–¿Vas a ir al campo esta noche?
–Sí.
–¿Qué tal tienes el corazón? Yo creo que va a ser de infarto.
–Yo ya no me estreso. ¿Tú vas?
–Ya he acompañado al Athletic durante 16 años y desde casa se ve muuuucho más tranquilo.
Esta conversación, mantenida en la antesala del partido copero entre el Athletic y el Real Madrid del pasado jueves, revela la complicidad de dos personas que se conocen desde hace mucho, "los Iñakis", como se refiere a ellos un compañero de trabajo en la macrocomisaría de Erandio. Iñaki del Pozo e Iñaki Muneta tienen 64 años, han nacido y vivido a caballo entre Ezkerraldea y Eskuinaldea y, lo más importante, lo han sido todo en la Ertzaintza. Ambos han estado ahí desde que la Policía vasca se fundó hace 40 años y siguen en activo, situación que ahora mismo comparten tan solo una quincena de agentes.
Por poco tiempo: Del Pozo, actualmente jefe de Protección Ciudadana de los Forales, se jubilará en septiembre; Muneta, comisario de Protección Portuaria y enlace con Metro Bilbao, lo hará en diciembre. "Empezamos de cero, pero de cero, cero", rememora el primero sobre unos inicios en los que este cuerpo se fue construyendo sobre la marcha y donde abundaban las incógnitas y escaseaban las certezas.
¿Qué había en la Academia de Arkaute cuando acudieron allí los 700 integrantes de la primera promoción un 8 de febrero de 1982? "Nada –responde–, todo era muy precario, había dos edificios que habían sido una especie de colegio y unas camaretas dobles con taquillas donde nos alojamos. Luego teníamos la zona de aulas donde nos impartían matemáticas, quebrados, ecuaciones. Materias que ahora no se imparten, evidentemente. También daban mucha geografía de Euskadi y para comer teníamos que salir al Hotel Iradier, que estaba al lado y que también lo había cogido el Gobierno vasco".
Cuerpo de élite
Nada fue sencillo en esos primeros tiempos, e Iñaki Muneta, pese a estar encuadrado en la tercera promoción, atesora más antigüedad que su compañero. El motivo: forma parte de la primera tanda de los Berrozi, el cuerpo especializado creado en 1980 para "dar respuesta a la necesidad de seguridad del Consejo de Gobierno, formado después de la aprobación del Estatuto, en una situación social muy convulsa en Euskadi", y que se constituye en el antecedente inmediato de la Ertzaintza.
A tenor de sus declaraciones, los dos emprendieron caminos paralelos que acabaron confluyendo felizmente. Iñaki del Pozo agradece que "los compañeros de Berrozi nos echaron una mano" en los inicios en Arkaute, ya fuera descargando colchones, haciendo guardias de noche... Su colega va más allá y asegura, tajante, que "el gran hito es el 40 aniversario de la Ertzaintza, que es el buque insignia de la seguridad pública en Euskadi".
En el terreno operativo, añade que la llegada de las primeras promociones supuso "una bendición, un alivio extraordinario" a la hora de que los berrozis ejercieran su labor. Pone como ejemplo un momento histórico tan tormentoso como febrero de 1981, donde coincidieron la muerte de Joseba Arregi por torturas en Madrid; la visita del rey a la Casa de Juntas de Gernika; el secuestro y asesinato del ingeniero industrial José María Ryan a manos de ETA; y el golpe de Estado del 23-F. Y se pregunta "cómo se podría afrontar todo eso sin una policía propia".
Preguntados por la motivación a la hora de enrolarse en la Ertzaintza, Del Pozo admite que lo consideró "una oportunidad laboral". "Luego es como el cariño, con el tiempo vas cogiendo la vocación", agrega. El otro Iñaki apostilla que "el tiempo te pone en tu sitio". "Cuando vas atendiendo los problemas profesionales reales, ves que las personas no esperan de tí una ideología, sino un servicio policial eficaz", dice. "Y compromiso", aporta Muneta.
El objetivo, siempre presente
Una idea que comparten los dos entrevistados es que "la Ertzaintza no nació como es ahora, se fue desarrollando prácticamente desde la nada a base de cometer errores". "Empezó como un embudo, una pirámide invertida", apunta el jefe de los Forales, un proceso en el que se incorporaron mujeres aspirantes a agentes en la segunda promoción, se creó la Brigada Móvil en 1984, se completó el despliegue territorial con la progresiva apertura de comisarías.
Y ello se produjo en un contexto que fue todo menos plácido. "La apertura de una unidad no ocurría en el vacío, sino con las olas que había todos los días, llámese coche bomba, secuestro, huelga general o el porcentaje altísimo de paro. Abrir la comisaría de Errenteria en el año 91 no fue como trabajar allí ahora mismo", advierte Muneta.
Añade que, a pesar de unas condiciones nada fáciles, "los objetivos de la Ertzaintza se han mantenido". "ETA nos ha causado dolor, miedo y tristeza pero no le doy el protagonismo de habernos desviado de nuestros objetivos. La Ertzaintza ha cubierto ser una policía democrática, de servicios, de interrelación social, de cercanía a la persona...", señala. Deja así sobre la mesa una de las ideas fuerza de toda la conversación: el proceso de adaptación constante frente a los dientes de sierra de la realidad –antes ETA, después la crisis económica, ahora la pandemia– sin perder sus señas de identidad. "¿Cómo se ha vivido eso? Jodidos. Pero se ha hecho lo que había que hacer", zanja.
Del Pozo apunta que "en esa época quien más, quien menos tenía una familia, estábamos integrados en la sociedad, yo he estado 16 temporadas coordinando la seguridad del Athletic y te conoce todo el mundo. Y tienes esa preocupación de que alguien te marcara con el dedo, hicieras lo que hicieras, y ya empezaba el acoso, etc., que todos conocemos". "Más que miedo, preocupación", coinciden. E insisten en que "hemos dado el servicio con el estilo, filosofía y criterios fundacionales que nos explicaron en Arkaute".
Consejos a los aspirantes
"En el 82 estábamos en posición de salida y en 2022 vamos a la carrera Pero si un atleta se para, su carrera ha acabado", sintetiza Muneta. Sobre si trasladarían algún consejo a las nuevas promociones, se lanzan sin dudar y Del Pozo lanza dos ideas, "compromiso y profesionalidad. Y tratar como tú quisieras que te tratasen". Su colega toma la palabra y emplaza a permanecer atentos a las novedades tecnológicas. También "que crean en la igualdad de género, poner una directora al frente de la Ertzaintza no es un experimento, es un paso objetivo con una mujer preparada y con experiencia".
Iñaki Muneta reivindica a su vez "poner a la víctima en el centro de todos nuestros planteamientos". En el caso de los mandos, les insta a "tratar con coherencia a sus superiores y a sus subordinados, que no sean gatos persas con unos y lobos esteparios con los otros, eso rompe mucho internamente a una organización. Con su atención, dedicación y empatía, un mando equilibra la carencia de medios y los problemas de comunicación". Los agentes "van a tener muchas dudas a lo largo de su carrera, y la duda se resuelve ayudando al jefe", finaliza.