A pesar de las buenas expectativas económicas y de facturación en Sanfermines, los hosteleros no echan las campanas al vuelo porque la desbocada inflación y el encarecimiento del coste de la vida está poniendo en jaque al sector. "Los clientes preguntan por el precio de los almuerzos y las comidas y todavía no lo tenemos muy claro porque el género está subiendo todos los días y no queremos pillarnos los dedos. Estamos esperando un poco más a ver si se estabilizan las materias primas para poder marcar un precio", informa Mariví.
"Mes a mes, cada quince días, estamos sufriendo una subida brutal. Dar un presupuesto, a tres meses vista, no es fácil", subraya Juan Carlos. Además, temen que el encarecimiento de la vida frene el consumo. "La gente está con ganas de fiesta, pero tampoco está por gastar mucho dinero", reflexiona Mariví.
En segundo lugar, por una pandemia, en principio bajo control, que puede reaparecer. "He cogido el número de todas las personas porque no sabemos qué va a pasar. Como repunte en junio€ la tenemos liada", advierte José Antonio. Ese respeto al coronavirus, y el temor al exceso de gente, se ha reflejado en algunas cancelaciones. "Ya han llamado cuadrillas que, por primera vez, no van a venir a comer el día 7 porque les preocupa el exceso de euforia. Como hay tantas ganas de San Fermín y parece que va a ser una explosión de jolgorio, se runrunea que hay personas que el 6 y el 7 prefieren tomar otra ruta y quizás, el 10 o el 11, haya otro rollo y salgan y disfruten como siempre", adelanta Juan Carlos. Los huecos, aclara, ya se han cubierto: "Había cuadrillas en la recámara".
A pesar de ello, reconocen que San Fermín será un "chute económico" tras dos años de cierres, restricciones y aforos. "Va a servir para tapar agujeros y tener un remanente de reserva de cara a octubre y noviembre", señala Luis.
Es más, debido a las limitaciones vigentes hasta hace unos meses, los hosteleros esperan que el porcentaje de ingresos en estas fiestas respecto a la facturación total anual supere al de años anteriores. "La inyección económica se va a mantener y probablemente, si todo va como pensamos, los ingresos de estos Sanfermines tengan un peso mayor en la facturación anual respecto a otros años", augura Juan Carlos. Aunque dejan claro que ya no se puede vivir exclusivamente de ellos: "Ya no son lo que eran. Es historia eso de que trabajabas bien del 6 al 14 y luego te olvidabas. Tienes que trabajar con la gente todo el año, mimarla, para que sigan viniendo", subraya Luis.
San Fermín también será testigo del cambio de hábitos y el grueso del consumo, adelantan, se concentrará en el vermú, las comidas y el tardeo. "Podría tener tres restaurantes y prácticamente los llenaría, aunque no haya reservas. La gente está de vermú a gusto, se queda a comer y después se toman unas copas. Las cenas ya no funcionan bien y la noche no es ni por el forro la misma", señala Caridad. "La noche va a estar flojita, pero como el resto del año", augura el encargado del bar Oreja.