EL filósofo griego Epicuro ya lo tenía claro muchos siglos atrás: es absurdo que los hombres imploren a los dioses por aquello que son capaces de hacer ellos mismos. Es la misma línea de pensamiento que gobierna la brújula de los V premios Fair Saturday: la búsqueda de personas y organizaciones internacionales dedicadas al arte y la cultura que, con su trabajo y más allá de cualquier inspiración divina, arrojan una mirada humanista al mundo, una línea de mejora de la sociedad en la que participan. Es tan hermosa esa búsqueda. Tan difícil también...
Lleva las riendas de este proyecto desde su gestación, en 2017, Jordi Albareda, quien ayer ejerció de anfitrión en los FSAwards (siendo un asunto internacional, el acrónimo en inglés es lo más oportuno...) organizados por la Fundación Fair Saturday que escanea medio mundo en busca de ideas que encajen. Oigamos lo que mostraron ayer sobre el palacio del Guggenheim, donde trajeron riquezas de medio mundo. Así, reconocido por ser un especialista en la época, arte y literatura del Renacimiento y del pensamiento de Giordano Bruno, el filósofo y ecritor de Calabria Nuccio Ordine, considerado una de las personalidades más significativas del panorama cultural internacional junto con pensadores como Jürgen Habermas o George Steiner, contribuye inestimablemente en el campo de los estudios humanísticos a través de la defensa de los valores clásicos del pensamiento y la literatura; la excepcional labor que realiza Músicos sin Fronteras, con su creadora y fundadora Laura Hassler al frente, en la integración cultural a través de la educación artística, eliminando diferencias, construyendo comunidades y curando heridas de guerra; Hyung Joon Won, director artístico la Orquesta del Festival Lindenbaum por su fundamental labor de generación de encuentro y diálogo entre Corea del Norte y Corea del Sur; Sonia Gainza, fundadora de Apropa Cultura, que facilita el acceso a la cultura a las personas en riesgo de exclusión social; la Fundación Playing For Change (Jake Groshong, al aparato...) surgió de la idea de que la música tiene el poder de conectarnos más allá de nuestras diferencias; el proyecto We Love Reading –fundado por Rana Dajani, una de las científicas más influyentes del mundo islámico– y su labor inspirando y empoderando a comunidades (especialmente a jóvenes y mujeres) de todo el mundo a través de la lectura. No hay que olvidar a Ramón Barea y su Pabellón Número 6, donde ponen el teatro al alcance de todas las mentes y manos creradoras ni al brillante recorrido de la Compañía de danza Candoco (recogió el premio Joel Brown, bailarín, representando a Celeste Dandeker, fundadora), referentes a nivel internacional en la creación de un espacio inclusivo, o al trabajo que Iñaki Martínez de Luna y los suyos hacen en la asociación Garabide, apoyando los procesos de revitalización lingüística de lenguas minoritarias partiendo de la experiencia del euskera.
Testigos de todo cuanto les cuento fueron el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; el consejero de Cultura, Bingen Zupiria; Ana Otadui, Itziar González, Lorea Bilbao, Jaime Lafita, el inquebrantable espíritu de Dale Candela; Juan Ignacio Vidarte, anfitrión e la cita; Xabier Uribe-Etxebarria, Xabier Basañez, recién llegado de las tierras del BEC; Iñigo Alberdi, José Miguel Lanzagorta, Ion Ruigómez, Txema Villate, Leire Bilbao, Iñaki Basabe, Tomás Bestero; el director de Desarrollo de DEIA, Kike Hermosilla; Jone Goirizelaia, Julia Diéguez, Carmen Muñoz, Cristina Múgica, Mercedes Rodríguez, Jorge Aio, Olga Zulueta, Jon Bilbao, Aitor Martínez, Gorka Sierra, Cristina Mendia, Ana Viñals, Borja Alonso, Verónica Lozano, Clara Vitoria, Leire Meseguer, Espe Larrazabal y un buen número de hombres y mujeres que aman la cultura por encima de todo.