Dos personas, un hombre y una mujer, se dan cita cada cierto tiempo en un espacio indeterminado para entrenar pequeños encuentros entre desconocidos en los que tratan de recrear situaciones de la vida cotidiana. El fin último es “comprender el comportamiento humano”. Este es el planteamiento de Simulacro, comedia con toques de teatro del absurdo de la compañía navarra La Caja Flotante, cuyo estreno tendrá lugar en el Gayarre el viernes 20 de enero (20.00 horas).
Escrita por Gloria March y Ion Iraizoz y dirigida por este último, la propuesta comenzó a tomar forma durante una residencia creativa en la pasada edición del Festival de Olite. “Entonces no teníamos todavía título para la obra, pero empezábamos a trabajar la idea de imitar la realidad, de simular situaciones de la vida cotidiana”. A partir de ahí “generamos escenas en las que proponíamos encuentros entre personas desconocidas y desde ese punto surgió la dramaturgia”, cuenta Iraizoz, para quien la base argumental del montaje consiste en estas dos personas “creando un mundo a su medida, con sus propias normas, donde pueden poner en pie sus ficciones y salir a la realidad más preparados”. De alguna manera, ambos funcionan como “investigadores” que intentan “entender el comportamiento humano”. Así por ejemplo, recrean un encuentro en una sala de espera, “en la que una persona quiere iniciar una conversación con la otra”, y prueban distintos abordajes de la misma situación. “Ensayan cuál sería la mejor forma posible de vivir ese momento”, agrega el actor y director, que indica que, al igual que en otros montajes, La Caja Flotante también usa aquí “una de nuestras señas de identidad”, como es el video en directo. “Este montaje tiene algo cinematográfico, los personajes graban algunas escenas y luego las ven para ver qué ha ido bien, qué puede mejorar... Y se hacen preguntas sobre qué pensaban en ese momento, qué sentían, qué hubiera pasado de hacerlo de otra manera...”
Este mundo recreado tiene unas dimensiones “más humanas”, lo que también convierte esta propuesta en “un homenaje al teatro”, donde “todo es a escala más humana” y donde “se puede imitar a la vida” una función y una obra tras otra.
Beckett como influencia
“Si tuviéramos que ponerle una etiqueta, Simulacro sería una comedia, pero no al uso, sino absurda”, con toques de “humor surrealista por momentos” que reflejan instantes del todo cotidianos que “todos vivimos cuando nos encontramos con desconocidos”. En ese sentido, reconoce influencias como Esperando a Godot, de Beckett, en la que dos personas pasan el tiempo juntas en un lugar sin concretar aguardando a alguien que no acaba de llegar. “Una amiga que vino a ver un pase me comentó lo de Beckett y la verdad es que a priori ni lo había pensado”, admite el actor navarro, al que la mirada del otro, del público, le parece “fundamental” para “completar cualquier creación”.
Por eso sabe que la obra cambiará a partir del estreno del día 20 en el Gayarre. “Tenemos muchas ganas de que quienes vengan nos digan qué han visto; entonces entenderemos mejor lo que nos ha salido”, lo cual en su opinión resulta imprescindible para los siguientes pasos del proyecto. “Hacer una buena lectura de lo que tienes entre manos es clave en la distribución de una obra”, continúa Iraizoz, contento de volver a estrenar en el teatro pamplonés, donde La Caja Flotante mostró su primer trabajo, El círculo de tierra, hace diez años. “Es un motivo de alegría, hay que celebrarlo”, dice.
Desde entonces, la compañía “ha crecido bastante a nivel creativo y de repercusión”. Con varias nominaciones al Max en su haber, sus trabajos han sido programados en el Centro Dramático Nacional (CDN) y en importantes festivales, muestras y escenarios. “Durante todo este tiempo se ha confiado en nosotros y eso nos ha permitido compartir nuestros proyectos –basados en la creación contemporánea– con más público”, señala Ion Iraizoz. Y termina: “Confío en que la obra tenga recorrido y se pueda ver en distintos sitios de Navarra y también el resto del resto del Estado”.