El incremento de las agresiones sexuales entre jóvenes y el consumo de pornografía ‘mainstream’ violenta a edades cada vez más tempranas han vuelto a colocar la educación sexual en ojo del huracán. Los últimos meses estamos asistiendo a un desfile de autoridades, de uno y otro signo político, apelando a la necesidad abordar esta cuestión sin que, por el momento, esa preocupación se haya traducido en alguna medida sustantiva que cambie el statu quo de la educación sexual en el sistema educativo. Esto es, un contenido presente en el Currículum oficial desde hace muchos años, pero que no está reglado y cuya impartición depende de la voluntad de las direcciones y de las Ampa.El sexólogo Mikel Resa aporta algunas de las claves de un debate con muchas aristas.
¿La educación sexual es responsabilidad exclusiva de la escuela?
Obviamente, si hablamos de educación, la escuela debe ser parte imprescindible. Pero evidente que las madres y los padres no pueden ser ajenos a esa educación sexual que considero necesaria. En realidad, no deben ser ajenos a ninguno de los aspectos relacionados con la educación. Y por supuesto, son muchas las personas que deberían contribuir a una adecuada educación sexual; el profesorado, el personal sanitario, los educadores y las educadoras… cada cual tiene su papel, todos son compatibles y no se trata de competir, sino de sumar esfuerzos.
¿Y las familias están abiertas a que un agente externo, como la escuela, aborde estas cuestiones?
Siempre hacemos educación sexual, sobre sexualidad, en todos los ámbitos, y en las familias, también. Aunque no hablemos “de eso”. Desde el momento que se transmitimos valores y actitudes, afectos y modelos estamos trasfiriendo una forma de entender dichas sexualidades. El reparto de las tareas en casa, lo que comentamos cuando estamos frente al televisor y vemos en una película de sábado tarde besarse a dos mujeres, o el comentario sobre el cuerpo de alguien, estamos educando. No es posible no educar sobre sexualidad a niñas/os y adolescentes, porque lo hacemos con nuestros gestos, con lo que callamos, con nuestras maneras de relacionarnos. Por eso es mejor hacerla bien. Probablemente en las familias muchas veces no sea consciente ni formal, pero hacerse, se hace. Con lo cual, ya sea en las casas, en la escuela, en el grupo de tiempo libre, etc. la educación sobre sexualidad y todo lo que le rodea está presente en todo momento.
¿Y qué puede aportar la escuela?
La diferencia radica que en la escuela será científica y reglada, adaptada pedagógicamente a las necesidades, capacidades e intereses a cada edad y por supuesto, capaz de proporcionar herramientas. No se trata de decir cómo tienen y cómo no tienen que encontrarse nuestros adolescentes y jóvenes. Se trata de ofrecer ideas y valores que les resulten útiles a cada persona. Con lo cual, la educación nos compete a todos y a todas. La educación sexual es una labor compartida entre las y los profesionales y las familias.
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¿De dónde toma la chavalería su educación?
Si no educamos la sexualidad de las niñas y niños de manera consciente y con las herramientas adecuadas, les estamos abocando a que su aprendizaje se realice sólo mediante su interpretación de lo que ven, mediante las redes sociales e internet u oyendo a las y los otros jóvenes. Y ahora, desde la facilidad que da el smartphone, la pornografía está podría ser también una influencia en sus encuentros. Con lo cual, la educación la recogen de todo; de sus propias familias, de la escuela, de internet, de su cuadrilla de amigos/as, de los medios de comunicación, etc…
No deja de sorprenderme que mucha gente se haya rasgado las vestiduras sobre la deficiente educación sexual de la juventud y del grado de penetración del porno a edades cada vez más tempranas, vinculada al aumento de las agresiones sexuales. Porque si no me equivoco, la educación sexual forma parte del Curriculum vasco desde hace décadas. Eso sí, no cómo asignatura. ¿Cree que ha llegado el momento de dar ese paso?
