-Villaverde, más conocida por su nombre artístico, La Bien Querida (Bilbao, 1972), hace tiempo que es una institución del pop independiente estatal. Empezó un poco por casualidad a finales de la primera década de los dos mil, cuando emulaba con su guitarra a los grupos indie-rock que le gustaban en los años 90 (Pavement, Newtral Milk Hotel). La hija de Txabi Villaverde, músico de los seminales Soroak, se puso un nombre castizo, subió unas demos a su cuenta de Myspace y se llevó la sorpresa de su vida: aquella música pop sin pretensiones había cautivado a miles de personas. Más de tres lustros después, La Bien Querida culmina la gira de su sexto álbum, Paprika (2022, Sonido Muchacho), con un concierto final el próximo 9 de enero en la sala La Riviera de Madrid.
En su Instagram escribió que 2023 había sido un año buenísimo. ¿Cómo se ha desarrollado este 2024?
-Este también ha sido un año muy bueno, la verdad. Los que nos dedicamos a la música lo que queremos es trabajar y yo he estado tocando, grabando las canciones para un nuevo disco que saldrá el año que viene… 2024 ha estado muy bien.
Es difícil hacer un balance del año sin pensar en lo ocurrido con la DANA de Valencia.
-Ya. Ha sido horroroso. Te crea una sensación de impotencia y de culpa tremenda, porque a ti no te ha pasado nada y lo has estado viendo por televisión sentada en el sofá de tu casa.
¿De quién es la culpa de lo sucedido?
-Hay muchos factores, empezando por el sistema capitalista que permite levantar viviendas en la cuenca de los ríos, donde no se debería poder, lo que origina problemas cuando llueve y crece el cauce del río. No se puede construir ahí.
Este año desde el festival Abycine de Albacete le encargaron hacerle un tributo al director de cine Carlos Saura, fallecido en 2023. ¿Qué época cinematográfica es la que más le gusta de él?
-Yo creo que todo su cine es especial, desde las películas de cine quinqui a lo que hizo con Elías Querejeta, su faceta más musical… Por qué te vas, por ejemplo, de la cantante francesa Jeannette, se había lanzado un año antes y pasó desapercibida hasta que salió en Cría Cuervos (1975). A raíz de su aparición en la película tuvo un éxito bestial.
En su nuevo single, Estrella, canta: “Siempre quiero formar parte de tu mundo. / Que sientas mi amor profundo, que la culpa me abandone. / Y si algo he hecho mal que tú me perdones”. ¿Por qué le ha querido hablar así, de tú a tú, a su hija?
-Quería que tuviera un recuerdo de este momento, y que ella sienta lo mucho que la quiero. Mi intención no era hablarle de una forma infantil, sino de una manera más profunda.
Una canción que perdure en el tiempo.
-Nunca sabes lo que va a pasar ni cómo van a evolucionar las cosas. Así que dentro de diez años mirará atrás y verá que esta canción ha quedado ahí escrita.
¿En el pop se debería hablar más de este tipo de amor entre padres e hijos?
-No sé. Yo sentía que quería hacer una canción así. Hasta ahora no había tenido la necesidad de mostrarlo y, si lo sientes y lo quieres hacer, creo que está bien.
La gira del disco Paprika culmina con un concierto en la sala La Riviera de Madrid, precisamente el mismo lugar donde empezó. ¿Quería cerrar de alguna manera el círculo?
-Sí, totalmente. Empezamos la gira de Paprika en La Riviera, que es una sala que me gusta mucho porque se genera un ambiente muy guay.
A pesar de la famosa palmera entre el público que tapa el escenario.
-[Ríe]. Sí. Y de todos los recovecos que tiene. Es un misterio cómo algunos técnicos pueden conseguir un sonido tan bueno ahí.
Este otoño ha vuelto a participar en el Festival de la Vera que organiza el músico de Bizkaia Ignacio Garbayo en su casa de las montañas de Gredos. ¿Cómo es exactamente ese evento tan especial?
-Es un festival para amigos, en plan familiar, en el que no puede ir mucha gente. No se hace por dinero, no se venden entradas; es por amor a la música. Nos juntamos un grupo de personas que resulta que somos músicos: gente de El Inquilino Comunista, Ricardo Lezón, Garbayo, Zodiacs, Trampas o yo misma. Tocamos nuestras canciones y vienen también algunos vecinos del pueblo, que colaboran económicamente para costear los gastos de comida, bebida y aspectos técnicos. Nos alojamos en un hostal del pueblo, bebemos vino y desayunamos juntos. Es muy guay.
