La construcción vasca no vivió el pasado año un despegue similar al resto de sectores de la economía, según un informe elaborado por el Observatorio Vasco de la Vivienda que cifra en un 2,4% el crecimiento de la actividad constructora frente al 5,6% experimentado por el conjunto del PIB vasco. Dos de los motivos que aduce para explicar este desequilibrio hacen referencia a que la actividad no cayó de manera tan abrupta un año antes por efecto de la pandemia de covid-19, además de verse lastrada por una fuerte subida de los costes.
El informe analiza el comportamiento de la construcción en Euskadi en un año con un fuerte crecimiento económico en el que facturó 4.024 millones de euros, por debajo de los 4.233 millones que vendió dos años antes, en 2019, cuando todavía no se habían sufrido los efectos de la crisis provocada por el coronavirus. Si bien el inicio del año tuvo un comienzo fuerte, con unos incrementos medios de 7,8 puntos porcentuales, según transcurrió el ejercicio esta evolución se fue desinflando.
“ La construcción vasca no sufrió un impacto tan fuerte en la pandemia de coronavirus ”
Así, el tercer trimestre del año la construcción vasca creció un 6,2%, porcentaje que se vio reducido al 4,9% el trimestre final del año. En este caso, los costes fueron los principales causantes de esta desaceleración, según concluye el Observatorio Vasco de la Vivienda. Para ello, recuerda que en la segunda mitad de 2021 se registró una “espiral inflacionista por tensiones en el suministro de energía y materias primas” que afectó de forma directa al sector constructor.
De hecho, de media este incremento medio se fijó en el 2,7%, pero en el cuarto trimestre del año evolucionó al alza hasta llegar al 5% en diciembre de ese ejercicio. Ante la imposibilidad de repercutir la totalidad de los costes a unas obras que, en buena parte, ya tenían unos presupuestos cerrados con anterioridad, la actividad constructora vasca experimentó un menor crecimiento.
Por otro lado, este sector partía de una situación diferente a otros como la industria y los servicios, que se vieron más perjudicados por las diferentes medidas restrictivas impuestas para hacer frente a la pandemia de coronavirus en 2020. Como ejemplo, el informe indica que ese año la economía vasca cayó casi 10 puntos porcentuales, mientras que la construcción descendió un 8,2%. De ahí que, un año después, la recuperación de la industria alcanzara el 8,5% y la de los servicios 5 puntos porcentuales, frente al 2,4% mencionado de la construcción.
TEJIDO EMPRESARIAL
La discreta subida de la actividad de la construcción vasca durante el pasado año tiene un efecto adverso en el ritmo de creación de nuevos negocios, que también presenta números bajos. En concreto, se formalizaron 183 nuevas empresas con un crecimiento que no llega al punto porcentual y acentúa la dificultad de recuperar el tejido empresarial existente en el sector con anterioridad a la Gran Recesión de 2008, que tuvo una incidencia especial en esta actividad.
Así, la construcción vasca cerró 2021 con 20.265 establecimientos que representan el 58% de los que estaban operativos a principios del siglo XXI. Algo parecido sucede en el caso del empleo, que tampoco consigue recuperar los niveles registrados antes de que la crisis bancaria, una de las mayores conocidas, diezmara las plantillas de estas empresas.
Este fuerte impacto es el que explica que la intensidad con la que la construcción creó empleo el año pasado no logre recuperar los niveles de 2005. El sector generó en 2021 un total de 2.700 nuevos puestos de trabajo con un crecimiento respecto al año anterior de algo más de cinco puntos porcentuales. La media de la actividad económica vasca fue del 1,1%, por lo que llegó a quintuplicarla.
Sin embargo, las 52.800 personas que empleaba el sector constructor el año pasado quedan lejos de las 83.000 personas trabajadoras que registraba en 2005, concretamente el 62%.
AMENAZAS A SU DIGITALIZACIÓN
Indra y la Plataforma Tecnológica Española de Construcción (PTEC) han identificado la fragmentación del sector de la construcción y la escasez de personal cualificado como dos de los principales obstáculos para la digitalización del sector en el ámbito europeo.
En un informe elaborado por ambas entidades considera que la descentralización de los datos, la falta de estandarización o la falta de integración entre sistemas tecnológicos son escollos para llevar a cabo este proceso.
Uno de los campos en los que el informe señala que la tecnología será clave se encuentra en la reducción de la huella de carbono del sector, ya que los edificios y la construcción suponen más del 30% de los gases de efecto invernaderos globales.
Así, la hoja de ruta propuesta por las dos entidades, que se ha diseñado en colaboración con el resto del sector, muestra objetivos entre los se encuentra una reducción del 40% de las emisiones de CO₂ frente a los niveles de 1990.
También propone alcanzar el 32% de consumo de energía final a través de energías renovables, así como un incremento del 20% de la productividad o la reducción a la mitad de los incidentes laborales.
También se han identificado otras metas de carácter más relacionado con la tecnología como la interoperabilidad total de todos los sistemas en edificios nuevos y renovados o la contratación pública digitalizada (basada en la metodología BIM) en todos los estados miembros de la UE