Política

“La deriva de Pedro Sánchez me ha decepcionado mucho”

Después de once años en el Congreso de los Diputados, Odón Elorza (Donostia, 1955) sintió en enero de 2023 que no podía representar a un PSOE en el que no se reconocía
Odón Elorza lamenta la falta de democracia interna de los partidos, empezando por el suyo, el PSOE
Odón Elorza lamenta la falta de democracia interna de los partidos, empezando por el suyo, el PSOE / NTM

¿Dejó la primera línea de la política con mal sabor de boca?

Ciertamente. En diciembre de 2022 se habían producido una serie de hechos que, por dignidad, me impedían seguir siendo portavoz del PSOE en el Congreso. Se me había apartado, se me había castigado. Y el 20 de enero de 2023, una fecha muy especial para mí, presenté mi renuncia a continuar en las Cortes. Y sí, me fui con mal sabor de boca, sin duda.

¿Se le puede aplicar el clásico “Yo ya no sé si soy de los nuestros”?

Quizá no se me entienda, pero yo nunca he sido pedrista. Yo soy socialista. No un hombre de partido ni alguien de aparato. Socialista sin más. Y en los últimos años me he ido convirtiendo en un demócrata radical. He visto la suficiente insensibilidad democrática en mi entorno y en mi propia organización hacia la necesidad de regenerar, fortalecer y profundizar la democracia.

Dice que nunca fue pedrista, pero sí estuvo junto a Sánchez cuando nadie daba un duro por él.

Sí, no fuimos muchos los que rompimos la disciplina de voto frente a lo que nos pedía el aparato entonces, que era abstenernos en la investidura de Rajoy y permitir que fuera presidente una persona ya entonces vinculada con la corrupción. Pero me rebelé y me lancé a la piscina sin pensar en las consecuencias.

¿Y hoy es el día en que se siente decepcionado por Sánchez?

Sí, estoy decepcionado. Pero no, como pudiera pensarse, por ánimo de revancha, sino por lo que he vivido internamente. Conozco los fallos que se han producido y, efectivamente, me siento decepcionado, pero también digo que volvería a hacer lo que hice. Eso, y el conjunto de votaciones de, digamos, indisciplina que realicé en los 11 años en que fui diputado por Gipuzkoa.

Esas actuaciones y algunas declaraciones le valieron ser presentado como un “verso suelto”. ¿Se identifica con esa etiqueta?

¿Verso suelto? Siempre que rompí la disciplina de voto lo hice para defender a los votantes del PSOE

No especialmente. Yo diría que cada vez que rompí la disciplina de voto lo hice por coherencia y por la dignidad de los votantes del PSOE que nos habían otorgado su confianza. Por eso me opuse a los aforamientos, me desmarqué tras la abdicación de Juan Carlos I, me negué a facilitar la investidura de Rajoy y también me opuse a validar al magistrado de FAES Enrique Arnaldo para el TC. Así que no es ser verso suelto. Es mantener una oposición a riesgo de perder la silla.

No es muy habitual en política jugarse la silla.

Cada vez veo más diputados que aplauden acríticamente al líder cuando la cámara los enfoca

Cada vez menos. Yo veo muchas diputadas y muchos diputados que son como el perrito ese de trapo que llevábamos en la bandeja trasera del coche y que movía la cabeza como diciendo “sí, señor, sí, señor”. Y lo hacen en en Congreso cada vez que les enfoca la cámara. Lo del aplauso fácil es algo que nunca llegué a soportar.

Si hoy siguiera en la Cámara baja, ¿se habría desmarcado muchas veces de las directrices de su partido?

Creo que unas cuantas. Hay cosas que he llevado mal. Por ejemplo, la negociación con Puigdemont. Me parece muy poco digna la forma en la que se ha ido tragando en reuniones en Suiza o en otras partes. Yo creo que había otra opción cuando se abordó la investidura de Sánchez tras el fracaso lógico de la de Feijóo. No se hizo, y ahora los socialistas estamos sufriendo un desgaste importantísimo y estamos a las puertas (ojalá me equivoque) de un cambio de ciclo.

La última vez, el 23-J del 2023, fue por los pelos. ¿Cree que va a ser imposible evitar un gobierno de PP y Vox?

En este momento, por más que me gustaría decir lo contrario, soy bastante pesimista. Más allá de las bondades de las políticas que este gobierno está llevando a cabo con ayuda de PNV, Bildu o Esquerra, me parece difícil frenar esa marea negra que en España representan Abascal, Ayuso y también cada día de manera más notable Feijóo. El ideario populista antisistema está ganado espacios en todo el estado (por suerte, todavía no en Euskadi) y también entre la juventud. Por tanto, parece en este momento muy difícil salvar el match-point en esas generales que no sabemos cuándo serán.

El miedo a que eso se concrete parece la gran baza de Sánchez.

Sí, claro, este gobierno es mucho mejor que la alternativa, no tengo ninguna duda, aunque sea un gobierno inestable, cogido con alfileres, y en este momento, sin Presupuestos. Pero la cuestión es que debemos ser conscientes de que estamos estirando una situación muy delicada ante una marea negra que tiene una mezcla de ultraliberalismo y de neofascismo que está extendiéndose por el planeta, que ha llegado también, evidentemente, a España y a toda Europa.

¿Se hubiera imaginado hace solo 15 años esta regresión de derechos y el avance discursos que pensábamos superados?

