Vida y estilo

La ‘dolce vita’ de la tolosarra Verde Prato

El tercer álbum de Verde Prato, "Bizitza Eztia", marca un giro hacia una propuesta más cálida y serena, consolidando a la artista como una de las figuras más innovadoras de la música vasca
Verde Prato.
Verde Prato. / Sam Van Del Heuvel

Desde que la tolosarra Ana Arsuaga (30 años) se metió en la piel de Verde Prato, el proyecto ha mutado sin perder sus señas de identidad originarias: el misterio, la sutileza, la innovación, el riesgo. El tercer álbum de este proyecto en solitario, que ha irrumpido como un singular torbellino en el panorama musical vasco, Bizitza eztia (Plan B records), es la constatación definitiva de que Verde Prato juega en una liga que no es como las demás. Hay varias novedades importantes. Las siete canciones del disco que ahora salen a la luz se grabaron en mayo del año pasado en Roma, junto al prestigioso DJ y productor Donato Dozzy, su nuevo compinche musical. Verde Prato regresa a la actualidad con un trabajo más cálido (y dulce) que de costumbre, que huele a primavera y transmite calma. La gira de presentación de Bizitza eztia no se ha hecho esperar y, después de arrancar en la madrileña sala El Sol el pasado 5 de marzo, coincidiendo con el día de la publicación del álbum, ya ha pasado por Andoain (Bastero Kulturgunea) y Bilbao (Kafe Antzokia). La próxima oportunidad para disfrutar de su directo será el jueves 20 de marzo en la sala Dabadaba de Donostia.

¿Italia ha sido una musa para Verde Prato? ¿De dónde le viene la fascinación por lo italiano?

-Ha sido una musa, pero más desde un lugar casi simbólico y estético, que en cuanto a los temas que he abordado en las letras o en el género musical. Lo veo como un concepto más bien poético, además de que, claro, Donato (Dozzy) es romano y el disco lo he grabado allí. Ha sido un sueño rarísimo poder ir a Italia a grabar, nunca pensé que algo así pudiera suceder. Luego está el hecho de que cuando estudié Bellas Artes e hice el máster de Pintura en Bilbao, Italia era para mí un referente pictórico con los frescos de Giotto, el tratamiento de la luz, los colores, el cine, todo… Este disco ha sido un poco como cerrar un círculo.

Este disco ha sido un poco como cerrar un círculo

Oscar Wilde decía que le horrorizaba el Duomo de Florencia. ¿Hay algo que no le guste del país transalpino?

-No es una característica propia de Italia, ocurre en muchos lugares, pero está masificado de turistas. Además, yo tengo cierta agorafobia. Me genera rechazo el cutrerío que se crea alrededor (de la turistificación), como, por ejemplo, cuando visitas el Vaticano y te venden imanes a un euro. ¿En serio? Evidentemente, no espero estar en la Fontana de Trevi sin gente; pero la imagen que nos llevamos de muchos sitios, no solo en Italia, es lo contrario de lo que nos imaginamos en nuestra cabeza. 

En las notas del disco se puede leer que el álbum fue grabado con la producción y ayuda de Donato Dozzy. ¿En qué le ha ayudado concretamente el productor y DJ romano?

-Incluir la palabra ayuda en las notas ha sido una decisión personal y deliberada; no quería que solo figurara su papel como productor. A Donato lo conocí porque había escuchado mi música y le gustó. Quería sacar el primer disco (Kondaira Eder hura, 2021) con un sello discográfico y al final no pudo ser; me ha comprado cuadros, me ha conseguido conciertos y, sin conocerlo, me ayudó muchísimo. Cuando teloneé a su grupo, Voices From the Lake, comentamos la idea de hacer algo juntos y empezamos a mandarnos canciones. Se ha convertido en una figura superimportante en mi vida.

¿Van a continuar colaborando después de este álbum?

-Yo creo que sí. Al final se ha generado una relación muy bonita y romántica, en un sentido artístico, entre los dos. Él es una persona que valora el arte y la música por encima de otras consideraciones; le da igual si eres famosa o no, si dan los números… Él está ahí para crear música bonita y te va a ayudar en lo posible para que así sea.

