Europa ya tiene su ley de semiconductores. La Comisión Europea presentó ayer martes la Chips Act, una directiva con la que aspira a movilizar unos 45.000 millones de euros para cuadruplicar hasta 2030 la producción de semiconductores en la UE. El objetivo es convertir Europa en un potencia global en un sector clave y acabar así con la dependencia de Asia (que domina el 80% del mercado). Bruselas quiere que al final de la década el 20% de los chips del mundo se produzcan en la UE, el doble que ahora, lo que significa que tendrá que multiplicar por cuatro su fabricación.
El objetivo es reducir su enorme dependencia de terceros países, sobre todo del sudeste asiático, para el suministro de unos componentes tan indispensables en cualquier dispositivo digital que su escasez a raíz de la pandemia ha obligado a paralizar líneas de producción de algunas industrias, como la automovilística, y acabó con las reservas de ciertos productos en Europa. "La Ley Europea de Chips llega en el momento adecuado con dos objetivos principales: a corto plazo, aumentar nuestra resiliencia ante futuras crisis, anticipando y evitando problemas en las cadenas de suministro. Y a medio plazo, hacer de la UE un líder industrial en este mercado muy estratégico", explicó la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen.
Para ello se movilizarán unos 45.000 millones de euros entre inversión pública y privada. La idea es que 30.000 millones de dinero público se destinen a aumentar la capacidad de producción, incluida la construcción de megafábricas en el continente y que entre otros 11.000 millones de euros en ayudas directas, que saldrán de los fondos de la Unión Europea, los Estados miembros y países asociados, se dediquen a "fortalecer la investigación, garantizar el despliegue de herramientas avanzadas de semiconductores, creación de prototipos y capacitar al personal". A todo ello se sumaría un fondo para invertir entre 2.000 y 6.000 millones de euros en ayudar a las empresas emergentes a incorporarse al sector.
La ley facilitará un nuevo marco para que las startups puedan acceder a financiación dedicada y se creará un mecanismo de coordinación que intentará evitar cuellos de botella y falta de recursos. Una vez presentada esta ley, los distintos estados y el Parlamento europeo deberán discutir la propuesta y aprobarla.
Tarea complicada
La tarea que se propone Bruselas no será tan sencilla, ya que el resto de países también están decididos a ampliar la producción de unos componentes cada vez más relevantes en la industria. Es el caso de Estados Unidos, que va a invertir 50.000 millones de dólares para impulsar la fabricación de chips made in USA; solo Intel invertirá 20.000 millones de dólares en una fábrica en Ohio, la que se convertirá en la más grande del mundo.
Bruselas reconoce que el alto coste de levantar plantas de producción hará necesaria una masiva inversión pública si se quiere atraer la privada, por lo que suavizará las normas de ayudas de Estado para permitir, por primera vez, subsidiar la construcción de fábricas de "primera generación". La estrategia contempla, además, crear alianzas con otros socios, como EE.UU. o Japón, para crear cadenas de suministro fiables.