La calma llega con Macua

Tras dos encierros que dejaron heridos y cornadas, Tafalla pasó limpio el tercero. Tras la tormenta, el peligro amaina tanto como los corredores de este jueves. La avenida Severino Fernández, primera recta del recorrido, contaba con unos pocos mozos cerca de los corrales que calentaban a la espera de la salida de los seis toros de la ganadería Macua.

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Los morlacos, sin ganas de sumarse a la carrera, salieron 10 segundos después de abrir las puertas con varios corredores que les tentaban a salir: “Eh, vamos, vamos”, se escuchaba. Los cabestros abrían y cerraban la fila india que iba a suponer la tónica de un encierro rápido y limpio.. Varios de los primeros mozos abandonaban a los pocos metros la carrera y se salían del centro para dirigirse a los vallados de las esquinas. No hubo ninguna complicación; la manada parecía atravesar las calles sobre una línea recta porque no se movieron ni un segundo de esa posición.

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Solo hubo un pequeño incidente reseñable: a unos pocos pasos de comenzar la curva de la Farola por dentro, un hombre se tropieza solo en frente del bar Rafael. Al ir muy por delante del resto de corredores, le dio tiempo a arrastrarse hasta debajo del vallado. A salvo y sin ningún rasguño. En la curva, un morlaco quedó al mando de la manada y dejó a pocas zancadas por detrás a tres de sus compañeros. Los últimos dos toros y los otros cuatro cabestros restantes, a pesar de quedarse atrás, buscaban recuperar los metros de diferencia hasta volver a recuperar la fila india inicial.

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La siguiente calle del recorrido, la avenida Sangüesa, resultó más amplia que de costumbre: un espacio casi vacío y una manada que corría sin problemas; la imagen recordaba más a los encierrillos de la 1.30 horas de la madrugada que a un encierro de los de siempre.

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Con la manada dividida en dos grupos, los cuatro toros de cabeza avanzaron bien estirados, seguidos a cierta distancia por el resto de la manada y así cubrieron la recta hasta la curva de la Estación, permitiendo buenas carreras para los mozos. En el último tramo se descolgó uno de los toros de cabeza y quedó un amplio espacio entre los dos grupos que dejó correr delante de las astas con comodidad. Al llegar a la plaza de toros, la manada se agrupó en un rincón del ruedo y se mantuvo unidoa unos segundos hasta entrar a los corrales junto a los bueyes. De este modo, los morlacos de la ganadería Macua realizaron un encierro rápido, limpio y sencillo. Tan tranquilo que el parte de heridos quedó en blanco porque, según informó Cruz Roja, no se requirió ni una mínima atención sanitaria después de la carrera. Al contrario que el accidentado encierro del martes en el que hubo un herido por asta de toro y dos pisotones.

Arkaitz Isturiz Zubiri, de 18 años, corrió los tres primeros de Tafalla y algunos de estos Sanfermines. “El primer día me gustó mucho, pero el segundo me pareció muy lento. A mí me fascina la adrenalina, así que he querido venir a la curva de la Estación para sufrir un poco más, y como había más gente aquí que al inicio lo he podido disfrutar más”, confesó exhausto por la corrida.

Por otro lado, Pedro Garde, de 21 años y natural de Carcastillo, no tuvo la suerte de correr el primer día, probablemente el más peligroso hasta la fecha, pero es mozo habitual de encierros. “Hoy los toros eran mucho más pequeños de lo que me esperaba parecían más jóvenes. Quizá por eso ha ido tan rápido, pero muy bien porque no ha habido peligro”, arguyó.

Aimar Martínez, tafallés y corredor “de toda la vida”, no tenía una valoración tan positiva del tercer encierro. “Hoy no ha venido casi nadie al encierro y no hemos podido armar ninguna buena. Dejas las calles vacías y el toro es un animal tranquilo, por lo que si no le molestas no va a hacer nada más que seguir su ruta. Y eso es lo que ha pasado hoy”, comentó con cierto tono de resignación.

A la tercera va la vencida, la tormenta pasa y llega la calma a Tafalla. Hoy será otro día y quién sabe qué vendrá.