Un directo magnético 

Los conciertos de Verde Prato se salen de la norma en la música pop y suelen invitar al espectador a un viaje sonoro y visual, en el que cada detalle, por muy pequeño que sea, importa. Para la gira de presentación de Bizitza eztia, ha vuelto a decidir salir ella sola al escenario, donde cabe mencionar especialmente el trabajo escenográfico, bello como eficiente, lleno de sutiles referencias, de la artista de origen brasileño Sahatsa Jauregi. La cantante tolosarra acepta el reto de enfrentarse al público sin otros músicos de acompañamiento. Una estampa que ya se ha convertido en marca de la casa y que a Verde Prato le “encanta explorar” en sus magnéticos directos. Además de los temas de su nuevo trabajo, recupera algunas canciones de sus anteriores trabajos, junto al uso de nuevos instrumentos y “alguna sorpresilla” que se desvela en la actuación.

Le llaman el profesor, ¿no? 

-Sí, cuando lo conocí no lo sabía. Pero es verdad que allí, en Roma, empezó a pinchar en espacios contraculturales siendo menor de edad y que se ha convertido en una figura muy respetada, un referente. Sabe muchísimo de producción musical y de sonido en general, no solo de música electrónica.

De él se dice, y leo textualmente, “que posee una habilidad única para construir atmósferas hipnóticas que conducen a viajes cuasi místicos”. Pero es que esa misma frase se podría acuñar a su música.

-¡Gracias! Su música es como un trance con un loop que se va repitiendo constantemente y en la que pasan mil cosas más, todas muy sutiles. Él es muy delicado en lo relativo a la composición. Yo a veces puedo ser muy basta o radical con algunas decisiones estéticas y musicales. Igual decido que tiene que haber una base muy grave y ya está, y luego llega él y entonces lo pasa por su filtro, convirtiéndolo en algo más dulce y etéreo.

¿Es este un disco primaveral o como de principio del verano? Las canciones son bellas, alegres y en general bastante reposadas.

-Total. Es que además se grabó en plena primavera. Me gusta lo que dices porque ese era un tipo de sentimiento que había alrededor de las sesiones de grabación. En las letras siempre había utilizado referencias sobre el amor, la naturaleza o la familia, pero en este caso he tratado unas ideas sobre el colectivo humano (el feminismo o la diversidad) desde un enfoque más político y también primaveral, como de nacimiento de algo, en un tono un poco paz y amor… Donato y yo estábamos en ese punto, de ahí viene el título del álbum, Bizitza eztia, como la aspiración de una vida que deseas y el juego con el concepto de la dolce vita italiana.

¿Vivir la dolce vita en Euskal Herria es posible o para eso hay que escaparse al sur?

-Yo creo que sí. No es un estado fijo. Para mí es más bien un concepto interno, una búsqueda interior, una esperanza, que era lo que yo sentía a la hora de hacer este álbum. Se trata de fijarte en aquello que te hace sentir bien y estar tranquila, la búsqueda de un tipo de belleza que va más allá del paisaje que nos rodee. Aunque el entorno ayuda. Vivo en un pueblo (Tolosa) en el que me parece una locura lo cerca que tenemos la naturaleza y lo fácil que es estar en silencio rodeada de animales, por ejemplo.

Sus tres álbumes tienen siete temas. ¿Y eso? ¿Es su número fetiche? 

-Ya. No sé responder a esto. Ha sido un poco por casualidad, aunque también me gusta un poco que haya salido así. En este álbum había pensado incluir una versión de un tema en italiano que estoy tocando en directo (L’appuntamento, de Ornella Vanoni), pero al final no conseguimos los derechos de la traducción y tuve que incluir otra canción.

En el disco de versiones del grupo madrileño Los Punsetes se atrevió con una interpretación muy heterodoxa de Opinión de mierda. ¿Éramos más felices sin dar la tabarra en las redes sociales?

-Hay una gran confusión con este tema. Parece que puedes decir lo que te dé la gana a quien te da la gana, porque en el anonimato y la distancia que te dan las redes nadie te va a responder con un tortazo. Hay algo que no está bien en la desfachatez de cruzar ciertos umbrales. No todo vale y además es una actitud que no vale absolutamente de nada. ¿De qué sirve que una crítica anónima en Twitter diga que tu disco es una puta mierda? Es una actitud que no entiendo, porque no conduce a nada. Que saques un disco, o cualquier otra cosa, no quiere decir que vaya acompañado de un cartel en el que se diga que se puede insultar.

2025-03-18T21:01:25+01:00
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