Tiene razón Mercedes-Benz cuando asegura que muchas de las grandes ideas nacen en un garaje, a lo que cabría añadir que muchos de los grandes coches también duermen en él. Impactante, fresca, divertida, alegre, imaginativa y muy tecnológica es la campaña publicitaria con la que la firma alemana promociona su último gran lanzamiento, la berlina eléctrica EQE, toda una declaración de principios de cómo debe ser un automóvil de gran tamaño y prestigio totalmente eléctrico.
La Clase E es para muchos automovilistas –también para este redactor- el más Mercedes de todos los Mercedes, el modelo que ejemplifica la esencia de la fábrica de la estrella. Y ahora, en su variante 100% eléctrica, sin emisiones contaminantes y con un diseño totalmente rompedor, aunque heredado del tope de gama EQS, del que recibe la gran mayoría de componentes, nos muestra por dónde irán las líneas de desarrollo para su gama de turismos, que complementa a la de SUV en lo que a transporte de particulares se refiere.
Como todo Clase E que se precie, es grande (4,946 metros de largura, 1,936 de anchura, 1,510 de altura y 3,120 de distancia entre ejes), espacioso –especialmente en las amplias plazas traseras-, elegante, distinguido, confortable, seguro, sofisticado y de elevadas prestaciones. Pero, además, este EQE aporta un diseño que sigue la tendencia establecida por el EQS, por su belleza y pulida aerodinámica. Y un aspecto que temía, pero en el que me alegré de estar equivocado, es que mi maltrecha espalda no acusó el momento de subir y bajarme del coche: no resulta nada crítico en este aspecto. A su lograda carrocería en todos los sentidos la única pega que cabría ponerle es que su maletero de 430 litros es tan sólo correcto en cuanto a capacidad. Por lo demás, de diez.
La impresión al montarte en el EQE 350+, y más todavía en la unidad de pruebas de la que disfrutamos, con el excelente paquete de equipamiento adicional AMG, es la de saltar al futuro. Este coche es por diseño, calidad de terminación, dotación y facilidad de manejo una máquina admirable. Las pantallas situadas frente al conductor y en el centro del salpicadero –la MBUX Hyperscreen es un extra de precio y espectacularidad más pensada para jeques y magnates- aportan toda la información imaginable y con un manejo y agrado de utilización exquisitos. Otros extras que me encantaron fueron el doble techo acristalado o los fabulosos asientos deportivos.
La conducción del EQE 350+ es tan sencilla como acelerar y frenar, escoger el modo de conducción (confort, sport, ecológico o individual) y determinar el nivel de retención para recargar baterías en las deceleraciones. Esta facilidad de uso es algo que siempre me sorprende y entusiasma cuando me pongo a los mandos de un Clase E y también ahora del EQE. Eso y la SOBRESALIENTE –escrito con mayúsculas- calidad de rodadura de este turismo. Esta es una cualidad que siempre ha distinguido a los modelos de Mercedes y sobre todo a sus berlinas medias y grandes, y se podría resumir en un funcionamiento que combina confort al máximo nivel con maniobrabilidad y precisión de conducción, excelente estabilidad, aplomo, confianza, información clara de por dónde pisan las ruedas y de cómo va a reaccionar el vehículo, nobleza de reacciones, agilidad y agrado de utilización. Todo esto en su conjunto y a un nivel sobresaliente lo ofrece el EQE 350+. Así que, si tuviera que ponerle algún pero, sería que los frenos, cuando practicamos una conducción muy deportiva en tramos revirados de montaña –ya sé que esto no es lo lógico en este coche, pero es que es tan bueno que te lo permite y hasta te sorprendes de lo bien que va deprisa en este escenario rodando rápido y a pesar de los 2.355 kilogramos de peso- tuvieran un poco más de mordiente inicial. Frena más que suficiente, pero me encantaría no tener que presionar tanto el pedal en esta exigente conducción. En todo lo demás, me parece fabuloso, y sólo le pido esta exquisitez de puro sibaritismo porque se trata de Mercedes y aquí siempre se aspira a lo mejor. Y también porque cuesta 76.000 euros, aunque hoy en día todo el mundo adquiera los coches con nuevas fórmulas de compra.
Luego, el motor eléctrico, de tracción trasera, con sus 292 CV, 565 Nm, cambio automático, 210 km/h de velocidad punta, 6,4 segundos de 0 a 100 km/h –acelera de lo lindo- y su autonomía de hasta 648 kilómetros, completa un conjunto simplemente delicioso, en el que el confort de marcha y el silencio de funcionamiento son sencillamente ejemplares; como también lo es una dotación de seguridad que te reporta una tranquilidad enorme –no pude resistirme a cometer la maldad de soltar las manos en plena curva a unos 120 km/h y comprobar cómo el EQE seguía el trazado del viraje por sí solo-. Lo dicho: las grandes ideas nacen en un garaje, y los grandes coches también duermen en él.