Parece un contrasentido, un choque de opuestos, pero uno de los recorridos preferidos por los moteros es la conocida como Ruta del Silencio. Al parecer, la magnificencia del paisaje, la tranquilidad y la paz del entorno se imponen al ruido que habitualmente se asocia a las caravanas de motoristas. En este caso prefieren recrearse en un espacio que llena de calma a quien se interna por él.
Esta Ruta del Silencio son 63 km de la carretera A-1702 en Teruel que cruzan las comarcas de Andorra-Sierra y el Maestrazgo entre estrechos desfiladeros, montes vertiginosos, pueblos medievales y 200 curvas que obligan a moderar el impulso de las motos. Además merece la pena dejarse envolver por el entorno y detenerse en los miradores que salpican el recorrido.
Los viajeros pueden elegir empezar la ruta por la Venta La Pintada en el lado norte o por el puerto de Cuarto Pelado, donde la A-1702 se une a la A-226. Ambos puntos tienen el cartel de comienzo y final de la ruta.
Arrancando la moto, o el coche, que nadie ha dicho que este recorrido sea disfrute exclusivo para aficionados a las dos ruedas, en Venta La Pintada, el primer alto se puede hacer en la localidad de Ejulve, un pequeño pueblo sobre una colina cuyas estrechas calles mantienen el estilo tradicional de los pueblos turolenses. La iglesia de Santa María la Mayor es una joya que no hay que perderse.
Pasado el pueblo se llega al mirador del Alto Maestrazgo, en el que luce en todo su esplendor la el símbolo de la Ruta del Silencio, un enorme macho de cabra montés apodado el Silenciosos. La vista es de no olvidar con las Coronas de Aliaga, el Alto de Pitarque enfrente.
Y para llegar hasta allí hay que descender el puerto de los Degollados hasta llegar a los Órganos de Montoro, una estructura geológica compuesta por agujas calcareas de hasta 200 m de altura y catalogadas como monumento natural.
Mas adelante, desviándose hacia Montoro de Mezquita se puede acceder al Estrecho de Valloré, aunque hay que bajarse de la moto y del coche para disfrutar de un paseo fluvial con puente y pasarelas entre paredes rocosas que llegan a los 100 m de altura. De nuevo en ruta, por la carretera Tras superar las antiguas fábricas fluviales y el Hostal de la Trucha hacia Pitarque a mitad de una cerrada curva de 180º hay un nuevo desvío hacia Pitarque que pasa por unos túneles excavados directamente en la roca y que termina en el Monumento Natural del Nacimiento del Río Pitarque.
De vuelta a la ruta y tras una parada, otra más y es que son inevitables, para visitar Villarluego, se entra en la espectacular Cañada de Benatanduz que, vigilada desde lo alto por la Torre Gorgue. Este tramo de la ruta lo marca el cauce del río Cañada.
Una vez se sale de garganta, la A-1702 conduce suavemente hasta el cruce donde comienza el puerto de Cuarto Pelado, final oficial de la Ruta del Silencio.
Para los que quieran más
Para todos aquellos a los que los 63 km les haya sabido a poco, oficialmente y sin paradas se hace en una hora y media, desde el cruce-rotonda que da acceso al puerto de Cuarto Pelado se puede tomar la A-226 en dirección a Cantavieja e ir remontada esta vía durante algo más de 80 km para volver a la Venta la Pintada en una especie de cara B de la Ruta del Silencio.
Cantavieja es considerado uno de los pueblos más bonitos de Teruel. Aunque su origen medieval se atribuye a los musulmanes, esta zona, como muchas otras del Maestrazgo ya se las encontraron habitadas los romanos. Este viaje de vuelta sigue en dirección a Mirambel, pasando por debajo de la Torre Aliaga, una antigua estructura militar que ahora forma parte de una explotación ganadera.
Mirambel es otro pueblo medieval y bien cuidado que ha sabido conservar sus singulares murallas. Cierra el tramo aragonés de esta ruta se para entrar a Castellón durante unos kilómetros que tiene en Olocau del Rey su principal localidad. Antes, la ermita de San Marcos obliga a una parada para conocer la que se conoce como la catedral de las montañas y que cuenta con ermita, casa de ermitaños, hospedería y cobertizos.
El tramo castellonense termina al pasar por el parque eólico de Todolella y la CV-120 vuelve a ser la A-226 cuando se entra de nuevo en Teruel. A medida que se van dejando a derecha e izquierda diversos cañones y laderas, se llega a Bordón. Esta localidad tiene origen cartaginés aunque fueron los templarios los que contribuyeron a su desarrollo medieval cuando decidieron construir sobre la primigenia ermita de la Virgen de la Carrasca una iglesia en el siglo XIV.
Después de pasar por el Mirador de Bordón, la siguiente sorpresa que depara la ruta es el embalse de Santolea. Su construcción y recrecimiento posterior supuso la desaparición del pueblo que le da nombre y que un mirador cerca de la carretera permite adivinar junto a la vega fértil del río Guadalope que ya apenas se cultiva.
La carretera llega hasta Castellote y su castillo templario. Pasada la localidad se deja la carretera para tomar en u giro muy cerrado a la derecha la TE-41 en dirección a Seno y a la ermita de San Valero, las fuentes de Seno y de Salz, el castillo de Val de Cascallo, y acabar llegando a Molinos, donde merece la pena visitar su espectacular cueva. Venta la Pintada, y destino final, queda a pocos kilómetros.