Pese a que los espectadores pensaban que habían visto de todo en el programa de citas por excelencia de la televisión, el pasado 7 de junio vieron superadas sus expectativas.
El primero de los participantes en ser presentado fue Eloy, un hombre de 44 años que trabajó adiestrando perros en la unidad canina del ejército durante 6 años. Así se presentó él, como si fuese un rasgo más de su personalidad.
Aseguró estar buscando una relación formal y tener muy claro lo que quiere en su vida. "No le voy a exigir más de lo que yo puedo dar”, afirmó el exadiestrador de perros. A continuación, dijo buscar “una persona normal, buena, con la que me lleve bien". Entonces apareció Mercedes, una mujer de 40 años, con la que desde el primer instante Eloy marco distancia.
La falta de atracción fue lo único que tuvieron ambos en común.
Aspecto físico
Sentados en la barra del restaurante - donde las posibles parejas tan solo se ponen cara e intercambian un par de frases-, ambos estaban tan distantes que tuvo que intervenir una de las camareras para que empezasen a hablarse.
Mercedes dejó claro detrás de las cámaras, cuál fue el motivo de la falta de feeling: "No me gustan los hombres así. Calvos", afirmó tajante. Y de hecho, así se lo hizo saber también a Eloy.
Sin tapujos, apenas un minuto después de sentarse en la mesa, le espetó: “tú eres muy agradable y tal, pero no me atraes físicamente la verdad. Porque no me gustan los hombres calvos, la verdad".
Pero la cosa no acabó aquí. A medida que Mercedes avanzaba en su innecesario comentario, Eloy contraatacó con un “a mí me gustan delgadas”.
"No la soporto"
Fue entonces cuando Mercedes, muy indignada, dijo querer irse del restaurante del (no) amor, sin apenas haber probado la cena. Finalmente, Eloy llamó a la camarera para comunicarle que ambos se marchaban del local, obviamente, por separado.
"No la soporto", explicó tras ser preguntado sobre su huida.
Después de hablar con los camareros sobre por qué la cita no funcionó, ambos se retiraron con la promesa de poder volver al programa para tener una cita con otra persona.
Una segunda oportunidad para la que quizá hayan aprendido que no debe decirse siempre todo lo que uno piensa. Y menos aún si es para referirse al aspecto físico del de enfrente.