Antes de hablar del Currículo vasco, creo interesante apuntillar una cosilla. Si bien es cierto que según los datos tanto de Save the Children como de los estudios de Juventud y pornografía en la era digital, esta edad ha disminuido y se ha dado un crecimiento del consumo por el mayor desarrollo tecnológico y su fácil acceso, conviene contextualizar para evitar alarmismos (menos clasificación como pandemia) y sobre las repercusiones que el consumo de porno podría tener, que según los estudios al respecto “no son concluyentes”, de ahí que unirlo per se al aumento de agresiones, sería negar la influencia de otro tipo de imaginarios violentos con los que convivimos diariamente en toda nuestra esfera social. Y el currículo, sobre el papel y desde la Ley orgánica 1/2023, de 28 de febrero, debería estar. Pero eso, solo sobre el papel.
¿Y en la realidad?
En la realidad, en los centros educativos donde se realizan (y no pensemos que son la mayoría) es por el interés y compromiso de los equipos educativos y/o el AMPA. Y estos programas son llevados a cabo por profesionales (sexólogos/as) externos o por entidades relacionadas con la salud, básicamente con charlas y/o programa de prevención (SIDA, anticonceptivos, ITG…). Con lo cual, programas de educación sobre la sexualidad en el papel sí, pero en la realidad y de forma reglada, una pequeña minoría y siempre con programas externos.
¿Convendría que educación sexual fuera una materia reglada?
No es que haya llegado el momento, es que ya por la propia ley debería estar en marcha. Pero ante todo y no por ley, por responsabilidad ante nuestros hijos e hijas y nuestros jóvenes. ¿Acaso no hablamos de educar de manera crítica, del conocimiento, de valores y actitudes responsables ante uno mismo y los demás? ¿No les pedimos que si ven contenido sexual violento en las redes sean capaces de distinguir la ficción de la realidad? ¿No les pedimos, como sociedad, responsabilidad a nuestra juventud? Pues démosles herramientas para ello, no seamos hipócritas de pedir y no ofrecer.
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¿Obligatoria u optativa?
Yo soy de los que opinan que obligatoria, expresamente por darse en el centro educativo donde es un espacio pensado para el aprendizaje, científico y en el que por tanto se ponen en marcha pedagogías adecuadas. Y porque compartir en un mismo espacio las diversas necesidades de las niñas y niños, la diversidad de experiencias es fundamental en el aprendizaje para la vida social y para la gestión de emociones y relaciones. Dicho esto, y vuelvo a lo mismo, si no ofrecemos un marco educativo científico donde abordemos estos temas, abrimos la puerta a que la búsqueda de sus inquietudes sea en otras “latitudes”, con lo cual, si no les damos herramientas desde la escuela, luego no exijamos a nuestra juventud ese sentido crítico y coherencia cuando se encuentren contenidos violentos explícitos y no sepan diferenciar en su vida real, en sus encuentros, lo que es la ficción y la realidad, por poner un ejemplo con cierta pornografía.
¿De qué hablamos cuando se habla de educación afectiva y sexual?
Exceptuando el estado español, nadie en Europa habla de Educación afectivo/sexual. Primero porque la educación sexual transmite contenidos teóricos e información, y también trabaja sobre las emociones, las actitudes y los comportamientos. Por eso no decimos educación afectivo-sexual. Porque la educación sexual ya incluye el trabajo sobre los afectos. Vamos, que es una redundancia. Segundo, si profundizamos los porqués de este uso del “afectivo”, es por el desconocimiento de qué es la educación sexual y pensar en exclusivo en los genitales y las cosas que se podrían hacer con ellos. Sería como si en ciencias hablásemos del cuerpo humano y solo mirásemos a los genitales. Sería una absurda metonimia estudiando a la persona como si solo fueran sus genitales.Mejor Educación de los sexos o educación sexual integral.
Entonces, ¿de qué hablamos?