Es hija de Txabi Villaverde, cantautor y miembro, entre otros, de Soroak, uno de los grupos pioneros del pop en euskera. ¿Qué música se escuchaba en su casa?
-Un poco de todo, pero mi padre escuchaba mucha música brasileña. Era lo que más le gustaba. Mi amor por la música llegó más tarde; me gustaba pero no pensé que podría dedicarme profesionalmente a ello. A los 20 años mi padre me regaló una guitarra, aunque tampoco es que me animara mucho, porque decía que no me veía demasiadas aptitudes musicales y que mi voz era muy flojita.
¿En esa época ya le tiraba el indie?
-Mi interés por la música independiente viene de Radio 3. Ahora soy mucho más abierta, pero entonces me daban sarpullidos si escuchaba la música comercial de Los 40 Principales. Era muy fan de grupos como El Inquilino Comunista o Los Planetas. En 1996 fui a la sala Zulo de Lasarte a verlos y me hice amiga de Jota. Y no fue hasta 2007 o así que me compré una guitarra y empecé a componer algunas canciones. Al principio, lo que hacía era muy indie. Aprendía tres acordes tontos y ya podía hacer algunos temas de Pavement o Newtral Milk Hotel. Hice una maqueta, la subí a Myspace y hubo sellos que ya me quisieron fichar.
Su carrera empezó de la mano de Elefant.
-No me esperaba que se fijaran en mí. Estaba flipando, porque lo que había hecho era sin ningún tipo de ambición comercial. Nunca pensé que iba a tener una carrera tan larga. Antes de la música me dedicaba a la pintura; era muralista.
“ ”
Hace poco estuvo acompañando a Los Planetas en dos de sus conciertos de la gira del 30 aniversario del disco Super 8 en Madrid. ¿Cómo fue la experiencia?
-Muy bien. A mí me flipaban Los Planetas y noto que aquellas canciones no han envejecido tanto. Del Super 8 canté Briggite y después también Espiritu Olímpico. Tocan durante unas dos horas: repasan el disco entero y hacen una selección de temas de todas las épocas. Es muy emocionante. Lo están petando más que nunca y me alegro mucho por ellos. No es fácil mantenerse en activo durante tanto tiempo.
¿Siente que la reclaman más o que artísticamente la valoran más del Ebro para abajo?
-Sí. En Euskadi casi no toco. Apenas me llaman para dar conciertos, mientras que a Madrid, Galicia o Barcelona voy a un montón.
“ En Euskadi apenas me llaman para dar conciertos ”
¿Cuándo fue la última vez que actuó en Euskadi? ¿En el festival Irun Zuzenean de 2021?
-Es posible, ya ni me acuerdo. Es verdad que toqué el año pasado en el Dale CandELA fest de Getxo, que tiene como objetivo visibilizar la enfermedad de la ELA y recaudar fondos, pero es para una causa benéfica; además, lo hicimos en un plan entre amigos como Anita y los bienqueridos del norte. Con La Bien Querida ya va siendo hora de hacerlo. No he tocado en Euskadi en mucho tiempo. Toca volver con el próximo álbum.
No solo indie: otros mundos pop
La música siempre ocupó un lugar preferente en la adolescencia y juventud de Ana Fernández-Villaverde. Empezó a hacer sus pinitos a la guitarra tarde, hacia los 35 años, y de repente la vida le dio un vuelco. Sus canciones pop llamaron la atención. Pero tenía que buscar un alter ego o un nombre artístico para su proyecto. La Bien Querida es, en realidad, una ocurrencia, un juego de palabras. “Hay una obra de teatro de Jacinto Benavente que se llama La malquerida. Luego la adaptaron e hicieron una película mejicana que la echaban mucho por televisión”, explica. Así que partiendo del turbio triángulo amoroso entre Doña Raimunda, Acacia y Esteban, a la artista vasca se le ocurrió darle la vuelta a aquel nombre y aportar algo de luz.
La Bien Querida despegó como un cohete con su debut, Romancero (2009, Elefant), donde, de la noche a la mañana, se convirtió en la nueva sensación indie. Sus canciones pop, sencillas y con un personal deje castizo, han ido evolucionando hasta abrirse a otros muchos estilos. En la canción Qué (2019), junto a Diego Ibáñez, cantante de los madrileños Carolina Durante, se empapa de la electrónica ochentera de New Order. Y en su último álbum, Paprika, hay hasta sonidos puramente latinos (Esto que tengo contigo) que quedan muy lejos de aquella joven ortodoxa e indie a la que las canciones de Los Planetas le explotaban la cabeza.