Bueno, ya en 2012, poco después de llegar al Congreso, planteé entonces a Alfredo Pérez Rubalcaba (con el que tenía una relación muy sana por encima de las diferencias) la necesidad de regenerar la democracia. Entregué un documento extensísimo con actitudes, estrategias y objetivos que no fue a ningún lado y que hoy sigue siendo válido.

Dígaselo a Pedro Sánchez, que ha cogido esa bandera...

Pues sí. Tras aquellos cinco días de reflexión -de suspense, diría yo-, parece que cayó en la cuenta de que hay un problema grave de regeneración democrática en España y presentó un plan de acción con algunas de las medidas que, casualmente, había propuesto yo en 2012.

¿Están luchando bien las formaciones que se dicen progresistas contra este fenómeno arrasador?

Es muy difícil porque vamos tarde. Y cuando llegas tarde a una batalla histórica de estas dimensiones, te falta credibilidad. Pero debemos ser analíticos y autocríticos a la hora de ver lo que hemos hecho mal en Francia, en Italia, en Alemania, en Holanda, incluso en Suecia. Y cuando tenemos esa marea encima con la fuerza que viene, no hay muro de ladrillos ni de hormigón que la detenga.

Además, parece que hemos normalizado la existencia de estas fuerzas y la puesta en práctica de sus propuestas dañinas cuando están en el poder. Ahí está Trump.

Estamos normalizando, efectivamente, auténticas barbaridades neofascistas como el genocidio de Gaza, la salida de Estados Unidos de organismos internacionales que son clave, o formar un gobierno de plutócratas que tienen a su servicio algo que hoy es fundamental como las redes sociales, internet o la inteligencia artificial. Debemos batallar contra estas figuras como Trump, Meloni, Milei, Orbán, que no tienen escrúpulos y que no han necesitado del golpe militar para llegar al poder, porque lo hacen a través de las urnas gracias a la desinformación. Una vez instalados, con el apoyo de la derecha convencional, exactamente como hizo Hitler, van liquidando la democracia tal y como la conocemos hoy en día.

Frente a esa situación, la izquierda no va más allá de las consignas. Con declarar alertas antifascistas de boquilla no hacemos mucho.

No, eso de que viene el lobo, el voto del miedo, ya no vale, ya está gastado. Es un problema mucho mayor. Hace falta plantear respuestas complejas a los problemas complejos que tenemos. Hay que afrontar en serio la crisis migratoria, la climática y la energética. Hacen falta políticas fiscales firmes y solventes. Y, por supuesto, hay que trabajar de verdad por la paz mundial, reformando la ONU para que pueda llevar a cabo el papel que le corresponde realmente.

¿Y eso quién lo pone en marcha? Alguna vez le he escuchado lamentar que nos hemos quedado sin líderes solventes y confiables.

Eso es así. Si miras en el escenario de progresistas, la izquierda, o conservadores demócratas, encuentras una carencia casi total de líderes que enarbolen un discurso democrático para frenar esa marea. Fíjate que, quizá con la excepción de Lula, la única referencia significativa que queda en el planeta (y lo digo entre comillas) es Pedro Sánchez.

Vamos terminando, y lo hacemos de vuelta a lo cercano. El próximo fin de semana se celebra el congreso del PSE-EE. ¿Le es algo ajeno pese a que sigue teniendo un carné de ese partido?

Lo que me hizo mi partido en las primarias para ser alcalde de Donostia da para escribir un libro

Más que ajeno, me siento distante. No tengo ninguna buena relación con el aparato del partido en Euskadi. La experiencia que tuve en las primarias para aspirar a ser candidato a la alcaldía de San Sebastián me da para escribir un libro, No te digo unas memorias, pero sí un libro. Quizá algún día me atreva a escribir sobre la democracia interna (es decir, sobre su falta) del PSOE y del PSE-EE. Con todo, confío en que no perdamos de vista que en Euskadi hemos perdido pujanza en servicios públicos esenciales como sanidad, vivienda y educación. Tenemos que abordar eso, aunque es complicado también por la situación del PNV, que se enfrenta a un cambio de liderazgo en el que me parece que pesan más las cuestiones internas que las externas.

¿Cree que estamos cerca de un cambio de alianzas? ¿Ve al PSE apoyando o dejándose apoyar en un gobierno junto a EH Bildu?

Hoy por hoy, esa opción no acabo de verla. Tendrá que pasar tiempo para que sea posible. Y no sé sí llegará a serlo, sinceramente. En todo caso, sí me gustaría llamar la atención sobre las estrategias tanto de Bildu como del PNV de cara a la estabilidad del Gobierno español. Creo que ambos partidos están actuando con mucha responsabilidad para garantizar la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez y para evitar la alternativa de un Ejecutivo de la extrema derecha.

Es muy pronto todavía, porque quedan tres años para las próximas elecciones municipales, pero, ¿volverá a aspirar a ser alcalde de Donostia?

No. Yo ya me llevé un sopapo tremendo que recibí, además, en forma de derrota amplísima. Fue una derrota forzada por muy malas artes, hasta el punto de que presenté un documento extensísimo de denuncia y alegaciones que elevé a Félix Bolaños, que es quien debe resolver estas cuestiones. Hoy es el día en que ni siquiera he recibido acuse de recibo por su parte. Es otro elemento más que me lleva a la desconfianza respecto a la democracia interna en mi partido.

2025-02-11T06:57:25+01:00
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