La efectividad lo cambia todo (2-0)

Nadie discute la competitividad de este equipo, pero sí que, en numerosas ocasiones, ha dejado escapar demasiadas oportunidades por su falta de acierto de cara a puerta. Y esto no solo sirve para explicar muchas de sus decepciones en casa de esta misma temporada, sino sobre todo para justificar su disgusto ante un Betis que salió vivo de Donostia sin merecerlo gracias a aguantar en pie los momentos en los que los blanquiazules fueron muy superiores pero no lograron acertar entre los tres palos en visitas anteriores.

No podemos pasar por alto esta cuestión, porque también engloba lo que significaría contar con un 9 específico, de los que no necesita muchas balas para acribillar a su contrincante. Dos goles en las dos ocasiones que generó en la primera parte sentenciaron un duelo clave entre dos ya habituales candidatos a aspirar a Europa. 

Bueno, en realidad solo una, encima con un gol de Diego Llorente en propia meta, ya que el segundo llegó en un penalti provocado por Mikel Oyarzabal en una acción aparentemente intrascendente. 

Hablábamos en la previa de la importancia de sacar adelante los duelos en los que no te muestras especialmente superior ni brillante y si, además, es frente a un adversario que pelea por los mismos objetivos, el premio acaba siendo doble. 

Tres cambios Imanol apostó por la continuidad, tal y como se esperaba. El técnico oriotarra introdujo tres cambios, casi una novedad por línea que, más o menos, entraban en casi todas las quinielas. Aramburu recuperó su plaza; Turrientes, tras su magnífica segunda parte ante el Ajax, sentó a Sergio Gómez; y Barrenetxea ocupó la plaza de Becker.

Enfrente estaba un Betis con bajas importantes y jugadores del filial, que, por cierto, está siendo una de las sensaciones de la temporada. Nunca es fácil enfrentarse al equipo de Manuel Pellegrini. Un rival que, juegue quien juegue, siempre actúa de la misma manera. Con una puesta en escena que no difiere en exceso de la Real con una presión muy adelantada, yendo casi a pares, y con futbolistas técnicos capaces de marcar diferencias. 

Una versión más contundente La Real volvió a mostrar una versión más pétrea que brillante. Como si fuera consciente de lo que le había pasado ya en demasiadas ocasiones con los andaluces enfrente en Anoeta. Esta vez, al contrario que en enfrentamientos anteriores, no necesitó generar demasiado peligro para decantar el duelo. 

El resumen de su primera parte se basó en la efectividad. Solo dos acercamientos interesantes, uno de ellos incluso en el que tampoco se adivinaba excesivo riesgo para los béticos, y dos goles. 

Solo Kubo había puesto algo de picante en una internada cuyo centro no alcanzó el segundo palo antes de que, tras un error clamoroso en un pase del joven Guirao, Aihen, que es más listo que nadie, sacó rápido de banda, Barrenetxea, al que también le gustan esas salsas, le proyectó en largo y el centro del lateral lo desvió a su propia portería Diego Llorente, que tenía a Oyarzabal a su acecho. 

El segundo tanto llegó en un penalti creado y provocado por el capitán realista y sus galones. El 10 sintió como se adelantaba a la pelota y Perraud le propinaba una patada. El colegiado no lo vio, pero el eibartarra no se levantó hasta que el VAR le advirtió al trencilla de que había pena máxima. 

Como no podía ser de otra manera, Oyarzabal asumió la responsabilidad para engañar al meta bético. Lo necesitaba, por eso lo celebró con más rabia y sentimiento que nunca. Era su gol centenario. Qué bestia, menudos números. Y lo que le queda… No se dejen engañar, Anoeta sabe lo que hay con este superdotado.

El Betis se acercó con peligro en varias ocasiones, pero los dos centrales realistas se emplearon a fondo y con precisión para evitar cualquier lanzamiento suyo entre los tres palos. 

El descanso llegó con el foco puesto más en disputas menores como las de Bartra y Oyarzabal, que se saldó en tarjeta para los dos capitanes, que en situaciones comprometidas que pudieran modificar el signo de la contienda del estadio donostiarra.

Aguerd, lesionado

En la reanudación, Pacheco entró por el renqueante Aguerd. El choque estuvo ya marcado por el resultado, puesto que la Real se sintió cómoda y no se vio obligada a apretar el acelerador y, en cambio, en defensa no se sintió en ningún momento angustiada para resistir los tímidos intentos de reacción de los andaluces con un Zubeldia estelar en el cierre. 

En realidad los partidos entre la Real y el Betis no suelen resultar demasiado atractivos ni espectaculares. Son dos equipos que se parecen y chocan mucho. Los visitantes lo intentaron en un par de remates poco incisivos y el recién salido Sadiq, casi sin hueco, también quiso hacer feliz a una parroquia que siempre le anima y le arropa. No lo consiguió, nada nuevo. 

Escalada en la clasificación

Y se acabó. Tercer triunfo de la Real y un buen salto en la tabla para afianzarse en el vagón que conduce a Europa por sexta campaña consecutiva. 

Quedan muchos meses por delante, todo está en juego aún y, aunque esta Real por ahora es menos contundente y regular que la del libro viejo de Jokin Aperribay, la realidad es que las expectativas se mantienen bien altas. 

Si hasta hace poco destacábamos su talento individual para decidir partidos en esta semana y tras una noche desagradable que ya ni nos acordamos, en únicamente cuatro días esta Real nos ha demostrado que es capaz de competir y derrotar a cualquiera. Vamos, como la anterior. 

Por eso mismo esto sigue pareciendo una continuación en lugar de un nuevo libro. Algo está haciendo muy bien Imanol de nuevo y muchos todavía ni se han dado cuenta...