Son casi imperceptibles por su parpadeo, solo se ven de noche y tienen más importancia de la que se puede presuponer. Son las balizas de color rojo que cada vez más se enseñorean en el cielo nocturno de Bilbao y sus alrededores para evitar problemas a la navegación de aviones en el espacio aéreo. Su ubicación es variable y cada vez se ven más con motivo de la construcción de nuevos bloques de viviendas que superan los cien metros de altura.
Su instalación es obligada para los promotores y constructores de estos rascacielos como ha ocurrido con la cuarta torre de viviendas levantada en la zona bilbaina de Garellano y sus 103 metros de altura. Una operación que tendrá que repetir el quinto rascacielos, su hermano mayor diseñado por el afamado arquitecto Richard Rogers, que se está cimentando ya en un solar aledaño y que elevará su estructura hasta los 119 metros. Ahí es nada. Será el bloque de viviendas que más rascará el cielo en Euskadi.
La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) es el organismo al que se tienen que dirigir los promotores de estos edificios para que pueda ser autorizada su construcción. Sobre todo si se van a levantar dentro de la huella aérea hacia el cielo por la que vuelan los aviones, que en el caso de Bilbao y su entorno, viene condicionada por la cercanía de las pistas aeroportuarias del valle del Txorierri. El área que cubre geográficamente ese espacio vedado a grandes estructuras sin destacar es bastante amplio.
Lo marca en el mapa la trayectoria de aterrizaje y despegue que protagonizan las aeronaves en sus operaciones, cuando llegan o salen por la costa, desde el noroeste, o efectúan estas maniobras desde el interior, por el sureste alcanzando por este lado hasta la muga con Gipuzkoa. El espacio es mucho más estrecho entre el norte y el sur. Por arriba llega hasta una línea imaginaria que va desde los municipios de Barrika hasta Busturia. Por abajo, la frontera imaginaria se queda en los términos municipales de Galdames, Basauri y Durango.
En tres meses
Todo el proceso para dar el aval, o no, a la construcción de nuevos bloques elevados se puede demorar hasta seis meses debido a los análisis y medidas que se tienen que tomar desde la agencia estatal, aunque según especifican fuentes del ente "procuramos finalizar siempre el expediente en el plazo de 90 días".
AESA tiene que dar permiso también para cualquier elemento provisional que se vaya a instalar y que se considere un obstáculo, "entendiendo por tal un objeto fijo o móvil, o partes del mismo que penetre las servidumbres aeronáuticas o supere el centenar de metros de altura respecto al nivel del terreno o el agua circundante", recoge el reglamento.
Fuentes de la agencia aérea han indicado a DEIA que todos aquellos elementos que "se encuentren emplazados dentro de la envolvente de las servidumbres aeronáuticas o de alguna instalación de ayuda a la navegación aérea, deben solicitar autorización expresa previamente a su realización, independientemente de la altura a alcanzar y de los elementos que se encuentren en el entorno".
Por ello, las plumas de las espigadas grúas usadas durante la construcción de los rascacielos, como los tres primeros de Garellano o los otros tres que se han levantado en la zona de Bolueta, tuvieron que lucir sus balizas rojas.
Curiosamente, finalizadas las obras, estos edificios no muestran puntos rojos ya que se encuentra por debajo del mencionado centenar de metros. Otra referencia son las antenas de telecomunicaciones ubicadas en Artxanda que llevan décadas marcando con esas pecas rojas su presencia al tráfico aéreo cercano.
Pero sin duda el mejor ejemplo de edificio balizado es la torre Iberdrola, el monolito de vidrio diseñado por el arquitecto César Pelli, que con sus 165 metros de altura es un punto de referencia evidente para cualquier piloto que sobre vuele el Bilbao Metropolitano. Los faros delatores de su presencia son múltiples y algunos están encendidos 24 horas los 365 días al año. En concreto, las balizas se ubican en las plantas 15, 24, 32 y 40 en cada una de las tres aristas del edificio de planta triangular. Las luces perennes se ubican en el nivel 24 y el superior del edificio y mientras de día parpadean en un color blanco que muta a rojo cuando llega la noche acompañando a las que se encienden en este color con el ocaso en las plantas 14 y 32. El rascacielos de oficinas más moderno de Euskadi protagonizó también la colocación de las balizas que más alto tocaron el cielo de la villa. Ocurrió durante su construcción, cuando la grúa trepante que permitió crecer el rascacielos hasta su cenit, superó los 210 metros de altura en su punto más elevado de operativa.
El tipo de dispositivos luminosos no siempre es igual. Desde AESA especifican que "depende de la altura y la forma del elemento en cuestión, de las condiciones de visibilidad del obstáculo para los pilotos, así como de diversos factores diferentes".