El malestar por el incumplimiento de los compromisos adquiridos por el Estado francés ha condicionado en gran medida el mensaje y los ánimos en la reunión de la eurorregión de Nueva Aquitania, la CAV y Nafarroa. Pero, a pesar de que era el día señalado para escenificar un cierre de filas y realizar un pronunciamiento contundente ante las instituciones europeas y Francia, no se orillaron otros asuntos más internos, relativos al funcionamiento de este órgano, que además tendrá que gestionar 15,5 millones en siete años, hasta 2027, tal y como pusieron en valor tanto el lehendakari Urkullu como la presidenta Chivite, quien además lo presentó como un nuevo hito y un paso adelante que da más enjundia a la eurorregión y un recorrido mayor a su abanico de actuaciones.
La reunión fue uno de los dos encuentros anuales que celebra este grupo y sirvió para presentar el informe del año pasado, para debatir algunas cuestiones presupuestarias para el presente ejercicio y la orientación económica, y para aprobar el marco de la convocatoria de proyectos de este año sobre ciudadanía eurorregional.
Chivite puso en valor que la eurorregión pase a operar como área funcional del oeste, “una importante novedad porque la eurorregión se convierte en coordinadora del área y gestora de los fondos de la Unión Europea, Poctefa”. “Hemos visitado uno de sus resultados, un camión de bomberos”, aseguró. Según dijo, se van a poner en marcha proyectos para mejorar la movilidad y el plurilingüismo y llevará a estrechar lazos con la comunidad de los Pirineos, de la que también forman parte estos territorios.
Esfuerzos ante Bruselas
Los tres mandatarios realizaron una “buena valoración” del encuentro y de lo que ha dado de sí la colaboración en los últimos tiempos. Además, durante el encuentro se analizaron proyectos de innovación y las becas, una “parte importante” del cónclave celebrado en Donibane Garazi según sus participantes.
A partir de ahí, los socios miraron de puertas afuera, a las piedras en el camino que está colocando el Gobierno francés con el aplazamiento del tren de alta velocidad. En este sentido, las tres partes están dispuestas a exigir a la Unión Europea que mueva ficha, en la medida en que la conexión en frontera para 2030 es una previsión de la propia Bruselas, y el Estado francés ni siquiera le pone fecha mientras retrasa su tramo Burdeos-Dax hasta 2042.
Está por ver si se trata de solicitar alguna reunión con autoridades comunitarias o de elevar algún otro requerimiento, con carácter público o privado, una cuestión que de momento se prefiere preservar en el ámbito de la discreción.
La reunión de este lunes ha servido para sumar a Nafarroa y Nueva Aquitania públicamente, aunque había poca duda de que este respaldo se fuera a producir, sobre todo, en el caso de Alain Rousset, con quien Urkullu ya se había reunido hace dos meses en Hendaia para compartir su preocupación por las demoras en la conexión ferroviaria.