En 1953 las Cantinas Escolares, una suerte de comedor para niños y niñas necesitados, era una de las instituciones más queridas y populares de Iruñea. Por ello cada año se realizaba una rifa benéfica, en la que se sorteaba un cuto, un cerdo, vaya, que previamente era paseado por las calles de la ciudad. La fotografía fue obtenida, según hemos podido saber, el 23 de febrero de 1953. La prensa del día siguiente aclaraba que, en realidad, el primer premio era no uno sino 2 cerdos, y que había otros premios más a base de cordericos de la Cuenca, chorizos y jamones. La carroza en la que eran paseados los cutos fue elaborada y decorada por el gran pintor Lozano de Sotés, y circuló por la ciudad hasta llegar a las Escuelas de San Francisco, lugar donde se verificó el sorteo. Podemos ver que iba presidida por un operario, acompañado por un munipa de aquellos con gorra de plato, y que toda una legión de criaturas acompañaba al cortejo.
Hoy en día, y de manera sorprendente, debemos de reconocer que esta pequeña calle del Segundo Ensanche pamplonés ha cambiado poco, y pueden reconocerse la práctica totalidad de los elementos que componían el paisaje urbano de hace 69 años. Aunque ya no circule por ella la carroza del cuto, ni existan las Cantinas Escolares. En cuanto al nombre de la calle, muy pocos pamploneses saben que homenajea a don Vicente García-Castañón Arruiz, pamplonés nacido en el siglo XIX y fallecido en 1927. Fue ingeniero de minas y secretario del Consejo de Minería, y tras su muerte legó al Ayuntamiento de Pamplona valores bursátiles, muebles y otros objetos por valor de cientos de miles de pesetas. Y como su mujer donó también sus joyas a la ciudad, el consistorio decidió dedicarle a ella también otra calle. Ella se llamaba Trinidad Fernández-Arenas y, como todo el mundo sabe, la calle que se le dedicó es la que vemos asomar por la derecha.