Hoy en día nada queda de aquel lóbrego edificio de la Maternidad e Inclusa de Pamplona. Fundada en 1804, sabemos que fue abandonada en 1934 por haberse quedado pequeña para las necesidades de la ciudad, y que antes de su derribo en 1944 fue utilizada como sede de la Falange golpista durante la guerra.
Desaparecido el edificio, el Consistorio decidió abrir aquí una calle para "permeabilizar" el trazado urbano en esta zona, y dar comunicación directa a la Cuesta del Palacio con la calle del Carmen. El concejal Ángel María Pascual propuso en 1944 que dicha calle recibiera el nombre de "Aldapa", palabra vasca que significa "cuesta", en atención a la orografía del terreno, y la idea fue aprobada por el alcalde Antonio Archanco Zubiri. Y es que, aunque parezca mentira, hubo una época en la que ser de derechas, e incluso muy de derechas, no estaba del todo reñida con valorar la lengua primitiva de esta ciudad.
En 1912 Pamplona contaba con una Casa de Maternidad e Inclusa, donde se daba acogida a las mujeres embarazadas de manera extramatrimonial para que dieran a luz. Se ocupaban también de recoger a las criaturas huérfanas y sin recursos, así como a los numerosísimos niños abandonados y expósitos.
La imagen nos deja ver que el edificio tenía una fachada con resabios clasicistas, presidida por una hornacina en la que se ha colocado el busto de un eclesiástico. Se trata del retrato del fundador de la inclusa, Joaquín Xavier Uriz Lasaga (Sada 1747-Pamplona 1829), obispo de Pamplona desde 1815 y hasta su muerte. Delante del orfanato posa una treintena larga de criaturas, ataviadas con proletarios blusones y alpargatas, así como 4 personas adultas que sin duda trabajaban en el centro. Lo que la fotografía no deja ver es las terribles historias de dolor que se esconden tras las sonrisas de los críos. Una pena.