Un buen día, durante sus años de residencia en la capital guipuzcoana, Ibon Abad se encontró en un atasco en pleno puente de María Cristina. Sin poder moverse, se fijó en unas farolas decoradas, en su parte superior, con unos dragones. “Ahí empecé a darle vueltas a la cabeza”. Surgió la idea de lo que hoy es una realidad palpable, El Akelarre de San Sebastián (Uzanza Editorial). Dragones, brujas, un gigantesco Kraken y varias criaturas fantásticas esperan a quien se quiera perder entre estas páginas, las primeras de una trilogía singular.
Más allá de la presentación online que se producirá el 2 de febrero a través del canal de Youtube de la editorial de Zuhatzu Kuartango, unos días después, el 10, el autor de Izarra llevará su primera novela a The Tap (en la calle Manuel Iradier) donde se producirá un encuentro presencial con los lectores. Serán posibilidades de adentrarse en un libro en el que aparece “una Donostia que se sale un poco de la San Sebastián que conocemos, de la bahía de la Concha, Igueldo, de los pintxos de la Parte Vieja... de esa ciudad de postal”. Respetando el nombre y ubicación de calles y barrios, “la he querido oscurecer un poco y meterle un poquito de miedo pero apto para todos”, apunta su creador.
Aiara, una chica ciega que tiene 12 años, es la protagonista de esta historia. Mientras pasea por Alderdi Eder, tiene un accidente y cae por una alcantarilla bastante profunda. A rescatarla acude Dimitri, un conductor de autobuses que al ver lo sucedido, reacciona al instante. Ambos ascienden a la superficie, pero cuando están a punto de salir, alguien tapa la alcantarilla. Eso no dura mucho, solo unos segundos, porque ambos consiguen salir pero cuando emergen ya no están en Donostia, si no en Galerna, “que es la cara oscura de San Sebastián”.
Para un público amplio
Empezará ahí una aventura para tratar de escapar de esa otra dimensión y volver al mundo real. “Cuando me pongo con un libro que me gusta mucho, me olvido de las horas, del sitio en el que estoy y me sumerjo de lleno en la historia; es justo lo que quiero que pase con esta novela”, describe quien apunta que este El Akelarre de San Sebastián puede llegar a “alguien de 55 años a quien le encante la novela negra y a un chaval o una chavala de 13 o 14 años a quienes les guste la fantasía y las aventuras”.
De hecho, esta creación es también un homenaje del autor a aquellos libros que leía de pequeño, a títulos como El Hobbit. “Son sagas que me engancharon muchísimo”. A eso se une también el gusto por la mitología vasca y por cuestiones relacionadas con la brujería y temáticas cercanas. De una forma u otra, todo ello ha ayudado a dar forma y fondo a esta propuesta que empezó a germinar en el conocido puente.
“He escrito relatos cortos durante tiempo, pero sin querer publicarlos. Cuando me apareció esta idea, empecé pero tampoco me veía capaz de que eso viera la luz. Siempre he pensado que el oficio de escritor no lo puede hacer cualquiera”. A pesar de eso, y tras un momento personal que le llevó a encontrarse “con una psicóloga muy buena que me dijo que sacase todo a través de la escritura”, terminó autopublicando esta historia. “No me fue mal, pero cuando conocí el proyecto de Uzanza quise hacerles llegar el texto y María Santórum Alaña y su equipo me dieron una oportunidad”.
De hecho, la apuesta de ambas partes es darle continuidad a la propuesta y crear una suerte de saga de fantasía vasca con, en principio, las tres capitales de Euskadi como protagonistas. En un primer momento, la intención es que todo ello se traduzca en una trilogía que ahora se ha abierto con El Akelarre de San Sebastián. Sin embargo, la segunda entrega ya está en marcha.
“Ya estoy con ella” sonríe el autor, que, como es lógico, no quiere dar muchas pistas. Eso sí, será una novela que tendrá a Vitoria como escenario. Bueno, a ella y a “su lado oscuro”. La tercera entrega “todavía está un poco en el aire”, aunque se localizará en Bilbao.