Cada una de sus palabras transmite pasión, engancha. Así es Roberta Vicente Barreras. La tecnología está muy presente en su día a día, como le ocurre a la mayoría de la población. De ahí la conveniencia de ir trabajando desde la infancia las competencias científicas, de experimentar y aprender para innovar. Y hacerlo -como ella sintetiza- desde el entretenimiento y la responsabilidad, los dos valores añadidos que siempre acompañan a sus decisiones. Es jueza de jueces en la First Lego League, una competición no competición que siempre se aborda en clave positiva por los participantes. Este año 42 equipos de los que 28 han sido vizcainos, con 58 equipos en la Liga Explore [menores de 6 a 10 años] y 70 en la Challenge [hasta 16 años].
Tiene 27 años y lleva tres comprometida con la First Lego League, ¿cómo llegó a este mundo?
-Estaba trabajando en la Universidad de Deusto y empecé como voluntaria porque Deusto es una de las sedes. Además, siempre me ha interesado el tema de la educación y de fomentar estas disciplinas científico-tecnológicas. He trabajado en innovación y en emprendimiento y ahora estoy más centrada en la parte de desarrollo de talento y estamos viendo que son competencias claves para el futuro. Por eso es muy importante formar en competencias y esta es una muy buena manera de hacerlo.
Tener contacto desde niño con juguetes de construcción y que además se puedan programar ¿debería ser casi casi obligatorio?
-Lo más importante es acercar la tecnología de una manera divertida y hacerlo de manera responsable. El hecho de aprender a programar y a diseñar un robot no es lo mismo que estar consumiendo contenidos audiovisuales. Hay está la clave, en fomentar la tecnología desde la creatividad, que sean sujetos activos.
¿Se lo imagina como asignatura?
-Estaría muy bien. Es algo que debería hacerse de manera transversal. Al final la tecnología impacta en todos los sectores y estudies lo que estudies, en cierta manera vas a tener esa relación con la tecnología. Y aunque no sea en tu trabajo lo tendrás en tu vida, en tu ocio, en tu vida cotidiana… Es una manera de empezar a educar en ello. ¿Por qué no? Pero acercarlo y acercarse siempre de una manera que resulte atractiva para fomentar las vocaciones científico tecnológicas que muchas veces se ven como algo difícil y aburrido; sobre todo en el caso de las niñas, que no tienen esos referentes a las que seguir. Todo suma. Y esto es importante. No sé si como asignatura obligatoria, pero sí que sería una buena práctica .
Hablando de vocaciones, ¿lo consiguen?
-Quiero pensar que sí. Estaría bien hacer un estudio en categorías inferiores, porque cuando se apuntan en los últimos cursos ya están estudiando un Bachillerato científico tecnológico. Por eso sería interesante estudiarlo en la Liga Explore para saber si los colegios perciben que desde que participan han aumentado el número de estudiantes cuando pasan a esas ramas en Secundaria y Bachillerato.
El propio reto es un camino de prueba-error, como la vida misma muchas veces. Y eso es bueno también, supongo…
-Es mucho trabajo en equipo. Mucha estrategia. Y no desanimarse; si no sale una vez o no das con la solución que te convenza, darle una vuelta o intentar nuevas maneras. En definitiva, trabajar la resiliencia, esa capacidad de fallar y levantarte. Y sobre todo que el día de la competición también se valora el proceso que han seguido. No hay perdedores. Se valora el resultado y la actitud y los valores que demuestran.
Desde su experiencia, ¿son resolutivos los escolares vizcainos de hoy día? ¿Tienen talento y son emprendedores? ¿Arriesgados?
-Se ve mucho en estos proyectos que cuanto más joven eres menos miedo tienes a arriesgar. A veces te presentan ideas que otras personas piensan que son más imposibles, más locas. Y esa espontaneidad hace que salgan ideas superinteresantes y es algo que luego vamos perdiendo cuando nos hacemos mayores...
Durante estos años ¿algún proyecto que le haya impactado?
-Recuerdo el año pasado, cuando estaban los pequeños haciendo los proyectos, niños de 6 a 10 años querían hacer un sistema de drones para llevar ayuda humanitaria a Ucrania. La temática era el transporte y la logística. Me sorprendió esa empatía, el querer contribuir a algo que pensaba les era ajeno, que les quedaba lejos, pero estaban concienciados con eso… Me marcó ese proyecto.
“ Hay que acercarse de modo atractivo para fomentar entre las niñas las vocaciones científico tecnológicas ”
¿Ganó?
-En esa categoría no compiten. Todos reciben medalla por participar.
Por cierto, ¿qué debe tener un proyecto para ganar? ¿Valor para la comunidad? ¿Escalable? ¿Rentable económica, social y ambientalmente?
-Sobre todo que resuelva una necesidad real que hayan identificado y que la resuelvan de manera innovadora.
¿Y luego no se plantea aplicar de forma real?
-Sí, de hecho para eso hay un premio especial para el proyecto más factible y mejor planteado; para acompañarles de la mano de expertos que lo pongan en marcha.
¿Por qué engancha la FLL, por la tecnología o por los valores?
-Diría que por la diversión sobre todo. La tecnología también, pero es al revés: son los valores los que enganchan a la tecnología porque si fuera algo que no resulta atractivo porque no es divertido o les resulta lejano no creo que funcionase.