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La desigualdad en las cargas de cuidados se esconde tras la adicción de las mujeres

Un estudio becado por Emakunde pone de manifiesto que la culpa y la vergüenza retrasan que las enfermas pidan ayuda
La directora de Emakunde, Miren Elgarresta, con las autoras del estudio sobre adicciones.
La directora de Emakunde, Miren Elgarresta, con las autoras del estudio sobre adicciones. / IREKIA

Las adicciones de las mujeres son, en ocasiones, un efecto secundario de la desigual carga de los cuidados. Ellas son menos adictas y se inician más tarde en el consumo de drogas y otros comportamientos dañinos, como las compras compulsivas, los juegos de azar o los videojuegos. No obstante, tardan mucho más en acudir a terapia lastradas por el sentimiento de la culpa y la vergüenza, lo cual agrava la problemática y favorece la aparición de trastornos mentales o psicosomáticos. Además, las adicciones se han considerado tradicionalmente prácticas de ocio masculinas. En esa línea, los tratamientos de las adicciones han sido principalmente diseñados para los hombres. Debido a todo esto, la motivación para pedir ayuda terapéutica es menor entre ellas. Y, relacionado con esto, las tasas de abandono en los centros de rehabilitación parecen ser mayor entre las mujeres, lo que podría afectar de manera directa en su autoestima y dificultar su recuperación.

Estas son algunas de las conclusiones más relevantes del estudio Evaluación desde la perspectiva de género en adicciones con sustancia y comportamentales, becado por Emakunde, que ha liderado Ana Estévez Gutiérrez en el departamento de Psicología de la facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Deusto, con el equipo de investigación compuesto por Laura Macía, Milena López, Itziar Gandarias, Paula Jauregui y Janire Momeñe. Las autoras sostienen la necesidad de realizar “una profunda reflexión” y “ampliar” la investigación sobre las adicciones en las mujeres para poder diseñar programas de prevención e intervención efectivos y eficaces donde ellas queden también representadas. “Queremos que vayan a tratamiento”, pidieron ayer lunes las autoras del estudio, durante su presentación en Gasteiz.

La directora de Emakunde, Miren Elgarresta, destacó la conveniencia de esta investigación por “constatar la relación existente entre el impacto de las desigualdades de género y las adicciones comportamentales” y citó “los malestares de género” como generadores en muchos casos de distintos comportamientos adictivos en las mujeres. En la investigación, por ejemplo, las mujeres nombran entre los malestares el sentimiento de soledad, estados de depresión y el estrés por la carga desigual de los cuidados.

Según las autoras del informe, “la estigmatización social de la adicción, el prejuicio de la mujer adictiva o las falsas creencias de adicciones según el sexo explican la tardía introducción de la perspectiva de género en este campo de la psicología”. El estudio destaca que en adicciones a sustancias se va integrando paulatinamente la perspectiva de género, especialmente, en el consumo de alcohol, pero las adicciones comportamentales –como el juego de azar, los videojuegos o la compra compulsiva– son un campo donde la introducción de la perspectiva de género “todavía es muy reciente”.

Otra de las conclusiones es que hay menos mujeres con adicciones de comportamiento. “Cuando les preguntamos porqué compran o juegan menos, la respuesta es porque tienen menos tiempo y dinero”, detalló Ana Estévez. Otra respuesta, irónica, es: “No me puedo ir a por tabaco, no me puedo marchar, porque quién cuida a los niños, o a los mayores”.

La consecuencia es que las mujeres empiezan a jugar a los 35-40 años, mucho más tarde que los hombres. Y es que la adicción de las mujeres es un efecto secundario de asumir los cuidados. Así, las mujeres nombran ente los malestares que les lleva a las adicciones el sentimiento de soledad, estados de depresión y el estrés por la carga desigual de los cuidados. Además, el estigma social y la vergüenza son elementos que frenan a las mujeres a la hora de pedir ayuda, lo que hace que se escondan. Esta sensación de culpa que acosa a las mujeres se nota también en sus comportamientos a la hora de jugar: van a sitios con entornos seguros, como los bingos, o juegan a los rascas y gana, pero apenas usan las tragaperras, que tienen imágenes muy sexualizadas. Ahora, con internet, juegan más a las tragaperras, pero en la red.

Al igual que ha sucedido a lo largo de los años en el ámbito de la medicina, las diferencias en las manifestaciones de la sintomatología psicológica disfuncional en función del género es un tema poco estudiado. El problema se agrava porque hay muy pocos grupos de tratamiento con solo mujeres, lo que conlleva que, en grupos dominados por hombres adictos al juego no se hable de los cuidados o de la violencia machista.

Adicciones

Juego. Según la encuesta Encuestas sobre Alcohol y Otras Drogas en España, el 5,3% de la población de 15 a 64 años ha jugado ‘on line’ en 2022. Esta modalidad fue significativamente más común entre los hombres (8,0%) que entre las mujeres (2,5%), con una frecuencia superior entre los adultos jóvenes, que disminuía con la edad. El tipo de juego online por excelencia para los hombres son las apuestas deportivas (53,9%), mientras que entre las mujeres destacan los juegos como la lotería y la primitiva (58,7%).

Compras compulsivas. En cuanto a la prevalencia de la compra compulsiva, se estima que afecta a entre un 1% y un 11,3% de la población. En los últimos años ha ido en aumento y su curso tiende a ser crónico. Son comportamientos que se traducen en la adquisición de bienes de forma desmesurada, lo cual se convierte en un problema.

2024-07-17T04:51:17+02:00
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