Athletic

La calidad del Real Madrid desarbola el plan defensivo

Athletic 0 - 2 Real Madrid
Benzema, que con el de ayer suma 18 goles al Athletic, dispara a portería y el balón golpea en el brazo a Yeray.

El Real Madrid es un arsenal completo de armas ofensivas. Sus posibilidades en ataque son casi infinitas y apenas necesita un pequeño resquicio para hacer daño. Su medio campo es la torre de control que hace despegar a las balas que acostumbra a tener en los extremos y todo ello queda orquestado por un maestro de ceremonias como es Karim Benzema. Ante este escenario, la defensa requiere una concentración máxima ya que cada error puede ser fatal. Pero también hay que hacer sacrificios, tapar unas zonas y conceder otras para tratar de minimizar daños. Esa fue la estrategia del Athletic en la final de la Supercopa. La defensa es uno de los valores de los rojiblancos y durante muchos minutos cumplieron con creces y en diferentes situaciones de partido. Sin embargo, la labor de contención no fue perfecta y ante el Madrid muchas veces es necesario que así sea. Dos momentos clave, un disparo de mucha calidad y un penalti concedido. Dos parpadeos, dos goles.

La generosidad fue la seña de la defensa del Athletic. Fue un equipo comprometido con la misión encomendada y los hombres del medio campo no dudaron en retrasar su posición para formar un bloque sólido en retaguardia. Vinicius y Rodrygo son dos puñales en banda y los unos contra unos son algo a evitar a toda costa. Ayer, cada vez que los dos extremos brasileños trataron de encarar, aparecieron en la cobertura Yeray e Iñigo Martínez, incluso Berenguer no dudó en retrasar su posición en más de una ocasión para echar una mano. Este esfuerzo coral hizo que Vinicius, uno de los jugadores más desequilibrantes de esta temporada, apenas apareciera y sus momentos de brillo llegaron más en defensa que en ataque, una muestra de lo vivido ayer domingo.

El Athletic - Real Madrid, en imágenes. Fotos: Athletic Club y AFP

La rosca de Modric, el MVP

Sin embargo, esa estrategia de ayudas constantes, de replegarse en cada intento de ataque del conjunto de Carlo Ancelotti, tuvo su parte negativa. Esa pequeña concesión que hubo que hacer para convertir el área en una muralla, retrasando mucho la posición de todos los jugadoras, permitió que los jugadores del conjunto madrileño hicieran mucho daño desde la segunda línea. Primero lo probaron Benzema y Casemiro con dos tiros lejanos y a la tercera Modric (MVP de la final) coló el balón a la portería después de que Rodrygo se internara en el área en una de las pocas opciones que tuvo de enfrentarse en un uno contra uno y ahí dejó clavado a Balenziaga para dar la asistencia.

Con el gol de Benzema en la segunda parte, el Athletic tuvo que adelantar sus líneas. Ya no valía con esperar atrás, había que forzar al Madrid a cometer errores. Meter una marcha más en la presión y buscar algo diferente. Entonces ahí apareció el centro del campo del conjunto blanco. Los rojiblancos subieron las líneas, pero se encontraron con un equipo capaz de manejar la pelota a la perfección. Kross, Modric y compañía desarbolaron la presión bilbaina metiendo mucha velocidad al balón y jugando a un solo toque con una precisión milimétrica. El Athletic acabó con las opciones de peligro del Madrid, pero los robos de balón tardaron en llegar y cada vez quedó menos tiempo.

Solo en los minutos finales el esfuerzo del Athletic encontró su recompensa. La precisión del rival bajó considerablemente y los rojiblancos recuperaron balones uno tras otro. Su presión hizo que los dirigidos por Marcelino monopolizaran el balón, pero ese dominio no encontró el premio del gol y el Madrid se llevó la Supercopa rompiendo el plan con dos momentos de calidad.

18/01/2022