Pues de conocerse, aceptarse, respetarse y relacionarse satisfactoriamente. Y entiende aquí por conocerse a uno mismo y al otro/a, aceptarse a unos mismo y al otro/a, a respetarse a unos mismo y al otro/a, y a gestionar las relaciones con el otro/a. Así que hablamos de potenciar la construcción del conocimiento de la sexualidad humana, de desarrollar una actitud de naturalidad ante la sexualidad, de adquirir conocimientos entorno al Hecho Sexual Humano (aspectos biológicos, psíquicos y sociales), abordaje de creencias y prejuicios, establecer diálogos y comunicación entre iguales, del desarrollo de una ética social, basadas en la igualdad, el respeto y la responsabilidad y como no, facilitar los recursos para unas correctas tomas de decisiones para si y para los demás. Como ves, Educación de los SEXOS, en mayúscula y en plural. Educación Integral y transversal.
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¿Y eso cómo se está llevando al aula?
Esto es lo ideal, otra cosa es la realidad, donde nos vemos abocados a lo urgente en vez de lo importante. Y lo urgente prima; embarazos no planificados, incremento de las infecciones de transmisión genital, etc…y entre la demanda de lo urgente, la No educación sexual reglada y el poco tiempo en el centro educativo, pareciera que la educación sexual es esto. Y no, ni muchísimo menos pero como decía, lo urgente esconde y apabulla lo importante. También es importante remarcar que ahora mismo lo que más se hace son programas de prevención o relacionados con la salud. Son programas muy buenos, aceptados por los colegios y el alumnado. Pero obviamente, se quedan cortos ya que son muy delimitados en el tiempo. Lo mejor que tienen este tipo de programas es que son muy aceptados, conocen a profesionales que les pueden ayudar y dan pie a solicitar programas más largos, con más desarrollo en el tiempo, dentro del currículo y que aborden más temas, vamos, que lo que piden después de conocer estos programas son Programas de educación sexual.
¿Qué contenidos y metodología se aplicaría a cada edad?, ¿quién lo decidiría?
Pues con tiempo y predisposición del centro educativo, lo arriba indicado y adaptado a las edades donde se vaya a abordar. Y si es posible, abordando los contenidos arriba indicados tanto con el alumnado, sus familias y profesorado. Esto es lo ideal y a veces, se consigue. En otras ocasiones, solo se consigue con el alumnado. Y en otras, me conformo con ser una referencia informativa y confidencial donde poder acudir en el caso de tener dudas con cualquier aspecto relatico a la sexualidad. Los contenidos, la metodología, la elaboración, etc, ¿quién y cómo?
¿Quién debería impartir educación sexual?
Tenemos claro que, para dar biología en la ESO, se necesita un biólogo/a y que además haya cursado el máster habilitante en formación del profesorado. Para la educación de la sexualidad, cualquier formador y formación no vale. Es por tanto que la educación sexual debe ser impartida por personas formadas en Sexología, y en tanto no exista en el estado español una titulación oficial universitaria (un grado) a tal efecto, deberán ser los y las profesionales de la sexología que tengan una cualificación acreditada específica en sexología con carácter de post-grado quienes asuman esta importante tarea. Y si es el profesional docente, con un Master habilitante en Sexología. Y para elaborar lo contenidos, como todo, propuestas de contenido, metodológico y actitudinal y mucho diálogo entre los profesionales de la sexología, el conjunto del ámbito educativo y la parte política referente a la Educación (Ministerio, Consejería).
¿Existe algún país de nuestro entorno en el que haya una asignatura obligatoria?
Hay doce países europeos donde la educación sexual integral. Con lo cual, en el estado español varia mucho y depende de las autoridades locales y los propios centros. No obstante, he de indicar que en la actual Ley Orgánica 1/2023 de 28 de febrero tanto en su preámbulo, como en su Artículo 1, artículo 5 quater, artículo 5 sexies y Capítulo III, Meididas en el ámbito educativo, en el punto 2, dice: “la educación afectivo-sexual (sic), en todas sus dimensiones, forma parte del currículo durante toda la educación obligatoria, y será impartida por personal que habrá recibido la formación adecuada para ello…” Y en el artículo 10 del mismo capítulo: “Las administraciones educativas, en el ámbito de sus competencias incluirán, los currículos de las diferentes etapas educativas, la educación afectivo-sexual…” Como se puede ver, parece que intención hay, pero falta concretar prácticamente todo; contendido, metodología, quién lo imparte, etc.