¿Qué va a pasar con el palacio de la Cumbre una vez enviada la petición de cesión, como le reclamó EH Bildu?
–Lo hice para que no tengan una excusa para echarme a mí la culpa de que no se cumplen los acuerdos que ellos adoptaron. Conforme a la ley, yo no estoy obligado a hacer la solicitud. Es el propio Gobierno de España el que está obligado a dar el primer paso porque el acuerdo es ley para él. Si no lo ha hecho es su responsabilidad. Y, se lo dije a EH Bildu en el Pleno, no entiendo por qué se plantea esa cesión en favor del Ayuntamiento para desarrollar un proyecto concreto que trasciende la ciudad. ¿Tiene el Ayuntamiento que hacer un proyecto de memoria histórica [especializado en víctimas del Estado] que no solo se refiere a Donostia sino, por lo menos, a Euskadi, en un edificio que no sé en qué condiciones está y no se sabe cuánto hay que invertir? Cuando, además, tenemos a 200 metros el palacio de la Paz y los Derechos Humanos de Aiete, que cuesta dinero y es un contenido homologable. En el caso de Ezkaba, Navarra, la cesión se hizo en favor del Gobierno de Navarra. En este caso, ¿por qué al Ayuntamiento y para ese fin concreto, con esa obligación? Eso es una carga para la ciudad. Estaré encantado que nos lo cedan, de echar los muros, de abrir los jardines... pero si hay que desarrollar un proyecto concreto dentro de ese edificio habrá que hablar de quién lo hace.
¿Le ha tranquilizado la última comunicación con la ministra de Defensa sobre la próxima firma de la venta de los cuarteles de Loiola?
–Hablé hace unos quince días con Margarita Robles y me dieron detalles de los trámites que les faltaban. Uno de Costas, que iba a ser positivo, y otra cuestión más. Me dijeron que iba para el Consejo de Ministros y me avisarían. Sí, me ha tranquilizado la respuesta.
El consejero de Turismo, Javier Hurtado, se ha avenido a abrir el melón de la tasa turística, pero aplaza la decisión a la próxima legislatura. ¿Qué le parece?
–Sí, hay que trabajarlo y, si tiene que ser en la próxima legislatura, que sea al principio. Ya queda menos.
EH Bildu ha criticado al PNV por recurrir a la invasión de competencia en la Ley de Vivienda como excusa para no aplicarla. Pero ERC, socio de Bildu, también la va a recurrir por el mismo motivo que el PNV. ¿Qué opina?
–Deja en evidencia la actuación de EH Bildu en éste y otros temas. Como nacionalista me resulta incompresible. Se están pasando por alto cosas que son estructurales. Puedo entender que la posición de EH Bildu sea más cercana a Podemos y Sumar en la Ley de Vivienda. Pero, ¿estamos a lo que estamos o a qué estamos? Si estamos en la defensa del autogobierno, lo primero es lo primero y lo tengo muy claro. Y ERC ha dejado en evidencia que algunos han pasado a un segundo plano lo que antes decían que era lo más importante. Ellos mismos se retratan.
¿Qué análisis hace de los resultados electorales del 8 de mayo y 23 de julio?
–Son muy diferentes. Las elecciones de julio se producen en un contexto en el que el debate en el Estado es el protagonista principal. Tras el resultado del Partido Socialista, algunos se sorprendieron pero, con Zapatero, en un marco de polarización, el PSE ganó en Euskadi. Las forales y municipales tienen otras claves. Hay factores generales que afectan a la propia sigla [del PNV]. Dentro de nuestra propia casa se está reflexionado para ver qué no se está haciendo del todo bien. Y hay otros factores autóctonos. Los temas presentes en la campaña, por ejemplo. La movilidad no ha jugado muy a favor; la incomprensión en alguna cuestiones y la equivocación en alguna decisión han afectado.
¿Cuál es esa equivocación?
–Hay cuestiones que nos tendremos que replantear. Desde movilidad he pedido que se escuche y se haga un planteamiento sin prejuicios. Luego puede haber temas, como el del turismo, donde hay una percepción, que a veces es equivocada, que ha podido no jugar a favor. Y otros temas. Pero creo también que la pandemia ha jugado en nuestra contra. Ha sido muy complicado. Y ha provocado un cierto cambio social. Es complejo y también puede que hayamos cometido errores al gestionar una situación para la que no estábamos preparados.