La calle Santo Domingo lleva 32 años celebrando un día grande. Elige para su chupinazo a un vecino –siempre uno de más jóvenes o de los más mayores– y sale de fiesta. Este lunes le ha tocado a Charo Ciriza González. Esta rochapeana que prefiere no desvelar su edad vive desde hace 19 años y medio en el número 31 de Santo Domingo. “Vecinos, vecinas y visitantes: viva San Fermín”, se ha confundido por los nervios. “Ya sabía yo que se me iba a cruzar San Fermín”, reconocía después. “Viva Santo Domingo, gora Santo Domingo! Ayy cómo tiemblo”, ha dicho, esta vez sí, justo antes de encender el cohete, amenizado por la comparsa txiki de Aldezar, los gaiteros de Haizeberri, y el chorizo que salía del Zaldiko y se servía con un trozo de pan y un vaso de tinto.
La semana pasada, cuando le propusieron inaugurar la fiesta, Charo se preguntó: “bueno, ¿y qué votación ha sido esta? ¿Cuántos a favor o en contra? Y parece ser que ha sido a dedo”, se reía. “Me ha tocado y ya está”. Ella no participa mucho porque su marido José Mari Armendáriz está “muy delicado del salud”. Y después del cohete tenía intención de subir a casa. Pero es un día que disfruta. “Me gusta mucho la música de txaranga y me ha gustado mucho bailar”. Y destaca de la calle Santo Domingo, su calle, “el ambiente de vecinos, que vas, vienes, te saludas con la mayoría. Y hoy más. Porque nos conocemos”.
Ángel Molina, responsable del Zaldiko y vecino –vive justo encima del asador– reconocía que, tras el parón festivo forzado, el de este lunes es un día “especial. Y aquí estamos, como todos los años”. En cuanto a la programación, menciona los toricos de cartón vespertinos para los niños, y una cena autogestionada para los vecinos de la calle. “Nos juntaremos 80-100. Ahí no falta nadie. Algunos años llegamos hasta los 150, pero paramos porque no queríamos que se nos desmadrara la cosa”.